Zulema Jattin Corrales, quien fuera congresista entre las décadas de 1990 y 2000, le contó a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) toda su verdad sobre los vínculos de los grupos paramilitares con la política, en especial en la parte norte del país. En un documento de 90 páginas, la Sala de Definición de Situaciones Jurídicas de ese tribunal contó los pormenores de las declaraciones de Jattin.
Entre las más importantes destaca su “activa participación” en el llamado pacto de El Sindicato, con el cual ella, y un grupo de congresistas, buscaba impulsar la candidatura de Juan Carlos Aldana a la Gobernación del departamento de Córdoba.
“En Córdoba nos unimos todos los políticos, los congresistas diferentes al partido liberal para hacer, buscar una candidatura de oposición a Juan Manuel López Cabrales, y fue el meridiano de Córdoba el que dijo, que lo que estábamos creando era un sindicato, contra “Juancho López” como popularmente se conoce en Córdoba al senador Juan Manuel López Cabrales (…) en ella estábamos el senador Miguel de la Espriella, la doctora Eleonora Pineda, el representante a la cámara Reginaldo Montes, el senador Julio Manzur y mi persona que en ese entonces era representante a la cámara de apertura liberal”, afirmó.
El punto en el que entran los grupos paramilitares en ese entramado, exactamente las Autodefensas Unidas de Colombia, fue cuando se llegó a “un pacto no escrito, pero tácito, con la autodefensa para entregarle las secretarías, si ganaba el candidato del llamado sindicato por los medios de comunicación”.
Es decir, que si el candidato Juan Carlos Aldana ganaba la elección del 2002, serían entregados a las autodefensas organismos de la Gobernación, a través de “cuotas políticas”.
Sin embargo, Jattin reveló que las AUC buscaron asegurarse esos puestos sin importar lo que pasara en las urnas, y sin intervenir en estas.
“Mancuso se comunicó con los dos candidatos, tanto con Libardo López Cabrales, como con el doctor Juan Carlos Aldana, y les comunicó a ellos que cualquiera de los dos que ganase tenía que entregarle a él dos secretarías de despacho determinantes, la Secretaría de salud y la Secretaría de Hacienda departamental, que él no iba a intervenir directamente en esta elección”, dijo.
Finalmente, Aldana no ganó, pero Jattin reveló que ellos ya sabían que debían entregar esas secretarías a las AUC en caso de la victoria. También dijo que siempre supo del pacto y que decidió omitir por mucho tiempo toda esa información, en especial la relación con Mancuso.
En total, Zulema Jattin habría sostenido nueve reuniones con paramilitares, aunque no todas con fines electorales y políticos. En estas, además de Mancuso, estuvieron presentes Carlos Castaño (año 2000), William Salleg (2001), Freddy Rendón Herrera (2000), Iván Roberto Duque (2004), Rodrigo Tovar Pupo (2005), Jaime Andrés Angarita (2005) y Jairo Andrés Angarita.
Reunión con Uribe
En enero del 2002, Jattin se reunió con el entonces candidato presidencial Álvaro Uribe para comentarle sobre una reunión que la excongresista había sostenido el año anterior con Salvatore Mancuso. En ese encuentro, al que fue por petición del exlíder paramilitar, este le prohibió a la dirigente política que hiciera proselitismo en los municipios de Valencia y Tierralta.
“Nos reunimos allí en un kiosco que lo llamamos nosotros en esa finca y me notificó que no podía volver a hacer proselitismo político en los municipios de Tierralta y Valencia porque esa zona estaba, digamos, orientada por él a la votación de Eleonora Pineda, que aspiraba la Cámara de Representantes, y de Miguel de la Espriella, que aspiraba al Senado de la República para las elecciones del año 2002. Tuvimos una discusión muy fuerte porque pues a mí no me gustó que me cerraran 2 municipios en los que, sobre todo en Tierralta, yo había hecho alguna presencia política desde el 98 a esa fecha”, relató.
Después, agregó Jattin, Mancuso le prohibió hacer campaña en un tercer municipio: Cereté.
