Y es que aunque el hecho tomó por sorpresa a muchos ciudadanos, no ha dejado de causar gracia, risas y hasta rabia.
Una de las mayores tradiciones del mes de diciembre es preparar el Año Viejo para la quema del último día del año. Para esto normalmente se utiliza ropa vieja, cartón, papel, aserrín y otros materiales.
Los más jóvenes sacan los muñecos de sus casas, para junto a ellos pedir dinero y poder así comprar algo de pólvora para introducírsela al monigote el día de la quema, es decir el 31 de diciembre.
Muchos son los que recorren calles o barrios enteros en espera de poder recaudar fondos y despedir el año de la mejor manera.
En este caso el Año Viejo se encontraba fuera de una vivienda, cuando el habitante de calle se acercó y al percatarse que nadie estaba cuidándolo, procedió a quitarle el pantalón y la camisa, se las puso y terminó con ‘pinta nueva’.
“No sabe uno si reír o llorar, Me parece bien, esa ropita la han de quemar, entonces es mejor verla lucir en otra personas que si la necesita; Pues en vez de quemarla que la use quien la necesita; Dice un viejo y conocido refrán que no comparto “las cosas no son del dueño, si no del que las necesita”; tendrá mejor uso es la verdad”, son tan solo algunos de los mensajes que ha dejado la que hoy es considerada como una anécdota navideña.
Lo malo es que todo el material que se había utilizado para rellenar el muñeco quedó en plena acera, por lo que seguramente sus dueños, deberán buscar más ropa y empezar a realizar de nuevo su ‘Año Viejo’.