Sha le pide al conductor de la van que le suba el volumen a la radio y comienza a tararear una bachata de Romeo Santos. La mayoría de sus compañeros hacen lo mismo. Son por lo menos 12 israelíes, mochileros todos, que se dedican a recorrer Colombia. En esta mañana de lunes se dirigen desde Cali hasta el municipio de Corinto, en el departamento del Cauca, en un tour bastante particular: el Cannabis Tour.

– La marihuana me relaja, pero en mi caso no fumo mucho; una o dos veces por semana. De este tour me enteré en el hostal donde me estoy quedando y sentí curiosidad. En Israel la cannabis es muy cara y está prohibida.

Sha llegó a Colombia hace unos días desde Panamá y no sabe cuánto tiempo permanecerá en el país, ni cuál será su próximo destino. Durante su servicio militar ahorró todo lo que pudo y el dinero, explica, lo está utilizando para recorrer el mundo.

Aquella es casi una cultura de los jóvenes en Israel. El servicio militar es obligatorio tanto para hombres como para mujeres y muchos, al terminar, se convierten en mochileros durante meses.

Walter González, el organizador del Cannabis Tour, confirma que la mayoría de sus clientes son extranjeros – precisamente israelíes – a los que les interesa la cannabis “con fines recreativos”.

Sin embargo - Walter se encuentra en el asiento delantero de la van - aclara que el objetivo del recorrido es otro: promover el turismo en las regiones en posconflicto tras el acuerdo de paz entre el gobierno y la guerrilla de las Farc, y la legalización de la marihuana para usos medicinales. Ir a donde, por la guerra, no se podía ir.

– Todo nace desde la Expomedeweed, la primera Feria de la Cannabis Medicinal que se realizó en 2016 en Medellín y que este año será entre el 24 y el 27 de noviembre. Un amigo, Henry Muñoz, la realiza. Con los conferencistas que participaron en la primera versión– médicos, científicos, empresarios – se hicieron viajes al Cauca para conocer la manera en que los campesinos e indígenas cultivaban la marihuana y ahí me surgió la idea de hacer lo mismo, pero con turistas.

Walter y su socia, Mónica Blanco, se han dedicado durante décadas al turismo. Vivieron en San Andrés, donde el turismo es cada vez más competido, así que decidieron buscar otros destinos. Ambos son los dueños de Promoviajes, la agencia que desde Cali ofrece abiertamente en las redes sociales y en los hostales de la ciudad el Cannabis Tour.

– Nosotros hicimos un filtro con la Sijin después de que empezamos el tour. Nos hicieron una entrevista y los investigadores determinaron que lo que hacemos es turismo: un viaje a los cultivos de marihuana que se destinarán a fines legales– contaba Mónica unos días antes del recorrido hacia Corinto, cuando se encontraba en la plazoleta de comidas de un centro comercial. Horas después envió por correo electrónico los registros que le permiten a su empresa operar legalmente.

La dosis personal de marihuana también es legal en Colombia, 20 gramos, un puñado de la hierba, por lo que el tour incluye como obsequio, para el que lo desee, una dosis de la variedad que se produce en Corinto: punto rojo. Entre los consumidores tiene fama de ser una variedad fuerte.

La van se dirige a una velocidad promedio de 80 kilómetros por hora en carreteras estrechas sin demasiado tráfico, típico de un lunes a las 10 de la mañana. En la radio generalmente hay un reggaetón que permanece en el top de los más escuchados en Colombia y que los israelíes conocen e intentan seguir con un español limitado. Otros silban para seguir el ritmo. Es curioso cómo la música puede vincular a las personas sin importar el idioma o la nacionalidad. Ahora suena un reggaetón de Manuel Turizo que es bastante pegajoso: ‘Una lady como tú’.

Mientras tanto Walter, camiseta negra, jeans, las canas de quien ronda los 40, insiste en que la marihuana como recreación no es lo fundamental del tour, así la mayoría de los que lo toman lo hacen por esta posibilidad.

