"Toda la vida he visto y sentido a los seres fallecidos", manifiesta sin titubeos Paola Burgos Quintero, una abogada y productora de cine caleña que desde la Semana Santa de 2015 se dedica de lleno a ser la intermediaria para que familiares y amigos se comuniquen con sus difuntos y ayuda a que los muertos establezcan comunicación con sus allegados.

Para muchos, esto sonará a película de ficción o a pura ‘carreta’. Algunos hasta podrán decir: ‘se la fumó verde’. Pero a esta magister en derechos humanos y cultura de paz, de 37 años, no le importan este tipo de reacciones, pues como dice riendo, “hoy puedo decir abiertamente soy médium, he salido del clóset espiritual”.

Desde que era niña y adolescente en la convulsionada Cali de los carteles del narcotráfico, en los 80 y 90, explica Paola, no solo vivía experiencias con muertos, sino que tenía premoniciones.

Evoca entonces cuando colegas y amigas de su mamá abogada y jueces de la ciudad fueron asesinados en esa época de violencia “y se me manifestaban desde antes, yo sabía que eso les iba a ocurrir, pero de niña no es fácil manejar esto. Si siendo adulta tengo que darle manejo, imagínate siendo niña, sabiendo de tanto dolor alrededor”, explica desde su consultorio en ‘Shakti casa del ser’, en el barrio Tejares de San Fernando.

Hoy es una médium angelical, es decir, que con la colaboración de ángeles y arcángeles, sobre todo con la del arcángel Miguel, puede comunicarse con los seres fallecidos, explica. Fueron los ángeles los que en la Semana Mayor de 2015 le dijeron: dedícate a explotar tus dones.

Dejó entonces de trabajar como productora, con su esposo, el director de cine y docente Óscar Hincapié, para dedicarse a su rol de médium angelical y así “traer paz, amor y luz tanto para los fallecidos, como para sus familias. Y ayudar a los que fallecieron y no se han despegado de la tierra para que puedan ir al cielo”.

No es una médium que tenga que blanquear ojos, pegar alaridos, sacudir su cuerpo o ir a cementerios para cumplir su misión. Habla con el interesado en comunicarse con alguien del más allá, de la forma más natural, conversadito, comenta. Eso sí, cuando alguno la llama a pedirle una cita y pedirle garantía sobre su trabajo, le dice: a nadie le interesa más comunicarse contigo que a tu ser querido, cuando tú vengas él se manifiesta y me va a dar las claves para que tú tengas la certeza de que es esa persona con la que quieres hablar.

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De esa forma, por ejemplo, explica Paola, comunicándose telepáticamente con el ser fallecido, este le va a decir el nombre o sobrenombre como le llamaban en vida, le va a contar cosas que solo los dos -difunto y doliente- sabían, o le va a hacer sentir a ella el dolor físico con el que él partió, para que el consultante esté convencido de que con quien está hablando es con su ser querido.

En una sesión grupal, narra Paola, le pasó algo curioso. Al preguntarle a una señora con quién quería comunicarse, esta le respondió: con mi hermana, se llama Luz Adriana. “Tu hermana, le dije a la señora, está diciendo que toda la vida le dijiste Adriana, que por qué ahorita después de muerta se te dio por decirle Luz”, y la mujer enseguida asintió: ¡ay, sí!, ella odiaba que yo le dijera Luz. Eso es validación”, argumenta la médium.
Entidades también se manifiestan

Esta extrovertida caleña que se formó como médium con el maestro estadounidense Charles Virtue, señala que a los muertos los ve como en forma de holograma, de luz, a veces ve sus caras y en ocasiones los ve hasta con ropa. Todo depende del caso. A su abuela, por ejemplo, que está en el cielo desde 1994, dice, la vio envuelta en luz. Pero si la ropa es importante para el proceso de esa alma que todavía está anclada en la tierra la ve con ropa.

Entonces, esta gran conversadora de sonrisa fácil, trae a colación la vez en que una mujer, hermana de una modelo caleña, quiso comunicarse con ella.

En la sesión, a la modelo, que murió a raíz de un procedimiento estético a manos de una esteticista, la vio con una bata de hospital puesta. Y la difunta narró que duró un tiempo atormentando a la responsable de su muerte: le apagaba luces, le azotaba las puertas, la asustaba y dejó de hacerlo hasta que la sobrina de la esteticista, de 7 años, la vio y se paralizó del susto. “Es que los niños pueden ver a los difuntos”, advierte Paola. Al observar a la pequeña, pensó en sus dos hijos y dejó de atormentar a la esteticista.

