¿Cómo fue posible el milagro de que una clínica que comenzó con siete quijotes de la Medicina, Martín Wartenberg, Jorge Araujo, entre otros, en una casa del barrio Centenario, se haya convertido en la mejor de Colombia?
La historia es así. Un día me fui donde el doctor Martín Wartenberg, que era mi médico personal, a hacerme unos chequeos y en medio de la consulta Martín me contó que él y otros colegas estaban en el cuento de crear una clínica de alta complejidad, porque si uno se enfermaba aquí tenía que pedirle a Dios dos cosas: tiempo y plata para irse a otra parte.
Me invitaron a la Primera Junta de la Fundación y recuerdo que me dijeron, ‘Vicente aquí tenemos una idea, no tenemos plata, no tenemos proyecto, no tenemos nada, pero se necesita, qué puede dejar usted?’. Y yo respondí: muy sencillo, hay que hacer esta clínica.
Y es que en la vida yo he tenido la convicción de que si hay una necesidad de esa magnitud, tiene que haber una forma de solucionarla. La Constructora Meléndez había ofrecido un lote de 50.000 metros cuadrados, con la condición de que si en cuatro años no se hacía nada, teníamos que devolverlo.
Entonces logré que Conciviles me fiara la realización de un hueco inmenso en el lote que era donde yo llevaba a los empresarios para que vieran que sí se estaba haciendo algo y para que se animaran a aportar. Y ya con el hueco comenzamos a recibir apoyos de gente como don Eugenio Castro. Arrancamos la obra y comenzó a aparecer gente que, cuando vio que la cosa iba en serio, comenzó a subirse al bus. Y el sector financiero también ayudó.
Fue un proceso lento, pero no paramos ni un momento. Y lo que se había demorado siete años hablando paja, lo hicimos en cuatro años.
Mucha gente cree que esta es una clínica para ricos. ¿Eso es verdad?
Aquí no atendemos enfermedades, aquí atendemos seres humanos enfermos y los seres humanos somos iguales. Hay una anécdota muy interesante. Una vez tuvimos que hospitalizar en Cuidados Intensivos al doctor Carlos Ardila y a su lado había un señor de apellido Lucumí, de Puerto Tejada, y recibía exactamente el mismo tratamiento, en el mismo sitio y con los mismos equipos del doctor Ardila. Allí no puede haber diferencias y esa es una de las grandes cosas que ha logrado Colombia con la Ley 100.
Sería imperdonable entrevistar a un exalcalde de la ciudad y no preguntarle qué opina del actual Mandatario y cómo ve la ciudad hoy.
Desafortunadamente el doctor Ospina en su primera Alcaldía y en su segunda dejó muchas dudas sobre la honestidad y la transparencia en el manejo de la ciudad. Si en algo hay que ser estricto y no ceder a las tentaciones es cuando uno adquiere responsabilidades de ese nivel, porque la mejor forma de enseñar es con el ejemplo y si se daña la cabeza se daña todo de allí para abajo. A mí no me consta nada, pero Ospina afronta decenas de investigaciones y ese sentido de corrupción y de interés económico en el manejo de la cosa pública se irradia hacia abajo, entonces la imagen que hay de la Alcaldía de Cali hoy es una tragedia, que reflejan las encuestas de opinión. ¿Cuándo, por Dios, un alcalde de Cali había tenido casi un 90 % de opinión negativa?, nunca.
Eso ha generado una desmotivación y una desmoralización en la ciudad que la ha llevado al deterioro absoluto que vivimos hoy. Pero, además de los problemas de corrupción, a mí me tocó vivir la tragedia del paro. En la Clínica Valle del Lili estuvimos a dos horas de no tener oxígeno y si eso ocurría habrían muerto 300 pacientes de cuidado intensivo. Y este personaje, perdóname la palabra, cagado del susto, o promoviendo el desorden. ¿Por qué Cali fue la ciudad del país que más destrucción tuvo durante el paro? Porque no hubo autoridad y hubo tolerancia y ¿cuál es el objetivo de permitir que la ciudad se destruya? Para contratar que la reconstruyeran y cobrar comisión. Mire a quién le dieron esos contratos. Ospina tiene una responsabilidad muy grande por el deterioro de la ciudad y con la desmoralización de la ciudad. Lo que hay es un desastre y para los que nacimos aquí y fuimos alcaldes es muy doloroso verla así.
