Seis de los siete ríos que irrigan Cali ya empiezan a dejar a la vera del camino el riesgo de desaparecer o terminar convertidos en cloacas, gracias a una alianza entre las comunidades que habitan en sus cuencas y el Dagma.
Esto significa que el Dagma otorga un beneficio económico a las comunidades de las partes altas de las cuencas, por medio de un contrato llamado Pago por Servicios Ambientales (PSA), pero no lo entrega individualmente a personas, sino a una asociación comunitaria que los represente y esta lo invierte en saneamiento ambiental, un acueducto, por ejemplo, explica Alfonso Lenis, asesor del Dagma.
El Dagma firmó en 2018 diez acuerdos de PSA con 9 asociaciones comunitarias en los que estas se comprometen a preservar los bosques o a recuperar los que habían sido deforestados y así proteger las cuencas hidrográficas que irrigan a Cali.
Las cuencas beneficiadas son las de Pance; Lili-Meléndez-Cañaveralejo, y Cali-Aguacatal, con una inversión de más de $625 millones, protegiendo más de 1200 hectáreas y beneficiando a 119 familias de 9 organizaciones comunitarias, como asociaciones rurales, acueductos comunitarios, colegios y fundaciones de la zona rural, conservando más de 468 nacimientos de agua.
Es así como en el corregimiento de Villacarmelo, arriba de las montañas de la Cordillera Occidental, 20 familias (45 personas) cultivan productos orgánicos, amigables con el medio ambiente y el bosque, que es la fuente de agua para el río Meléndez. Pero cansados de ir en desventaja a plazas y supermercados de Cali, desde hace dos años hacen el Mercado de la Montaña en La Reforma, un sábado al mes.
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Allí, Carlos Augusto Castaño y vecinos ofrecen verduras y hortalizas cultivadas sin químicos; pollos, gallinas y conejos, miel de abejas y hasta leche de cabra, una especie menor que, a diferencia del ganado, impacta menos el entorno y da más beneficio al campesino. Olga Aramburo vende orquídeas de 70 variedades que cultiva con paciencia, 42 personas sacan café orgánico y Marisela Joaqui Solarte ofrece recorridos por los senderos ecológicos de la ruta sanadora, donde los visitantes hacen integración con la naturaleza.
“Cambiamos la dinámica del campesino de ir a ofrecer nuestros productos a la ciudad en condiciones difíciles, a invitar a los de la ciudad a que vengan a conocer la montaña y a comprar productos frescos y sanos”, explica Carlos.
El Dagma, al conocer la iniciativa, les propuso vincularse al programa PSA en el cual el Municipio les retribuye por cuidar las cuencas hidrográficas para garantizar el abastecimiento de agua para las actuales y futuras generaciones y la conservación del medio ambiente, sostiene Alfonso Lenis.
Y ellos, a través de un fondo común, invierten el dinero en fortalecer el Mercado de la Montaña, que funciona bajo un esquema solidario de economía local alternativa y circular. Por ejemplo, buscan que los que tienen cabras, produzcan quesos de leche de cabra o que los cultivadores de café puedan producir café de alta calidad.
Así se han recuperado bosques que habían sido destruidos para convertirlos en potreros o para extraer madera, dejando suelos degrados y empobrecidos por estar expuestos al sol y al agua.
Allá todo es amigable con el medio ambiente, hasta el sistema de transporte para ingresar a los predios: una canastilla que se desliza por cable aéreo desde la carretera hasta la finca de Carlos, movido por un motor de una loma a otra, mientras abajo no se escucha sino el sonido del agua del río Meléndez abriendo camino por entre una vegetación espesa que ni lo deja ver desde el aire. Ese antecesor rural del MÍO Cable, llamada la Taravita, le da nombre a la finca de Carlos y no toca los animales ni los árboles ni hace ruido y es muy eficiente.
Destino Leonera
Al otro extremo de la Cali rural, en La Leonera, doce emprendedores agroambientales se benefician de los Pagos por Servicios Ambientales del Dagma, a cambio de proteger los bosques que producen agua para el río Felidia y Pichindé, afluentes del río Cali, que surte del líquido a muchos caleños.
Están Truchilanda, La Palmita, El Rancho de Stella, Ágora Manantial, Ventana a la Vida, Casa de Alicia, Hogares Juveniles Campesinos, Alto Bonito, Las Delicias de la Abuela, The Sammy’s Coffe y Bichacué Yath o Casa de las Aves ( en lengua nasa). Es un extenso bosque de más de 3000 mts.2, que bajo el follaje de los árboles, está tapizado de musgos variados, plantados por su creador y diseñador, el bioartista payanés Tomás Muñoz en 20 años de paciente labor de bioingeniería.
Acolitado por su esposa Nubia Stella Gómez, el bioartista ha cultivado un parque temático con personajes de leyenda que él esculpe con la arcilla que hay bajando a la cascada de uno de los nacimientos que desembocan en el río Felidia.
Este proyecto está diseñado bajo el concepto de que “no hay que aprender para hacer, sino hacer para aprender”, dice Nubia Stella, ya que es un bosque que parece encantado para visitas pedagógicas. Colegios de Cali llevan niños y jóvenes que lo recorren mientras aprenden las leyendas de la tradición oral como la patasola, el mohán, duendes y hadas, y la Madre Tierra, figuras que, esculpidas por Tomás, se asoman en cada recodo del sendero.