La modelo le dijo a su hermana que se equivocó al dejarse colocar polímeros en un apartamento y no en una clínica, como era debido; que le pedía perdón a ella y a sus hijos y le dijo que abandonara su deseo de venganza. También envió un mensaje a sus pequeños. “Dejó la bata de hospital y vi que ya estaba en la luz”, comenta sonriente la médium.

A poner orden

Pero no solo los familiares buscan tener contacto con sus seres fallecidos. Los muertos, también llamados entidades, buscan comunicarse con médiums, como Paola. “Esto, haz de cuenta que es como sintonizar un canal. Y hay algunos muy malucos, muy jartos, que quieren hacer daño, eso no los dejo que estén en contacto conmigo”, argumenta ella.

Cuando los fallecidos se manifiestan es más complicado, admite, porque lo hacen a cualquier hora y lugar. Por eso, relata esta egresada javeriana, le ha tocado ser firme y poner orden. Les ha dicho que solo atiende en “horarios de oficina”.

“A mí no me vengas a despertar a las 3:00 de la mañana. Punto”, le dijo a un joven fallecido que se le apareció dos veces (10:00 p.m. y 3:00 a.m.) cuando ella, soltera aún, vivía en el apartamento de su mamá. Y le advirtió, además: busca la forma de traer a tu familiar hasta mí, así, con gusto le transmito tu mensaje.

Y así lo hizo. Porque la madre de este muchacho que había muerto por negligencia médica, esa misma noche en que él contactó a Paola, percibió el olor del perfume que su hijo usaba y sintió que él la abrazaba.
Ella se fue a la cama creyendo que estaba loca. Luego, ya acostada, dos veces, a las 10:00 y 6:00 a.m., le susurran un número. Ella lo anota y resultó ser el teléfono de la mamá de Paola, que después, la contactó con la médium.

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Durante la sesión él le manifiesta a su madre y a su propia prima que suelten el odio que sienten hacia los médicos que lo atendieron, que lo que sucedió tenía que ser. “El joven había muerto en enero y se contactó con ellas en marzo”, recuerda Paola.

Almas ancladas en la tierra

Son varias las razones por las que las almas de difuntos se quedan ancladas en la tierra: por dinero, posesiones, por no dejar a su pareja, por pánico a lo que encontrarán en el más allá o porque no saben o no comprenden por qué murieron, como les sucede a algunos niños. Y Paola, dice, ayuda a que encuentren paz.

Así sucedió con una señora que llegó desde EE.UU. hasta su consultorio para preguntarle por qué no podía vender ni alquilar la casa de sus padres que ya habían fallecido hace varios años. A través de una relajación Paola hizo que ella vislumbrara las puertas del cielo:

- ¿Ves a tus padres?
- No
- ¿Dónde los ves?
- ¡En mi casa: mi mamá está en el jardín arreglando las rosas y mi papá en las escaleras!

Hay entidades que aún se sienten dueñas de los espacios en los que vivieron, narra Paola. Energéticamente ellas dicen: ‘no vienen a invadirme aquí. Esta es mi casa’. “Casi no convencemos a ese par de señores que se marcharan al cielo. Luego de que se fueron sí se pudo vender la casa”, comenta una risueña Paola, con voz de triunfo.

Más casos

Paola visitó a una bisabuela de 102 años que no ha podido fallecer, por petición de las hijas. La señora, se pensaba, guardaba un dolor porque uno de sus hijos no le habla hace 30 años.

”Estaba acostadita y vi que tiene el chacra para trascender y no ha querido. Vi a la Virgen ahí y a su esposo, ya fallecido, acompañándola”.
Como la anciana ya no habla, telepáticamente, dice Paola, se comunicaba con ella: ‘doña María suéltese, mire que la Madre María la está llamando y su esposo la espera’.

“Ay, no mija, qué pereza, me dijo, si ese señor (el marido) me está esperando allá, mejor no voy... Yo le decía doña María, él está en otro estado de conciencia, no la va a molestar. La señora aún no ha fallecido”, cuenta Paola, entre risas.