Hablemos de cosas más agradables. ¿Cómo fue posible el milagro de que una clínica que comenzó con siete quijotes de la Medicina, Martín Wartenberg, Jorge Araujo, entre otros, en una casa del barrio Centenario, se haya convertido en la mejor de Colombia?
La historia es así. Un día me fui donde el doctor Martín Wartenberg, que era mi médico personal, a hacerme unos chequeos y en medio de la consulta Martín me contó que él y otros colegas estaban en el cuento de crear una clínica de alta complejidad, porque si uno se enfermaba aquí tenía que pedirle a Dios dos cosas: tiempo y plata para irse a otra parte.
Me invitaron a la Primera Junta de la Fundación y recuerdo que me dijeron, ‘Vicente aquí tenemos una idea, no tenemos plata, no tenemos proyecto, no tenemos nada, pero se necesita, qué puede dejar usted?’. Y yo respondí: muy sencillo, hay que hacer esta clínica.
Y es que en la vida yo he tenido la convicción de que si hay una necesidad de esa magnitud, tiene que haber una forma de solucionarla. La Constructora Meléndez había ofrecido un lote de 50.000 metros cuadrados, con la condición de que si en cuatro años no se hacía nada, teníamos que devolverlo.
Entonces logré que Conciviles me fiara la realización de un hueco inmenso en el lote que era donde yo llevaba a los empresarios para que vieran que sí se estaba haciendo algo y para que se animaran a aportar. Y ya con el hueco comenzamos a recibir apoyos de gente como don Eugenio Castro. Arrancamos la obra y comenzó a aparecer gente que, cuando vio que la cosa iba en serio, comenzó a subirse al bus. Y el sector financiero también ayudó.
Fue un proceso lento, pero no paramos ni un momento. Y lo que se había demorado siete años hablando paja, lo hicimos en cuatro años.
Mucha gente cree que esta es una clínica para ricos. ¿Eso es verdad?
Aquí no atendemos enfermedades, aquí atendemos seres humanos enfermos y los seres humanos somos iguales. Hay una anécdota muy interesante. Una vez tuvimos que hospitalizar en Cuidados Intensivos al doctor Carlos Ardila y a su lado había un señor de apellido Lucumí, de Puerto Tejada, y recibía exactamente el mismo tratamiento, en el mismo sitio y con los mismos equipos del doctor Ardila. Allí no puede haber diferencias y esa es una de las grandes cosas que ha logrado Colombia con la Ley 100.
La Ley 100 generó la oportunidad a la gente de acceder a los servicios de salud y después la Corte Constitucional en 2007, lo volvió un derecho fundamental. En 1969, cuando dirigí el Hospital Universitario, la gente iba a pedir servicios de caridad y se los dábamos en la medida que podíamos y cuando no había más dónde meter la gente, la gente tenía que irse donde un yerbatero.
¿Qué porcentaje de las personas, digamos, de estratos uno, dos y tres atiende la Fundación?
El 75 % de los de las personas enfermas que atiende la Fundación son de esos estratos.
¿Cuándo usted elogia las bondades de la Ley 100 me da pie para preguntarle si el sistema de Salud de Colombia es el peor del mundo, como dice el presidente Petro?
