Desde hacía seis meses en las calles de la ‘Sucursal del Cielo’ no se sentía tanta alegría. Por tres días consecutivos -jueves, viernes y sábado- el Parque Alameda y el Bulevar del Río pusieron a vibrar a la ciudad a ritmo de salsa, pachanga y boogaloo. El ‘Agüelulo de la Esperanza’ no solo reactivó la rumba en Cali -y de paso el empleo- sino que le dio un respiro a quienes ya no aguantaban más estar encerrados en sus casas sin poder bailar-así fuera en pistas al aire libre-.
Lea también: Los aprendizajes que hasta ahora deja el piloto para la reactivación de la rumba en Cali
María Lyda Restrepo, bailadora de la Vieja Guardia, fue una de las caleñas que se gozó de principio a fin este “tremendo rumbón”. Asegura que no ‘azotaba baldoza’ desde marzo, cuando se cerraron los bares y discotecas en la ciudad por cuenta de la pandemia del Covid-19. Pero su desquite, por fin, llegó este fin de semana.
“El piloto fue algo fenomenal que, además de resaltar la caleñidad, nos dio un espacio para que nos pudiéramos divertir sanamente, como en los tiempos del ‘Agüelulo’, por allá en los años 60 y 70 en los que no se consumía licor en las rumbas”, comenta la mujer, que asistió al evento en el Parque Alameda.
Allí, los discómanos de La Duboney, El Portón Caldense, El Habanero, Manicero, Bronx, Siboney, Master Club, La Bamba, Son Caribe, Tíbiri Tábara, Bailatino, Libaniel y La Sirena, fueron los encargados de ambientar la fiesta, que de manera simultánea también se tomó el Bulevar del Río entre las 4:00 p.m. y la 1:00 a.m., donde participaron Mamut, La Topa Tolondra, Cimarrón, Mala Maña, La Caldera del Diablo, Punto Baré, Tin Tin Deo y Zaperoco.
Para estas 21 salsotecas la luz verde llegó con el ‘Agüelulo’ que, de acuerdo con José Darwin Lenis, secretario de Cultura Municipal, se espera repetir en 15 días no solo en el Parque Alameda y el Bulevar del Río, sino en la Carrera 66. Sin embargo, todo dependerá de que los contagios no vayan a aumentar, por lo que instó a seguir manteniendo las medidas de autocuidado.
Y es que la pandemia fue un golpe “devastador” para los 1386 bares y discotecas que a principio de este año había en Cali, de los cuales el 23,6 % (327 establecimientos) cerraron sus puertas de manera definitiva por efecto de las medidas de aislamiento, según cifras del Centro de Inteligencia Económica y Competitividad de la Alcaldía.
Algunos de los negocios que no cerraron, como Zaperoco, resistieron la tormenta gracias a los aportes voluntarios de los clientes que permitieron sostener este templo de la salsa caleña. Quizás, esa solidaridad surgió porque el bar se reinventó y, en teoría, nunca dejó de funcionar.
“Desde el 5 junio, y cada 15 días, empezamos a hacer unas rumbas virtuales donde congregábamos por la aplicación Zoom a los clientes para que bailarán desde sus casas. Fue una locura; en una ocasión tuvimos 600 personas conectadas”, dice Johana Cote, empresaria de Zaperoco.
La magia de los nuevos comienzos
A través de sus ojos verdes y su amabilidad, la libanesa Malaki Ghattas, propietaria del restaurante de comida árabe Litany, transmite la emoción de volver a atender clientes después de que su negocio estuviera cerrado por casi seis meses. El establecimiento, ubicado en el barrio Granada, abrió sus puertas el pasado 27 de agosto cuando se lanzó el piloto para reactivar los restaurantes de ese sector de la ciudad.
Malaki varias veces pensó en cerrar, pero pudo resistir la ‘letalidad’ de la pandemia gracias a que sus clientes le dieron el impulso para que incursionara en un mercado que nunca antes había experimentado: los domicilios. Al principio, estos solo le representaban el 10 % de las ventas, pero con la apertura del negocio, las mismas subieron hasta el 25 %.
“Hoy, el plato que más estamos vendiendo es el mixto, del cual estamos donando el 10 % de los ingresos para los afectados de Beirut (capital de su natal Líbano)”, señala Malaki.
Para Claudia Ruiz, fundadora y propietaria del restaurante Pacífico, en Granada, el comienzo ha sido bastante difícil, “pero mucho mejor que cuando estábamos haciendo domicilios”.
“Poco a poco, con la apertura de los vuelos y del transporte intermunicipal, nos hemos ido normalizando, solo que todavía la gente está temerosa de salir de su casa por el tema de los contagios, y por eso estamos siendo muy rigurosos con los protocolos de bioseguridad, con el fin de darle tranquilidad a nuestros clientes”, expresa Ruiz.
Según cuenta Brany Prado, director ejecutivo de Acodres, seccional Valle, las tres semanas que lleva operando el gremio grastronómico en Cali “ha dejado un balance satisfactorio” ya que se han podido recuperar 8040 empleos, de los 18.000 que se perdieron por la crisis del covid. Asimismo, asegura que se espera recuperar la totalidad de esos puestos de aquí a diciembre, siempre y cuando no haya rebrotes de esta enfermedad.
“Además, algo muy positivo es que, hasta el 31 de agosto, 100 restaurantes que habían cerrado sus puertas durante la pandemia, volvieron a la vida, y esperamos que muchos más puedan abrir de nuevo con el fondo de reactivación y el plan de salvamento que estamos haciendo con el Concejo”, precisa Prado.
Caleños también están retomando vida social y deportiva
Esta semana, y después de cinco meses sin entrenar, Charles Bevan, deportista máster de natación y socio del Club Campestre de Cali, retomó sus entrenamientos en este lugar.
“En este deporte, el estado físico se pierde muy rápido y es lo primero que quiero recuperar”, subraya Bevan.
Hace ocho días, la Alcaldía le dio el aval al Club Campestre para abrir sus puertas, así como a los gimnasios, clubes deportivos y centro recreativos de la ciudad, que juntos generan cerca de 7000 empleos directos.
“Solamente los clubes Campestre, Shalom, Colombia, Farallones y de Tenis, generamos más de 1300 empleos directos y 3700 indirectos. Por eso estamos muy contentos con la reactivación”, afirma Rolando, gerente del Club Campestre.
Entre tanto, Fernando Marín, gerente de la Corporación para la Recreación Popular, CRP, asegura que cuatro parques de esta organización serán abiertos al público el próximo 15 de septiembre.
“Abriremos el Acuaparque de la Caña y los parques recreativos Barranquilla, Plazas Verdes y Pacará, en deportes individuales como tenis y patinaje, además de actividad física individual. Después realizaremos de manera progresiva la apertura de los 20 parques restantes que operamos”, explica Marín.
De esta manera, y paulatinamente, la vida en la capital del Valle vuelve a retomar su normalidad. Argemiro Cortés, secretario de Desarrollo Económico, indica que con todos los pilotos que se han hecho en la ciudad (que incluyen los de las peluquerías, moteles, transporte intermunicipal, etc.), “se han logrado recuperar aproximadamente 100.000 empleos, de los 240.000 que se perdieron durante la pandemia”.
“Apenas estamos iniciando, el camino es largo y hay una brecha enorme que tenemos que llenar de aquí a diciembre. A nivel personal estoy feliz, pero honestamente también me da miedo que haya rebrotes del covid y que las miradas inquisidoras vayan a venir sobre mí, que lo único que he tratado de hacer es un balance entre las medidas de salud pública y la necesidad del empleo”, concluye Cortés.