Lo realmente importante, continúa, es mostrar las alternativas que tienen las regiones y su gente después de que el gobierno autorizara cultivar cannabis bajo ciertas normas y con fines legales, lo que genera las condiciones para que florezca una nueva industria.

En el Cauca, por ejemplo, se aliaron empresarios colombianos e israelíes para construir la primera planta de aceites y derivados del cannabis, que serán comercializados por la empresa One Colombia.

– Algunos nos critican por hacer este tour, nos dicen que difundimos la imagen de que el país sigue siendo una nación de drogas, pero lo que pretendemos es todo lo contrario: ampliar la oferta turística de Cali mostrando la Colombia que se está intentando construir después de la paz con las Farc. También buscamos entrar en esta nueva industria legal del cannabis en la que el país tiene mucho potencial. Entre nuestros objetivos, además del tour, está crear una granja de cannabis, un hotel temático y un lugar donde las personas puedan hacer sus tratamientos con la planta. Turismo de bienestar – dice Walter mientras mira por la ventana de la van.

El senador Juan Manuel Galán fue quien impulsó, en 2016, la Ley 1787 que regula en Colombia el uso médico y científico de la marihuana. En abril de 2017 los ministros de Justicia, Salud y Agricultura firmaron el Decreto 613 que le permite a las empresas o a las personas naturales solicitar licencias para cultivar cannabis con fines científicos y ya varios lo están haciendo.

El gobierno de hecho acaba de autorizar a seis compañías para fabricar derivados de marihuana y algunas desean hacerlo justamente en el Cauca: Med Colombia, Cannabis Medical Group, Medcann Colombia, Colombian Organics, Canmecol y Khiron Colombia, que se suman a otras seis que ya tenían los permisos, como la compañía canadiense Pharmacielo.

En la van, además de los israelíes, por cierto, está un empresario caleño que también pretende crear una compañía alrededor de la cannabis. Pide que se reserve su identidad. En la van lo llaman ‘Juancho’. Tiene entre 25 y 30 años, barba de algunos días, gorra negra, espalda ancha, la actitud de los jóvenes que egresan de la universidad con la seguridad de que jamás serán empleados. Radicado en Estados Unidos, se dedicaba al negocio del biodiesel. Exportaba a varios países. Pero desde que su abuela fue diagnosticada con cáncer de médula ósea (mieloma múltiple) se interesó por la cannabis.

Los médicos incluyeron el aceite de marihuana en el tratamiento y con ello, dice Juancho, han logrado reducir el dolor, las náuseas, la pérdida de cabello y en general los efectos secundarios de la quimioterapia. También ha sucedido que su abuela mantiene el apetito, lo que es fundamental para enfrentar la enfermedad. Y, de ser un cáncer nivel 4, ahora es un cáncer tipo 3, lo que ha sorprendido a los especialistas.

– Se ha comprobado que sustancias de la cannabis como el THC (el componente psicoactivo) y el CBD (que no es psicoactivo) potencializan, al mezclarse, el tratamiento de los pacientes con cáncer. En el caso de mi abuela, el aceite de marihuana se aplica de manera sublingual– dice Juancho, que de no haber sido empresario seguramente sería médico.
La empresa que pretende abrir se dedicará a la extracción de aceite de cannabis con el objetivo de abaratar los costos de los tratamientos con marihuana. Un kilo de aceite de cannabis cuesta aproximadamente 2000 dólares, explica. Al mes, en su caso, invierte entre 800 y 1000 dólares en el tratamiento de su abuela, y por supuesto no todo el mundo tiene esa posibilidad.

Por eso su proyecto es implementar nuevas tecnologías de extracción que permitan que el aceite esté a la mano de la mayoría de las personas como las aspirinas, y hacer gestión para que los tratamientos con cannabis sean cubiertos por los seguros médicos.

– El objetivo es que la empresa esté en las regiones de Colombia en posconflicto para darle oportunidades a las comunidades que estuvieron en medio de la violencia. Por eso estoy en este tour.

