Aun mes y medio de la llegada del alcalde Carlos Fernando Galán, no le ha sido posible frenar la cantidad de atracos en Bogotá, los cuales comenzaron en la polémica alcaldía de la exmandataria, Claudia López.
Para empeorar la situación, no se han presentado capturas en ninguno de los casos, por lo que hay una sensación de impunidad.
Uno de los afectados por la oleada de hurtos es Sebastián Gómez, un joven abogado de 27 años de edad, quien le contó su testimonio a SEMANA: “Siento pavor de volver a salir a la calle. Estoy aterrorizado, lleno de miedo, sin ganas de salir de mi casa, asustado de ponerme en riesgo y perder la vida en un segundo a manos de unos delincuentes que hacen lo que se les da la gana en Bogotá, sin que las autoridades hagan nada al respecto”.
Gómez casi pierde la vida cuando uno de los ladrones le apuntó a la cabeza con una pistola y lo intimidó diciéndole que “si insistía en hacerse el héroe”, lo asesinaría, en medio de un atraco masivo en una cervecería.
Así como él, miles de personas tienen temor al salir a la calle, ya que son aterrorizados con pistolas traumáticas o armas de fuego para lograr botines millonarios producto de sus actuaciones ilegales.
Ángel Toloza fue víctima de un hurto en la cervecería Tributo Cervecero, el pasado 10 de febrero, a las diez de la noche, en el barrio Ortezal, en Teusaquillo, cerca de Corferias, en Bogotá. “Estaba compartiendo con unos amigos cuando llegó un hombre armado a robarnos los celulares. Nos insultaba, nos trataba mal y nos amenazaba diciéndonos que nos quedáramos quietos o de lo contrario nos pegaba un tiro. Uno siente demasiada impotencia de no poder hacer nada. Éramos 12 personas las que estábamos en el lugar, pero ninguna pudo reaccionar. Gana más el miedo de que nos puedan matar”.
Mientras esto ocurría y Ángel era amenazado con el arma de fuego, su amigo Sebastián, quien salía del baño, agarró una botella con la intención de atacar al ladrón, pero por poco es asesinado por el gesto heroico. “Estaba esperando la oportunidad de tirarle la botella, porque éramos varias personas las que estábamos en el bar y podíamos reducir al ladrón, pero el tipo me amenazó, me apuntó a la cabeza y me dijo que me quedara quieto, que no me hiciera el héroe o me mataba. Quedé frío, me sentí completamente vulnerable, violentado, más aún cuando todo ocurrió en un establecimiento comercial y no en la calle. Pero lo cierto es que hoy en Bogotá en ningún lado uno está seguro”, comentó la víctima.