A través de la Cancillería se están realizando esfuerzos para que la diáspora científica colombiana, calculada en más de 10.000 científicos de alto valor, y las instituciones con las que trabajan en el exterior aporten desde allí al desarrollo del país por medio de la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías, que puedan llevar a Colombia a un escenario favorable de transición energética gradual y sostenible.
La COP16 ha sido el escenario para que varios de estos cerebros colombianos, que trabajan e investigan en instituciones de prestigio mundial, traigan su voz y experiencia a la discusión en materia de soluciones para detener el cambio climático y el deterioro de la naturaleza.
Yolanda Villavicencio, coordinadora del programa ‘Colombia Nos Une’ del Ministerio de Relaciones Exteriores, se refirió a la importancia de la cooperación internacional, en este caso con agencias europeas, para que estos científicos vengan a compartir su experiencia y dar su punto de vista ante la comunidad científica colombiana y mundial que por estos días se reúne en Cali.
“Se ha visto como algo negativo que la diáspora de científicos colombianos esté fuera del país, pero queremos transformarlo en algo positivo y que haya una vinculación de todo su conocimiento y la transferencia de tecnología con Colombia y también para la difusión de nuestra biodiversidad. Trabajamos para organizarnos en redes colaborativas con todos los que están en el extranjero y que se vinculen al desarrollo nacional en temas moleculares, en temas de gestión de mares y de biodiversidad, entre muchos otros, y nos ayuden a mostrar todo nuestro potencial como nación biodiversa”, contó.
Dejó claro que no se está promoviendo su regreso definitivo al país, el cual, además, “es muy difícil”, pero sí explicó que este tipo de vinculación a la distancia debe permitir el desarrollo de programas y proyectos que aporten a las juventudes y la comunidad académica y científica. Ese sí es el objetivo.
“La Cooperación Técnica Alemana GIZ es la agencia que nos está ayudando a traer ‘diasporados’ de Alemania y ya tenemos proyectos concretos en territorio con comunidades. Nuestros consulados ejecutan programas y políticas públicas aliados con instituciones de cooperación y gobiernos. Es difícil organizar a la diáspora porque cada uno trabaja en investigaciones muy especializadas, pero aunque están distantes, no están ausentes y el país les duele. A cambio, Colombia tiene para ofrecer toda su biodiversidad y su potencial en temas de investigación científica para todo tipo de industrias químicas y de salud”, detalló.
Una de las mentes brillantes es Sofía Calderón, bióloga marina con especialización en Sistemática y Biogeografía y doctora en Ciencias Biológicas de la Universidad de Buenos Aires, quien lleva 14 años investigando ecosistemas oceanográficos de más de 200 metros de profundidad. Al respecto, mencionó que mientras Argentina es pionera en la creación de áreas marinas protegidas a gran profundidad en zona oceánica, Colombia tiene la fortuna de poseer alrededor del 90 al 93 % de aguas profundas, pero no están protegidas.
“Argentina ha encontrado cómo protegerlos y toda esa experiencia se puede aplicar para proteger ecosistemas en nuestras costas. Tenemos muchos recursos en nuestro mar profundo, así como una heterogeneidad de ecosistemas que deberíamos estar estudiando para poder protegerlos. Tenemos que trabajar para encontrar una transición entre las energías tradicionales y las energías renovables, y para eso necesitamos aliarnos entre los países latinoamericanos en innovación para llevar a cabo juntos esta transición. De la COP16 espero llevarme muchos diálogos entre la academia y las comunidades, así como con quienes toman las decisiones, ese es el futuro para mejorar el estado climático del planeta”, señaló.
Por su parte, Walter Acevedo es físico con doctorado en Meteorología del Servicio Meteorológico Alemán. Él resaltó la importancia de crear conciencia sobre el fin que podría llegar muy pronto de algunos recursos energéticos, como lo es el petróleo. Indicó que la descarbonización es inminente, por lo que es necesario pasar a funcionar como sociedades a base de energías más sostenibles, además de que esto ayudaría a combatir directamente el cambio climático.
“Colombia es un país con un potencial inmenso en recursos eólicos y solares, así que está todo dado para la transición, pero esta debe ser concertada con todos los actores. Quién no planee a largo plazo va a tener que enfrentarse a las consecuencias de no haber renovado a tiempo, hasta los árabes saben que sus recursos no van a durar para siempre y están invirtiendo en energía eólica”, sentenció.
También dijo que actualmente hay que mirar con gran seriedad el llamado ‘trilema’ energético, donde tiene que haber un balance entre la seguridad energética, la sostenibilidad y la equidad para que todas las personas de un país puedan acceder a la energía. No obstante, una vez más, consideró que debe concertarse con actores sociales y económicos, puesto que “toda transición es dolorosa”.
El País también conoció el caso de Andrés Felipe Vásquez, biólogo caleño y doctor en Ingeniería e investigador postdoctoral del Instituto Leibniz en Alemania, quien resaltó la importancia de las políticas públicas que tome el Estado orientadas a la educación ambiental, la conservación y la renovación de los recursos de una manera sostenible.
“Se han hecho esfuerzos importantes desde las comunidades en materia de conservación de la naturaleza y también de parte de los gobiernos para plantear discusiones sobre estos temas, pero nos hace falta conexión entre la industria, la academia, las comunidades, la sociedad en general y el gobierno para cerrar el circuito y ver resultados a largo plazo. Mientras no haya innovación, no vamos a ver competitividad y retorno de recursos para todos”, manifestó.
El caleño hizo énfasis en que aún hace falta mucho apoyo presupuestal en materia de ciencia y tecnología en Colombia, así como mejorar la distribución de ese recurso entre todos los centros de investigación. Por último, hizo un análisis sobre lo que debe ocurrir en el sector.
“El balance entre conservación y desarrollo pasa por una estrategia que llamo ‘hélice quíntuple’ y que incluye comunidades indígenas, comunidades campesinas, la industria, la academia y el gobierno; si todas esas partes no están bien conectadas, el circuito va a ser muy difícil de cerrar. En términos de conservación y desarrollo va a jugar un papel crítico la conexión entre los equipos científicos y los gobiernos para determinar los presupuestos y su ejecución oportuna y ágil para saber qué usamos, cómo, cuándo, dónde y por qué, y orientar ese esfuerzo hacia los mercados que son los que dictan el crecimiento y el desarrollo económico”, expresó Vásquez.