No hay nada más peligroso que la ignorancia en el poder. Esa frase del Presidente refleja una absoluta ignorancia. Yo conozco los sistemas de salud de todo el mundo. Y le puedo decir que muy pocos sistemas, como el colombiano, ofrecen cobertura universal. Eso no lo tiene ni Estados Unidos, que gasta entre el 18 y el 19 % del PIB en salud. Nuestro sistema ha permitido que gente que no tiene nada tenga acceso, por ejemplo, a la Fundación Valle del Lili. Y le voy a dar un dato frente a la mierda que hablaba la señora Corcho: nos propusimos reducir la mortalidad materna en la Costa Pacífica de Colombia, que era altísima y muchas madres cabezas de familia morían, una tragedia social. Nos propusimos con un programa, el hospital Padrino, visitarlos y darles asesoría virtual a los centros de salud de decenas de poblaciones, pudimos involucrarlos en las cosas básicas para combatir la mortalidad materna. Resultado, el año pasado la mortalidad posparto fue cero y sin gastar mayor cantidad de dinero ni hacer barbaridades.
¿Le gusta la propuesta de crear 3000 centros de atención en salud?
Hay un fenómeno que no ha tenido en cuenta este gobierno. El mundo se está urbanizando. El 70 % de la población colombiana vive en ciudades. Entonces eso de crear centros de salud de alguna complejidad en las zonas más apartadas no es un error, es una estupidez, porque usted puede llegar a las zonas rurales con apoyos básicos y remitir a centros urbanos. Pero qué médico especializado, que se ha quemado las pestañas estudiando 14 años, se va a ir a trabajar a Puerto Merizalde, nadie.
En esas poblaciones hay que tener sistemas de supervisión básica en salud, que ya existen. Y cuando haya pacientes de alta complejidad remitirlos a centros especializados en las ciudades, es lo que hacemos aquí.
¿Qué le va a pasar a los colombianos si se aprueba la reforma de salud como pretende el Gobierno?
Fácil, mire lo que pasa en Venezuela. Aquí estuvieron hace dos años los médicos de la Clínica La Trinidad, de Caracas, que llegó a ser una de las mejores clínicas de América Latina. Llegaron a mi oficina físicamente llorando porque no tenían con qué trabajar y la gente se les estaba muriendo, les regalamos cajas de antibióticos, de drogas. Mire Cuba.
La señora Corcho, y el Gobierno, lo que quieren es destruir el sistema, estatizarlo y volvernos a todos unos mendigos de servicios de salud. Pero los más afectados van a ser los pobres, que son el 70 % de los pacientes que atendemos en la Fundación, porque la gente que tenga recursos pagará una medicina prepagada o se irá para el exterior a que lo curen. ¿Quién le va a hacer un trasplante de riñón o de corazón, que vale millones y millones que hoy pagan las EPS, a un niño pobre? Nadie.
El Gobierno no ha entendido el concepto de aseguramiento, mediante el cual hay un universo de usuarios y unos subsidian a otros y si se acaba el sistema de aseguramiento, ¿quién va a subsidiar a los que no tienen?
No puede ser destruir lo que se ha construido para comenzar otra cosa que no tiene sentido, porque no hay recursos para eso, lo dijeron los exministros Ocampo y Gaviria.
¿Qué cambio le haría entonces al sistema de salud?
Yo corregiría errores como la integración vertical. Cuando usted tiene aseguramiento no puede tener prestación de servicio, es como si una empresa aseguradora vende un seguro de automóvil y tiene el taller y el almacén de repuestos. Tiene que existir un sistema de aseguramiento sólido, con unas primas razonables y un sistema de prestadores sólido, porque también hay muchos médicos y muchos hospitales que abusan; entonces hay que tener un sistema de auditoría serio. Hay que crear una entidad como la Superintendencia Financiera que dé reglas de juego claras y haga una auditoría y una supervisión transparente.
¿Cómo era esa fundación que se inauguró en 1994 y cómo es la fundación 30 años después?
En términos médicos, la inauguramos con 90 camas, 8 de cuidado intensivo, 4 salas de cirugía y unos consultorios. Hoy tenemos casi mil camas en más de 100 mil metros cuadrados de construcción. Además, tenemos otras cuatro sedes adicionales. Trabajan con nosotros 9000 empleados y contamos con casi mil médicos.