Sendero que conduce a jardines plantados con minuciosa técnica ornamental, en la que los musgos brotan silvestres con la humedad de las lluvias y sombra del follaje.
“El musgo es la piel de la tierra y es la alcancía del agua”, sostiene Tomás sobre esta especie vegetal que crece un centímetro al año. Lo que les enseña a los visitantes en el recorrido para que tomen más conciencia de cuidar más la naturaleza y no produzcan tanta basura.
Su proyecto es una obra de bioingeniería, puesto que era una pendiente sin mucha estabilidad, pero le construyó terrazas con costales llenos de tierra, una opción amigable con el medio ambiente, y sin cemento ni ladrillo. Allí ha diseñado jardines horizontales, verticales, colgantes, de agua con islas flotantes de trozos de icopor reciclados recubiertos de musgos y hasta jardines subterráneos con iluminación artificial.
Todo esto donde pastaba una vaca entre cultivos de granadilla, que causaban mucho impacto. Pero ellos cambiaron por dejar crecer el bosque y diseñar el jardín temático. Tomás recuerda que cuando le contaba a la gente su proyecto hace 20 años, lo tildaban de loco; como hablaba de jardines, lo señalaban de gay, y como planeaba esculpir las figuras en cerámica, le decían que “hablaba mucho barro”.
En respuesta, decidió hacerlas en barro y hoy Tomás sonríe porque ahora le dicen que “es un ejemplo” para la sociedad en liderar esta empresa de cuidado ambiental. Pero sobre todo, que por fin pueda vivir de esto, al recibir turistas y colegios con guianza para conocer su obra de arte natural y que el Dagma le reconozca por ello.
María Eugenia Gómez, quien se dedica a hacer guianza en los recorridos en la reserva natural Los Yarumos, explica que estos son solo dos de doce emprendimientos socioambientales del proyecto Destino Leonera, un grupo social comunitario trabajando en el turismo sostenible con iniciativas amigables con el medio ambiente y desde hace dos años, ocho cosechan los beneficios del PSA del Dagma. “Somos gente trabajando en conservación por convicción desde hace doce años”, enfatiza María Eugenia, de Descubre Cali, el operador turístico que ofrece los paquetes para tener esas experiencias vitales.
Alfonso Lenis dice que el programa PSA, que busca garantizar el agua para los caleños de las presentes y futuras generaciones, es primordial para la administración del alcalde Maurice Armitage. Andrés Toro, otro asesor del Dagma para el PSA, dice que “cuando llegamos había 87 áreas conservadas, hoy hay 1200 hs. protegidas. La idea es que en tres años cada iniciativa quede andando solita, y nos llevamos el presupuesto a otras cuencas y realizar la misma campaña. Ahora esperan renovar los diez contratos de 2018 y firmar otros tantos en 2019”.
Vio nacer el agua
Clemencia Perafán, del proyecto Destino Leonera, ha visto renacer el agua en su predio Ágora Manantial.
“Esta es una finca en la que hace quince años se había perdido la cobertura vegetal. Se hizo regeneración del bosque y se fue creando un nuevo ecosistema con árboles endémicos y así fue como el agua nació de nuevo”, dice Clemencia.
Ágora Manantial recibe pagos por servicios ambientales y pagos por conservación. Además de conservar el recurso hídrico presta servicios ambientales y educativos, como hostal tipo posada campesina, caminatas verdes, huertas agroecológicas, aromáticas y avistamiento de aves.
Agora Manantial es el resultado de 14 años de trabajo de dos ambientalistas y profesionales que sjunto a un equipo de la comunidad local, trabajaron para recuperar un territorio deteriorado por el abuso de la extracción de roca muerta, y que hoy representa un modelo de sostenibilidad que posibilitan preservar nuestros valores ambientales.
Este proyecto conserva, educa y divulga el patrimonio ambiental y cultural, a través de programas y proyectos productivos, formativos y de investigación que contribuyen a la preservación. En la zona hay 38 especies de aves.
Firmaron
Cuenca Pance: Cooperativa Loma larga: $22.000.000, 57 hs. conservadas y 40 familias beneficiadas.
Fundación Farallones: $123.000.000 325 hs. protegidas y 30 familias.
Asociación Fondo Rotatorio Zona Rural de Cali: $60.000.000, para 171 hs. conservadas y 9 familias.
Cuenca Lili - Meléndez Cañaveralejo:
Cuenca Meléndez Vive: $92.000.000 para 107 hs. de conservación y 20 familias.
Fundación Farallones H2O: $76.000.000, 150 hs. conservadas y 10 familias.
Cuenca Cali:
Acuapichindé: $25.000.000, 37 hs. conservadas y 8 familias.
ASUAP de las veredas El Diamante, La Soledad y El Cedral. $28.000.000 para 32 hs. protegidas y 5 familias.
Hogares Juveniles Campesinos (HJC) La Leonera: Destino Leonera: $37.000.000 para 37 hs. de conservación.
(HJC) Leonera: $22.000.000 para 56 hs. protegidas y 9 familias beneficiadas.
Fundación Ecovivero: $119.000.000, 120 hs. y 16 familias.
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