Nos encontramos en el parqueadero del Santuario de Fátima de Cali esperando al sacerdote Omar Arturo López Pérez. ¿Por qué entrevistarlo? Porque quizá es uno de los curas más influyentes de Cali, a su parroquia asisten líderes gremiales, empresarios y políticos. Pero además porque es un fenómeno en las redes sociales, los asistentes a sus facebook live, se cuentan por centenas, sus transmisiones de La coronilla al Señor de la Misericordia los lunes alcanza a miles: 3000, 6000, 13.000, 20.000 personas.
Sin embargo, su mensaje espiritual trasciende más allá de las redes y centra su evangelio en la generosidad del compartir, de pensar en todos y en especial en el último de todos, “el que piensa en el último levanta a todos”, dice. Un acto de rebeldía en una ciudad como Cali que está dividida en dos.
Mientras lo espero él habla por teléfono y tiene puesta una camiseta negra de Héctor Lavoe. “Padre me gusta su camiseta”, le dice una joven que pasa frente a él.
Me pregunto: Cómo hace este sacerdote para en cada homilía conectarse espiritualmente con tanta gente, con los jóvenes de Cali, conmigo?
El lunes 29 de mayo, a las 10:45 a.m. entregará como párroco las llaves del Santuario en el que estuvo por un poco más de ocho años, se irá a cumplir una nueva misión sacerdotal en Jamundí. Esta es su entrevista de despedida…
Padre, ¿Cuál fue su primera parroquia?
El barrio El Vergel, yo estaba como vicario y en esa transición paso a ser párroco, una experiencia de tres años muy intensos, muy duros, de claros y oscuros, de mucha promoción pastoral, mucha actividad misionera pero también de amenazas, de escoltas, de intentos de asesinato…
¿A usted?
Sí.
¿Por qué?
Porque terminé metido en un lío contra una banda del sector…
¿Cómo fue eso?
Llevaba tres años en la parroquia y hay cosas que uno alcanza a medir, quizás necesitaba un poco más de tiempo para comprender la dimensión total de las decisiones que se toman. Por eso insisto muchísimo en las predicaciones que cada decisión tiene una consecuencia y algunas consecuencias que se toman, que parecen ser muy delgaditas o ingenuas, pueden desencadenar hechos dramáticos.
¿Cuál fue esa decisión?
Eran cuatro niñitos que salían todos los días a robar en una esquina con cuchillo a los otros pelados de la escuela y yo les hice frente, lo que yo no sabía es que detrás de ellos había una banda criminal y de ahí pasa lo de las amenazas, cuatro meses después dos policías me escoltaban… Aguanté hasta donde pude y eso me rompió. Es complicado cuando te dicen que ya pagaron $30 millones para que atenten contra tu vida, después nos damos cuenta que se presentaría un atentado por informaciones que tenía la policía… Tuvieron que sacarme a la carrera y me mandaron para al Bajo Anchicayá.
Eso es en el Chocó profundo…
El obispo me dice: “yo tengo que sacarlo para que usted esté protegido, váyase para allá, va a estar lejos, viva su actividad para que esté más tranquilo” y me pareció muy lindo. Lo interesante es que me manda a un lugar donde uno subía una montaña y lo único que veía eran cultivos de coca, coca y coca. Yo vivía en un caserío, literalmente termine en la Colombia profunda, metiendo la cabeza en la Colombia veredal donde el Gobierno sabe de todos los problemas pero… ¿de qué más vives en un escenario como ese? Lo primero que me dijo el párroco del lugar es que no preguntara y que predicara el Evangelio y acompañará al pueblo de Dios, yo hice eso y viví plena la experiencia…
¿Qué recuerdos lo marcaron de su paso por la Colombia veredal?
Había días en que no había nadie, nadie, nadie en el pueblo, como en esa película apocalíptica y literal me preguntaba: ¿dónde está la gente? Y después me enteré que esa semana estaba todo el pueblo en cosecha de coca… Y llegaba el viernes, el día de pago y con eso los excesos, el licor, las prostitutas y toda la locura. Cuando uno ve el país desde ese lado empieza a entender muchas cosas. A veces es muy fácil juzgar cuando no se conoce a Colombia desde ese lado.
Padre, pero según sé usted también estudió en Roma…
De ahí me mandan para Roma donde estuve dos años y estudié teología pastoral.
¿Qué aprendió allí?