Ante esa molestia, la excongresista empezó a meditar la posibilidad de contar sobre las prohibiciones, la relación de Mancuso con los mencionados candidatos y demás situaciones ante el país. Por ello, en medio de su análisis, decidió dirigirse hacia Uribe Vélez.
Jattin le dijo al expresidente que estaba teniendo dificultades para su campaña a las elecciones legislativas en el departamento por cuenta de la intromisión de los ‘paras’, a lo que Uribe le respondió que si no tenía pruebas escritas sobre esas prohibiciones, era mejor que no denunciara nada.
“Por eso le llamé al entonces candidato a la presidencia el doctor Álvaro Uribe Vélez, quien se encontraba en esos días en la finca de Montería, en jurisdicción de Montería, y le pedí que me recibiera (…) Acudí a esa reunión en compañía del doctor Luis Felipe Villegas Ángel, que era congresista por Sucre y que también está presentando su nombre a las elecciones de la Cámara de representantes del año 2002, pero por el departamento de Sucre, y que tenía digamos allá unos problemas similares a los míos (…) Entre los dos fuimos al ubérrimo en enero de ese año, le contamos al candidato, en ese momento candidato presidencial por lo que estaba pasando en Córdoba y en Sucre, con nombres propios (…) y él me dijo que si yo tenía alguna prueba real, que no sólo fuera mi testimonio de la prohibición de hacer proselitismo en esos municipios, o que si tenía algún documento escrito donde constara esa prohibición.(…) Pero eso era imposible la verdad en ese momento, que existiera un documento con un llamado de cualquier jefe paramilitar, pues estaba claro, que no podíamos ir a donde ellos no querían que fuéramos, y me dijo que como yo no tenía ninguna prueba, pues él creía que lo mejor fuera que no, que no pusiera esa denuncia y que, y que tratará de hacer campaña en el resto del departamento”, contó a la JEP.
La JEP preguntó por las aparentes razones de Álvaro Uribe Vélez para hacer esas recomendaciones, a lo que la excongresista sostuvo que podrían haberse debido a intereses políticos, ya que el entonces candidato presidencial, a quien Jattin había decidido apoyar desde antes, ya estaba contando con serias posibilidades de llegar a la Casa de Nariño, y un escándalo como ese, por razones vinculantes, podría haberlo afectado.
“En enero de 2002, Álvaro Uribe Vélez era candidato presidencial y ya había, de acuerdo con las encuestas de esa fecha, digamos, tenía una opción realmente importante de ser elegido presidente de la República, quienes lo acompañaban a él en ese momento, ya era, ya era un nutrido grupo de congresista o de aspirantes al congreso en todo Colombia. A diferencia de cuando yo decidí acompañarlo, que fue al redor del año 99 que éramos muy poquitos en el congreso quienes creíamos que Uribe tenía alguna opción real (…) yo le hablé a él específicamente de la doctora Eleonora Pineda y del doctor Miguel de la Espriella, porque, Salvatore Mancuso me había dicho que ellos eran sus candidatos (…) creo que a él le interesaba que ellos lo acompañarán, le interesaba que todo ese andamiaje político, ya que lo estaba acompañando en Córdoba, se mantuviera y si yo me ponía a hacer ruido o a denunciarlo o a hacer público lo que estaba pasando, digamos público a nivel nacional, porque en Córdoba era de público conocimiento que no podíamos ir a esa región ninguno de los otros aspirantes, pero a nivel nacional eso no era conocido. Pues ese ruido iba a afectar la campaña presidencial, porque ellos eran candidatos y congresistas que estaban apoyando la candidatura de Álvaro Uribe, así lo entendí en ese momento y pues yo quería que él ganase también las elecciones y entendí que políticamente no era oportuno o políticamente correcto que yo hiciese ese tipo de pronunciamientos a nivel nacional, y que si bien estaba en riesgo la credencial mía, pues había una un objetivo mayor que era que él ganara la Presidencia y preferí dejar de ir a los municipios y quedarme callada y redoblar el trabajo donde podía moverme con mayor tranquilidad, que eran los municipios más grandes de Córdoba, que eran Montería, Sahagún y Lorica, más grandes en población y en potencial electoral”, finalizó.