La van se dirige a una granja de Corinto, uno de los municipios afectados por la guerra que menciona Juancho entre el Estado y la guerrilla de las Farc. En la granja se mostrará el proceso desde que se siembra la planta de marihuana, hasta que florece.

Después el plan es ir a conocer el río de la zona, almorzar en el parque José María Obando del municipio, y regresar a Cali. Todo por 60 dólares, unos $180.000 colombianos. El precio es otra manera de entender por qué el Cannabis Tour generalmente lo toman extranjeros. Para hacerlo aún más seductor, dice ahora Walter, programará el recorrido, “algún día”, en la noche.

– Estas montañas del Cauca, después de las 7:00 p.m., se ven hermosas. Parecen pesebres por las luces encendidas en los invernaderos de marihuana. O si vas en un avión parecerán pequeñas ciudades.
La energía eléctrica de los invernaderos es utilizada para engañar a la planta: hacerle creer, durante la noche, que está de día, lo que acelera su desarrollo. En el Cauca, la electricidad de los invernaderos es tomada de manera ilegal, por lo regular de los postes de energía de las vías y las veredas, así que, cuando las empresas generadoras de electricidad tomaron la decisión de hacer un razonamiento hace un par de años, la marihuana escaseó y su precio se triplicó.

En Las Vegas, Estados Unidos, sucedió algo de alguna manera similar. Hace un par de meses el gobierno se vio obligado a decretar la emergencia social por escasez de cannabis. Todo debido a que desde julio de 2017 en el Estado de Nevada ya se permite la venta de marihuana con usos recreativos, y eso hizo que en un dos por tres los dispensarios de Las Vegas quedaran desocupados. Los consumidores protestaron. En solo un fin de semana las ventas de las dosis permitidas superaron los tres millones de dólares.

La van se desvía de la carretera y toma una trocha enlodada, rumbo a la granja. El trayecto desde Cali no dura más de una hora. A los mochileros, quizá cansados de los viajes eternos, les gusta, cuando se instalan en una ciudad, los paseos cortos, dice Walter.

En parte por eso, el Tour dejó de hacerse al pueblo más atacado por las Farc, Toribío, a unas tres horas de Cali. Además en los últimos días aquel municipio ha sido asediado de nuevo por disidentes de la guerrilla.
La granja de Corinto en realidad es una pequeña casa de bahareque rodeada de imponentes montañas de verdes claros y oscuros y cultivos de plátano, guanábanas, mangos, limones. También, por supuesto, de 1500 matas de cannabis.

El mayordomo, un hombre de botas y rostro cuarteado, dice a manera de presentación y con evidente orgullo que ya completó 20 años sembrando marihuana.

– Los lotes se siembran a partir de clones, que son gajos que se sacan de otras plantas. De una sola mata se pueden sacar 50 matas más sin necesidad de semillas. Los abonos son orgánicos, a base de desechos. Yo le hablo a mis cultivos.

El mayordomo enseguida reconoce que aún en el Cauca funciona un mercado clandestino de la cannabis, aunque por estos días “está malo”. Por libra le pueden pagar $35.000, cuando hubo tiempos remotos en que le pagaron $700.000.

Pero él y muchos de los campesinos de Corinto suponen que con la llegada de la legalidad, la industria de la cannabis medicinal, el precio actual puede subir al doble. O por lo menos esa es la ilusión en la región.

– El Acuerdo de Paz con las Farc ha traído cosas buenas, como las empresas extranjeras que están empezando a llegar por los cultivos de marihuana. Además se acabaron ciertos hechos, pero se agravaron otros. Yo por lo menos estoy vivo de milagro. Me tocó días en que la guerrilla estaba en una loma, el Ejército en otra, mi finca en la mitad y ellos prendidos a bala. La casa siempre quedaba perforada. Gracias a Dios con el Acuerdo esos enfrentamientos se acabaron. Ahora se agravó la inseguridad. Ya me han robado varios bombillos del invernadero. Antes, si me robaban una gallina, yo le ponía la queja al comandante de la guerrilla y él se encargaba de llamarle la atención al responsable. Pero desde que se fueron los guerrilleros, los ladrones están desatados y no puedo hacer mucho. ¿Cómo voy a ir a poner la queja a la Fiscalía o a la Policía por robos en cultivos de marihuana? - dice el mayordomo con toda lógica.

