Después de un año de transitar la pandemia, en medio de un tercer pico de contagios y con un modelo ‘acordeón’ vigente (confinamiento durante tres días y se abre durante cuatro días), en el tintero está presente la duda de qué tanto ha mejorado el comportamiento de los caleños de cara al cumplimiento de las medidas restrictivas y su rol para mitigar la replicación de casos de Covid-19.

El debate surge luego que durante el primero de los dos toques de queda continuos que se decretaron durante los últimos días de abril (el siguiente iniciará este miércoles a las 8:00 p.m. y terminará el domingo), las autoridades tuvieran que atender más de 18.092 llamadas a la línea 123.

De hecho, entre el 23 y 25 de abril, cuando rigió el confinamiento, fueron intervenidas 131 fiestas en la ciudad y se impusieran 2048 comparendos por desacatar las restricciones, de acuerdo con los registros aportados por la Policía Metropolitana de Cali.

Según explicó el comandante de la Mecal, general Juan Carlos Rodríguez, durante el confinamiento también se detectaron 604 riñas. “De ellas, el 45 % correspondieron a temas de violencia intrafamiliar y el otro 55 % correspondieron a situaciones diferentes. Estos eventos se presentaron con mayor incidencia en el sector oriente de la ciudad”, explicó Rodríguez.

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Para el secretario de Seguridad y Justicia de Cali, Carlos Rojas, si bien en la ciudad hay un acatamiento mayoritario de las medidas restrictivas como el toque de queda, el pico y cédula y la ley seca, preocupan ciertos brotes de indisciplina y comportamientos que se tornan lesivos y reiterados.

“Nos preocupa el consumo de licor. Hemos notado en los diferentes fines de semana, sobre todo en los últimos que hemos venido haciendo operativos, una compra muy grande de licor por parte de mucha ciudadanía para consumo en el interior de sus viviendas. Paralelo a ello vemos un llamado gigantesco al 123 por las riñas, esta relación riñas y licor se está volviendo un tema supremamente complejo en Cali”, afirmó Rojas.

Al funcionario le asiste razón en su preocupación, pues entre el 1 de enero y el 24 de abril de este año se han impuesto 20.380 comparendos relacionados con comportamientos que ponen en riesgo la vida e integridad, como son las riñas y agresiones tipificadas en el Código de Policía. Dicha cifra representa un incremento de 11.839 sanciones (138,6 %) en comparación con las impuestas en el mismo periodo del año pasado, cuando hubo 8541 comparendos por el mismo tema.

¿Qué pasa con los caleños?

Para la socióloga e investigadora Elizabeth Gómez hoy es más sencillo que las personas que conviven con familiares, quienes tienen un trabajo estable y tienen condiciones de estar en casa cumplan las reglamentaciones.

“Las rumbas clandestinas tienen un público entre los 20 y 30 años, que no tiene pareja estable o hijos, que no son responsables de adultos mayores. Esto obedece a un ciclo vital, porque esta población no tiene suficientes opciones de esparcimiento y la gente está desesperada por salir”, dijo Gómez.

La analista señaló que las medidas restrictivas “se han desgastado y se ha dejado a la gente sin opciones, por lo que hay que cambiar las medidas de prohibición por unas permisivas; es decir, en lugar de cerrar los ríos se podría habilitar el acceso con aforo por tiempos y turnos, con regulación de la Policía. Las medidas restrictivas no funcionan cuando son solamente prohibitivas y no dan espacio para que la gente resuelva condiciones de vida”.

Respecto a la vasta ocurrencia de riñas, Gómez advirtió que las condiciones actuales de la ciudad inciden en que estos comportamientos se den con mayor frecuencia.

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“El licor, las fiestas y el confinamiento generan una bomba social. La gente está en una situación de presión y con nada explota. Hay gente que está desesperada porque no tiene empleo; las situaciones sociales de vida y de convivencia en los hogares ha empeorado. Las condiciones de precariedad a las que nos ha conducido la pandemia empeoran la capacidad de afrontar una desavenencia”, explicó la socióloga e investigadora.

Por su parte, la epidemiólga Lyda Osorio indicó que si bien entre los ciudadanos hay una fatiga por las medidas restrictivas, no es el momento de relajar o dejar de lado decisiones básicas de autoprotección.

“Esto es un ciclo vicioso porque si nos fatigamos y cansamos, bajamos la adherencia a las restricciones de la movilidad y los protocolos y esto termina aumentando la transmisión. Si todos incorporamos las rutinas de uso del tapabocas, higiene de manos, distanciamiento, controlar aforos y accesos, es menos probable que se tengan que dictar restricciones y confinamientos”, aseguró Osorio.

Restricciones en Cali y el Valle

Hoy el toque de queda en Cali inicia a las 8:00 p.m. y se extiende hasta las 5:00 a.m. de mañana, miércoles.

No obstante, desde las 8:00 p.m. de este miércoles, 28 de abril, hasta las 5:00 a.m. del domingo, 2 de mayo, regirá de forma continua el toque de queda en la ciudad.

Durante los días del confinamiento estarán vigentes 38 excepciones, entre las que se cuentan las urgencias médicas o veterinarias, la compra de víveres (de acuerdo al pico y cédula), las personas que tienen cita para vacunarse, quienes tienen un viaje y justifiquen el desplazamiento, entre otras.

Por su parte en el Valle del Cauca debido al aumento de contagios y de fallecimientos por covid, en consenso con los alcaldes de 40 municipios, excepto Cali y Buenaventura, se decretó el toque de queda a partir de este jueves 29 de abril a las 10:00 p.m. hasta el domingo 2 de mayo a las 5:00 a.m.

Respeto a la autoridad

Al igual que las riñas, este año también ha incrementado en Cali el desconocimiento e irrespeto a la autoridad. Según la Policía, entre el 1 de enero y el 24 de abril se impusieron 14.113 comparendos por comportamientos que afectan las relaciones con las autoridades, lo que deja ver un incremento de 3698 notificaciones respecto a las 10.415 impuestas en el mismo periodo del 2020.