No sabía que existía un mundo así y me decía: “Ojalá todos los colombianos pudieran tener la experiencia de un mundo organizado”. A mí eso me pareció impactante, me daba nostalgia y a veces tristeza. Me costaba creer que ellos habían terminado totalmente destruidos después de la Segunda Guerra Mundial y aun así en menos de 40 años se recuperaron y nosotros llevamos toda una historia de desigualdades. También me impactó la cercanía que ellos tenían con la indiferencia, es impactante ver que hay gente que se muere sola en una casa y que los vecinos se dan cuenta a los cuatro días por el olor… Me sorprendió que hay fe en países tan ricos como Alemania y Francia, hay mucha fe de jóvenes, sí, menos que en Latinoamérica, pero hay fe y tercero que Italia es un pueblo solidario, son miles de millones de dólares que la conferencia italiana dona a nivel mundial a escuelas, colegios, universidades. Aquí no más, en el norte del Cauca la Conferencia Episcopal Italiana está financiando un proyecto de cacao impresionante…
¿Cuándo se devuelve a Colombia?
Llego a Colombia, a la parroquia del barrio El Guabal el día mi cumpleaños, el 27 de agosto (tiene 45 años de edad), ese día tembló, y en mi predicación dije que había llegado moviendo el piso, a los pocos meses Monseñor me dice que el padre Oscar de La Vega ya quiere entregar el Santuario de Fátima y asumo ese reto…
La parroquia del Santuario de Fátima en Cali es especial, a ella acuden, en apoyo espiritual, líderes gremiales, empresarios, políticos, así que su mensaje como párroco llega a personas influyentes…
Veo un catolicismo muy ferviente en la parroquia, la devoción a nivel espiritual es impresionante, los que vienen y viven La Coronilla del Señor de La Misericordia (todos los lunes a las 6:00) saben que es una cosa loca. En la Eucaristía dominical es impresionante la cantidad de personas en las que veo un fervor en todos los estratos que vienen: sectores políticos, altos, medio y la gente más humilde, pero también noto, y con respeto lo digo, que se siente ese elitismo en la que se estalla la ciudad, que es el reventar de dos ciudades, de unas pocas familias que manejan el 75% de la economía de Cali. Hay un cierto elitismo que también nos cuesta y como cristianos la Iglesia Católica debe permear esos corazones. Debo decir que hay un empresariado muy, muy generoso, pero también hay a quienes le importa $5 los que viven de la Simón Bolívar para allá. Hay gente de este lado que conoce hasta el Hotel La Luna (Autopista Sur con Calle 13). Cuando yo decía que venía de El Guabal me preguntaban: “¿Eso en dónde queda?”. Y Créanme que lo ven como el lugar más pobre del planeta, me decían: “Usted viene del hambre”, hay un elitismo en esta ciudad y también un elitismo religioso…
¿Qué es eso del elitismo religioso?
Cuando dicen: esta es mí iglesia, mí celebración, con mí hora, donde solo podemos participar nosotros, con nuestra decoración, con nuestros músicos, con nuestros sacerdotes.
¿Cómo lidió con eso?
Hay que tener mucha paciencia y no juzgar y también tuvieron paciencia conmigo porque hay frases que duelen.
¿Por qué dice eso?
Porque hay frases que duelen… para un empresario que cree que lo único que sirve es su bolsillo; que tú le digas en una homilía: que todos los tacaños se van para el infierno, porque la salvación depende de la generosidad que se tenga con el otro; por más indiferente que tú seas eso te golpea. Entonces hubo un grupo de personas que tuve que resistir con paciencia y con cuestionamientos muy duros porque alguna vez dije que un católico no podía comulgar con las economías ilegales. Todas las parroquias que son santuarios son muy atractivas para esas personas y yo las respeto y valoro pero los católicos no podemos comulgar con el pecado y por eso la palabra tiene que decirse…
¿Cómo reducir esa brecha entre la Cali del Oriente y la Cali del Oeste?
Primero, hay insalvables, personas del lado de acá que seguirán siendo elitistas, soberbias, prepotentes que verán ese lado de allá como un montón de negros que no sirven para nada y son unos mantenidos, esas personas aún vienen a misa. Pero hay un punto de esperanza y por eso hay que seguir trabajando con aquellos empresarios, personas de élite política y espiritual. Por eso la coronilla es genial, porque al Santuario viene gente de Marroquín y se sientan al lado de accionistas de grandes empresas del país y eso pasa en un templo. La señora que vende dulces al lado de la Clínica de Los Remedios se sienta al lado de ejecutivos que ganan millones de pesos. Son puntos de encuentro espiritual, que no tienen orden político, ni intereses económicos, sino que son culturales, sociales y religiosos.
¿Cuál fue su mayor logro en el Santuario de Fátima?
Con humildad lo digo, continuar con un proceso pastoral que el padre Oscar De La Vega empezó con una evangelización centrada hacia los jóvenes. Actualmente, en los grupos de la parroquia hay 200 jóvenes y no hay ninguna parroquia en Cali que tenga tantos jóvenes, los lunes de la Coronilla pueden participar 2000 personas donde el 70% son menores de 40 años. Yo creo que para mí ese es el mayor logro, que el santuario se convirtió en un centro focal de la espiritualidad juvenil.
¿Para usted, cuál debe ser el perfil del próximo alcalde de Cali?