Según los datos del Alcalde de Corinto, Edward García, en el municipio en los días de conflicto armado se cultivaba entre el 25% y el 30% de la marihuana ilegal del país. La hierba financiaba en parte a la guerrilla de las Farc, que se encargaba de controlar el negocio y lo que sucediera en la zona rural.

Ahora, después de la firma de la paz que ha permitido que empresas extranjeras se acerquen a Corinto, el Alcalde aspira a que el municipio siga teniendo una participación del 30% del negocio de la marihuana, pero en este caso de la medicinal e industrial.

Para lograrlo se están promoviendo alianzas con compañías como la canadiense Pharmacielo o ONE Colombia y de esta manera abrir mercados, garantizar clientes para los cultivos.

– Mientras en el mundo la cannabis medicinal es una industria consolidada, en Colombia apenas estamos en la fase inicial de las licencias y la tecnificación de los cultivos. No se puede sembrar marihuana medicinal donde se sembró la que se utilizaba para fines recreativos, porque la tierra ya tiene abonos químicos, por ejemplo. Por eso la importancia de la inversión extranjera para que apoyen a la gente en todo sentido. Ya hemos logrado que las empresas no solo contraten el porcentaje que les exige la Ley, sino que el 100% de la producción de cannabis medicinal e industrial se lo adquieran a campesinos e indígenas de nuestro municipio y otros cercanos como Caloto, Toribío, Jambaló. De momento unas 1000 personas de Corinto se beneficiarán con esas alianzas, y lo que buscamos es que los que siguen cultivando marihuana de manera ilegal, comiencen a vincularse a esta nueva industria –, decía el Alcalde por el teléfono, días después del tour.

En la granja a los israelíes no les interesa demasiado ni cómo se cultiva la marihuana, ni el asunto de la cannabis medicinal y sus posibilidades para la región, ni tampoco la historia de la Expo Corinto, la primera feria de la cannabis medicinal que se realizó en mayo de este año en el parque del pueblo.

Cuando los conducen a un cuarto repleto de marihuana – la hierba amontonada por poco llega a la altura de una ventana desde el piso – en cambio, sonríen como niños en Disney. Enseguida hacen bromas y se toman fotos abrazando bolsas negras repletas de moños de cannabis. En su caso es algo así como tomarse una fotografía con millones de dólares dentro de una bolsa para alardear con los amigos en las redes sociales.

Sha había explicado que en Israel apenas un gramo de marihuana podría costar cien mil pesos colombianos. Con ese mismo dinero, en el Cauca, se podría comprar tres libras de la hierba y le sobraría plata. En el Cannabis Tour está prohibido hacerlo.

– Sería fomentar el microtráfico– había advertido Mónica, la socia de Walter.

Lo que sí se permite comprar son los productos a base de marihuana que están comercializando los campesinos e indígenas que conformaron la cooperativa Caucannabis: cremas, aceites, cosméticos, artesanías y hasta ladrillos para construir casas frescas. La marihuana, dice un integrante de la cooperativa que se encuentra en la granja, tiene la propiedad de ser un aislante del calor.

También un absorbente de la contaminación, por lo que casas hechas con ladrillos de marihuana serían de gran beneficio para el planeta. En Chernóbil, después del accidente nuclear en 1986, sembraron los suelos con la planta para limpiarlos de las radiaciones.

A los israelíes sin embargo aquello tampoco parece llamarles la atención. Después de recorrer los cultivos de la granja se sientan alrededor de una mesa mientras comen naranjas y fuman marihuana.