Los indígenas emberá de las comunidades de Choromandó y Legía, del resguardo Monzhomandó, vieron en peligro su supervivencia, su territorio ancestral y su cultura emberá por la invasión y violencia de la guerrilla de las FARC y grupos de autodefensas. También por la ofensiva militar para combatirlos.

Esos tiempos difíciles los sufrió la actual líder Berenice Bailarín Domicó. Mira su resguardo enclavado en el inmenso cañón de La Llorona, en Dabeiba, y cuenta que “mataron nuestros líderes, aquí colocaron minas, hubo bombardeos porque acá es muy montañoso y era el mejor lugar de esos grupos para esconderse”.

Ella era una niña cuando “nos tuvimos que desplazar todos porque había bastante grupos armados y, luego, regresamos, pero ya todo estaba destruido; los animales y cultivos no estaban, las casas saqueadas. Todo lo perdimos”.

Pero ahora no se congregan para abandonar el territorio donde han dado hasta la vida para resistir a la violencia y mantener su comunidad. En la caseta de Choromandó casi un centenar de indígenas escucharon en español y su propio dialecto el Plan Integral de Reparación Colectiva concertado con la Unidad para las Víctimas para resarcir tantas pérdidas y destrucción.

Allí se les notificó el pago de una indemnización colectiva por 278 millones de pesos, correspondiente a la primera de las 19 acciones para cumplir con las medidas de reparación económica, restitución, rehabilitación, satisfacción y garantías de no repetición. "Esta indemnización se realiza con dinero entregado por la extinta guerrilla de las FARC al Fondo para la Reparación a las Victimas", indicó Claudia Patricia Vallejo Avendaño, directora de la Unidad para las Víctimas en Antioquia.

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Los bienes entregados por este desmovilizado grupo insurgente son administrados por la Sociedad de Activos Especiales y monetizados con destino a este fondo.

Vallejo explicó que, "en aras de resarcir los daños del conflicto armado, además de esta indemnización, son casi 400 indígenas los beneficiados en sus proyectos productivos y costumbres con un plan que se implementará con una inversión significativa de 3.400 millones de pesos" durante los próximos tres años.

Según el gobernador del resguardo, José Wilson Domicó, el dinero de la indemnización colectiva la "vamos a invertir en compra de tierras para ampliar nuestro territorio y recuperar cultivos tradicionales que teníamos antes de que llegara el conflicto armado, como chontaduro, maíz, plátano”.

Recuperación de cultura emberá

Recuperar, conservar y transmitir a las nuevas generaciones sus tradiciones es una prioridad vital para estas dos comunidades emberá con más de 300 habitantes. Por eso la próxima acción del plan de reparación será un encuentro de mujeres e intercambio de saberes ancestrales como el vestuario, la pintura facial y la elaboración de artesanías.

Se realizará en memoria de Morelia Domicó, una indígena que estaba embarazada y murió tras un bombardeo militar porque, según sus parientes, “se le vino el bebé del susto y salió corriendo buscando ayuda, pero murió desangrada”.

A Berenice, la profesora y joven lideresa la emociona rescatar su cultura porque con “con el conflicto armado llegaron los desplazamientos dejamos de usar nuestros vestidos, la pintura corporal y no podíamos hablar en nuestra propia lengua, porque los grupos armados creían que estábamos planeando en contra de ellos”.

También destaca que “las mujeres vamos a tener un taller de modistería para trabajar y también una escuela de gobierno propio para preservar nuestras tradiciones”.

Los emberá también priorizaron las acciones enfocadas en la rehabilitación sicosocial y la recuperación de bienes deteriorados por los desplazamientos, entre estos dos canchas deportivas, dos casetas comunitarias y las dos escuelas.

Las prácticas y escenarios deportivos se dedicarán en memoria de Miguel Barrientos, una de las víctimas más recordadas por todos. Este líder indígena y aficionado al deporte fue asesinado por un grupo ilegal y, su cuerpo desmembrado, arrojado al río que atraviesa el resguardo.

Por crímenes atroces como este, otra de las acciones reparadoras serán los rituales “jaure shareita” para la sanación de lugares sagrados como varios cerros, nacimientos de ríos y el cementerio. Las guerrillas, los paramilitares y el Ejército instalaron sus campamentos y se enfrentaban cerca a esos sitios.

Durante la fase de caracterización del plan se identificaron las víctimas y los daños colectivos ocurridos desde 1997 por bombardeos, asesinatos selectivos de líderes, desplazamientos forzados, violencia sexual, confinamientos, reclutamiento forzado de menores, accidentes con minas antipersonal, entre otros.

Por eso, durante la jornada convocada por la Unidad para las Víctimas para iniciar la implementación, se rindió un homenaje póstumo con baile tradicional a la más reciente víctima de la violencia en Choromandó: Socio Fernando Domicó.

Este líder social, asesinado hace 5 meses, fue recordado como “el alegre del pueblo, músico, educador y uno de los gestores” de la reparación que ahora comienza.

Con enfoque étnico

Estas son las primeras comunidades de la etnia Emberá Eyabidá en Antioquia que implementarán un plan de reparación colectiva con un enfoque diferencial étnico para resarcir los múltiples daños físicos e inmateriales causados por el conflicto armado.

En total, la Unidad para las Víctimas ha cumplido con la implementación del ciento por ciento de 54 planes de reparación colectiva en Colombia, 7 sujetos de estos en Antioquia: Argelia, Cocorná y tres corregimientos en Urrao (La Encarnación), Nariño (Puerto Venus), Turbo (Pueblo Bello y San Pablo Tulapas, así como el barrio El Bosque en Chigorodó,

En actual implementación a nivel nacional hay 169 planes que incluyen 75 sujetos étnicos (50 comunidades indígenas, 24 comunidades afrocolombianas y negras, un Pueblo Rrom), 70 comunidades campesinas y 24 organizaciones y grupos.

En Antioquia, hay 22 de estos planes que reparan a comunidades campesinas, afrocolombianos, indígenas, población LGBT.

En estos se implementaron acciones como atención sicosocial, proyectos productivos, rehabilitación de infraestructura comunitaria (casetas comunales, parques, puentes, vías veredales, canchas deportivas), dotaciones a instituciones educativas, puestos de salud, grupos artísticos, casas de la cultura. También obras de memoria histórica y la recuperación de tradiciones.

El Registro Único de Víctimas incluye cerca de 523.000 indígenas en Colombia y, de estos, más de 453.000 participan en los diferentes procesos de atención y reparación de la Unidad para las Víctimas.