Primero que sea honesto, pero no solo honesto porque no se roba la plata, sino honesto porque genere una cultura del trabajo, yo le escuchaba al alcalde Armitage decir: trabajemos duro y seamos buenas personas. Segundo tiene que ser ordenado, yo sé que es un problema de país. Algunas vez escribí para una gaceta italiana que los países que pasaron de ser economías emergentes a grandes potencias basan su principio de desarrollo primero en el orden y después en la educación...el orden es la disciplina de respetar.
¿Denos un ejemplo padre?
Hace pocos días estaba desesperado en un trancón y pensaba: Dios mío póngale cámaras de fotomulta a toda la ciudad, en cada esquina y verán que hasta los trancones se acaban. Después del estallido social quedamos con un desorden social que da miedo y a eso hay que ponerle límites.
¿Por qué le da miedo?
Porque se ven agresiones a los policías, a los guardas de tránsito y pasan por encima de todo y nadie puede decir nada porque de lo contrario te hacen daño... Lo primero es el orden y lo segundo es que hay que hacer una inversión muy grande en educación.
Qué opinan de los que dicen que usted es un cura instagramer, youtuber, influencer...
No tengo problema con eso. Ayer (miércoles) hice una transmisión y hoy tengo más de 3000 familias que la vieron. Detrás de cada reproducción hay una persona y que llegue al templo alguien que yo nunca vi en mi vida y me diga: “Usted me acompañó en los dos años de pandemia y cada noche con usted era como sacar la cabeza del ahogo”, para mí eso es muy valioso. Yo no monetizo, inclusive, ni hice la preparación que realizó la Arquidiócesis para hacer mejores vídeos, yo lanzó eso (las redes sociales), porque en el fondo el evangelio es lo que mueve. Uno dice, aquí vinieron 2000 personas a la coronilla, que montón de gente, pero con las transmisiones podemos llegar a 13.000 personas y en Cali no hay templo para eso.
¿Tal vez un sector más ortodoxo de la Arquidiócesis no ve con buenos ojos eso?
Sabés que no, porque se habla solo de evangelio y yo solo leo textos bíblicos. Evidentemente, hay unos espacios, dentro de la extrema ortodoxia, que no se viven tanto en el santuario, pero el Arzobispo nunca me ha dicho nada. Sobre todo hay algunos laicos ultraortodoxos, ni siquiera compañeros, que me dan sus objeciones sobre algunas posturas que yo tengo...
Por ejemplo...
Alguna vez, siguiendo al Papa Francisco, dije en una oración que Dios nos quería así tuviéramos diferentes formas de amar y eso fue leído por un grupo muy ultraconservador que yo estaba aprobando la homosexualidad y la comunidad LGTBIQ.
Padre, ¿Qué libros tiene en la mesa de noche?
Soy ansioso por leer y ahora tengo 6 o 7 libros que tengo iniciados... estoy a dos páginas de terminar la Bailarina Auschwitz (Edith Eger), que es la historia de una joven húngara que sobrevivió a los campos de concentración; en la Kindle tengo la Evangelización De Las Grandes Ciudades, de la Conferencia Episcopal de Barcelona. Ahora está empezando a gustarme un libro que se llama El Aroma Del Tiempo (Byung-Chul Han) este filósofo coreano tiene unos argumentos impresionantes; y ya en mi maletín, cuando voy a la odontología, tengo un librito de Séneca que se llama La Esencia de la Felicidad, un libro importante hoy que el estoicismo está pegando muy duro.
Recomiéndele a nuestros lectores un plan o sitio para ir en el oeste y otro en el oriente de Cali… Yo me enloquezco con la bicicleta. La ruta de los martes Spiwak – Tres Cruces es sensacional. En el oriente hay una venta de salchipapas que queda cerca al Santuario de la Divina Misericordia donde venden una salchipapa como de cuatro toneladas, en el barrio Ricardo Balcazar y te la venden con cualquier cantidad de los extras inimaginables que puedan existir en la gastronomía.
¿Y en su playlist qué está escuchando?
Retomé mi emoción por Depeche Mode, el álbum que se llama El Adiós De Las Almas, estoy ahorrando para irme al concierto en Bostón el 31 de octubre. Pero soy muy ecléctico y en mi Playlist está siempre Felipe Pirela...
¿Y por qué?
Porque mi papá fue alcohólico 46 años. Era un alcohólico responsable. Nunca durmió fuera de la casa, nunca tuvo una mujer por fuera de la casa, nunca tuvo un hijo por fuera de la casa, pero los jueves, viernes, sábados y domingo salía a las 2 de la tarde y llegaba a las 11:00 de la noche borracho. Y llegaba, y me despertaba y me decía: “Levántese mijo, póngame la canción”, y yo me quedaba dormido mientras él se tomaba su botella, esa música se me quedó grabada en el corazón...