La realización de la COP16 significa un hito trascendental para Cali que subraya la importancia de la ciudad en la conservación de la biodiversidad a nivel mundial.
Y es que la COP (Conferencia de las Partes) es el órgano supremo de la Convención sobre la Diversidad Biológica (CDB), adoptada en 1992 para abordar la conservación de la biodiversidad, el uso sostenible de sus componentes y la equitativa distribución de los beneficios derivados de los recursos genéticos.
Esta cumbre se reúne cada dos años para revisar el progreso, establecer políticas y planes de acción, y adoptar decisiones que guíen los esfuerzos globales para la conservación de la biodiversidad. Esta edición es particularmente urgente, según expertos en medioambiente, dado que un millón de especies de flora y fauna están actualmente en peligro de extinción a nivel global.
Así que ser la sede de la COP16 no solo destaca a Colombia como el segundo país más biodiverso del mundo, sino que también reconoce su compromiso y esfuerzos en la conservación y restauración de ecosistemas.
“Este un evento único en la historia del país”, explica Benjamín Quesada, climatólogo y director del programa de Ciencias del Sistema Tierra de la Universidad del Rosario, “colocando a Colombia en el centro de la atención internacional, además de crear una plataforma para mostrar sus esfuerzos y logros en conservación, restauración, reforestación para ser una potencia mundial de agua, lucha contra el cambio climático y contra la pérdida de biodiversidad, así como para influir en las políticas globales sobre este tema”, señala.
Una de las claves de esta edición de la COP en Cali es la aprobación del plan de trabajo global para los pueblos étnicos, un avance significativo en la inclusión y participación de estas comunidades en la conservación de la biodiversidad.
Para Quesada esto es importante ya que estos grupos “poseen conocimientos ancestrales y prácticas sostenibles que son cruciales y sumamente efectivos para la gestión de los ecosistemas, lo cual fue reconocido por numerosos estudios y reportes internacionales, en particular del IPBES, el equivalente del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático) para la Biodiversidad. La implementación de este plan asegura que sus derechos y saberes sean visibilizados, respetados y aprovechados, mejorando así las estrategias de conservación”.
Otro de los elementos destacados de la COP en Cali es que Colombia ya está tomando medidas para contribuir a la financiación del Marco Global Kunming-Montreal, que establece metas de conservación hasta 2030.
Esto implica comprometerse a financiar proyectos y programas que promuevan la biodiversidad, buscando recursos tanto nacionales como internacionales. Quesada destaca que “esta financiación es crucial para implementar acciones efectivas de conservación y cumplir con las metas establecidas”.
Sin embargo, el progreso hacia las 23 metas de biodiversidad para 2030 que plantea el Marco Global en Colombia aún es limitado. Aunque hay avances en la creación de áreas protegidas y la inclusión de comunidades locales en procesos de conservación, el país enfrenta desafíos significativos como la deforestación, la minería ilegal y el cambio climático. “Es necesario intensificar los esfuerzos y mejorar la coordinación entre las diferentes entidades y sectores involucrados”, añade Quesada.
Como experto, el profesor Quesada tiene grandes expectativas respecto a que Colombia aproveche esta oportunidad para liderar con el ejemplo en la conservación de la biodiversidad. Se espera que el país presente avances significativos, comparta sus experiencias y mejores prácticas, y movilice recursos y voluntades para fortalecer la acción global por la biodiversidad. Además, se anticipa que Colombia promueva una mayor inclusión de las comunidades locales y pueblos indígenas en estos procesos, consolidando su papel como líder en la integración de la biodiversidad con el desarrollo sostenible y la paz.
Retos y oportunidades
La implementación de medidas para asegurar el acceso equitativo a los beneficios derivados de los recursos genéticos es otro desafío clave. Colombia ya ha adoptado normativas como la Ley 165/1994 y el Protocolo de Nagoya para asegurar que los beneficios obtenidos del uso de recursos genéticos sean compartidos de manera justa y equitativa.
Sin embargo, desafíos como la deforestación, el conflicto armado, la expansión agrícola y la minería ilegal persisten en el territorio nacional.
Justamente, la COP16 puede ser una oportunidad para impulsar la Paz con la Naturaleza en Colombia, fortaleciendo políticas que integren la conservación de la biodiversidad con la construcción de acuerdos de paz y promoviendo prácticas sostenibles.
Así pues, los expertos concluyen que este evento en Colombia no solo es una oportunidad para el país, sino un momento crucial para la biodiversidad global. Con un enfoque en la inclusión, la financiación adecuada y el fortalecimiento de políticas sostenibles, este evento tiene el potencial de marcar un hito en los esfuerzos globales de conservación.
Paz con la naturaleza
Este es el lema que eligió el Ministerio de Ambiente como “un llamado a la reflexión para mejorar la relación que tenemos con el ambiente”, y para “repensar un modelo económico que no priorice la extracción, sobreexplotación y contaminación de la naturaleza”. Desde la cartera explicaron que buscan integrar la diversidad natural, étnica y cultural del país con los conflictos ambientales y la propia guerra. “La paz con la naturaleza implica reconocer a los ecosistemas y territorios como víctimas de los conflictos, especialmente del conflicto armado”, señalaron.
Los factores ponen en riesgo la paz con la naturaleza son la minería ilegal y la deforestación, violencia contra defensores de asuntos ambientales, entre otros.
Unión de esfuerzos
Para Lina Marcela Muñoz, directora de la Maestría y la Especialización en Derecho Ambiental de la Universidad del Rosario, la COP16 es una oportunidad de unir esfuerzos nacionales en pro del cuidado de la biodiversidad a nivel mundial.
“Soy optimista. Creo que hay muchas personas, tanto en el sector público como en el privado, que están cada vez más involucradas e interesadas en las cuestiones ambientales. Este compromiso puede realmente reflejar el sentir de un país que busca proteger su biodiversidad”, dice.
Añade la académica que “el ambiente no tiene color ni bandera política. No hay colombiano o colombiana que no se vea afectado por la degradación de los ecosistemas”, por lo que es un esfuerzo de todos.