Alguna vez la hermana Alba Stella Barreto lo contaba a carcajadas: cuando era un jovencito (hoy 47) Alejandro Éder se escapaba de su casa y llegaba hasta el Distrito de Aguablanca para estar con los muchachos, algunos pandilleros, con los que la monja trabajaba en la Fundación Paz y Bien. Entonces, los escoltas de Éder se angustiaban con la fuga, y solo suspiraban con alivio una vez lo veían en las calles del oriente de la ciudad.
El nuevo alcalde de Cali ha tenido, desde siempre, un compromiso social por la paz. Cuando trabajaba en Deutsche Bank en Nueva York, su primer sueldo se lo donó a la hermana Alba Stella para su fundación. Él le ofreció financiar un programa de atención para los jóvenes del Distrito de Aguablanca como una manera de rendirle un homenaje a su primo, Francisco Hope, fallecido en el accidente de American Airlines del 20 de diciembre de 1995. De ahí el nombre del programa. ‘Hope’ significa esperanza.
Lograr la paz de Colombia ha sido uno de los sueños de Alejandro Éder. Durante unos años fue el director de la Agencia Colombiana para la Reintegración. “El conflicto armado afectó directamente a mi familia. De los secuestros y amenazas que sufrimos surge ese interés mío por la seguridad y la paz. Desde la Agencia Colombiana para la Reintegración manejé más de un billón de pesos y apoyé el proceso de desmovilización de más de 60 mil guerrilleros y paramilitares”, cuenta el nuevo alcalde de Cali.
Éder es filósofo del Hamilton College y tiene estudios en Seguridad, relaciones internacionales y resolución de conflictos de Columbia University. Tal vez fue eso lo que lo atrajo a la hermana Alba Stella Barreto. En el Distrito de Aguablanca, a ella se le ocurrió aplicar el modelo de Justicia Restaurativa que había conocido en Irlanda del Norte.
Se trata de una justicia para delitos menores –quebrar una ventana, robarse una gorra– y el objetivo es recomponer el tejido social, restaurar las relaciones en una comunidad después de un encuentro entre el infractor y la víctima, hacer acuerdos para reparar el delito y reintegrar al agresor a su entorno sin que la comunidad lo siga mirando como una amenaza.
Alejandro Éder también trabajó en Manuelita, la empresa de su familia, y, en 2015, fue fundador y primer director de la Fundación para el Desarrollo Integral del Pacífico, ProPacífico, desde donde lideró la estructuración de proyectos como el Tren de Cercanías.
Hasta que, en 2018, empezó su aspiración para ser el alcalde de Cali. En ese entonces ocupó el tercer lugar, aunque con una cifra nada despreciable: 135 mil votos.
Entre 2020 y 2022, Éder fue columnista de opinión, consultor e investigador. Uno de sus estudios se titula Infancia reclutada, en el que evidenció la magnitud del reclutamiento infantil por parte de grupos armados ilegales.
Fue en 2022 cuando decidió, de nuevo, aspirar a la Alcaldía de Cali, logrando el triunfo este domingo 29 de octubre.
Éder ama la salsa. Es su música favorita. Y tiene un ‘hobby’ curioso: colecciona ajíes, algunos tan fuertes que basta media gota para incendiar el paladar. Éder es inmune al picante.
Hincha del América –Tulio Gómez, el propietario del equipo, lo apoya–, Éder está casado con la exreina de belleza Taliana Vargas, fundadora de la Fundación Casa en el Árbol, con quien tiene dos hijos, Alicia y Antonio.
Como alcalde, entre sus propuestas está recuperar y rediseñar una política que inició en su momento el médico Rodrigo Guerrero, y que eliminó de tajo el actual alcalde, Jorge Iván Ospina: la estrategia de Territorios de Inclusión y Oportunidades, “que permita hacer una inversión focalizada en educación, salud, cultura, deporte, primera infancia, juventud y desarrollo comunitario”.