Hay historias en las que, si el lector se pusiera en los zapatos de cada protagonista, concluiría que todos, a su manera, tienen la razón. O por lo menos poseen un trozo de la verdad que al juntarlos, explican el trasfondo de lo que sucede. La protesta cocalera de Tumaco es una de esas historias en las que es preferible calzarse los zapatos de cada personaje para intentar entenderla en toda su dimensión.

Los zapatos de los campesinos

Freddy conduce un taxi destartalado que, sin embargo, alcanza sin problemas los 120 kilómetros por hora en la vía que de Tumaco conduce a Pasto. Finalmente, es una recta. Nos dirigimos al corregimiento de la Espriella, uno de los puntos donde en días pasados algunos manifestantes que dicen oponerse a la erradicación forzosa de los cultivos de coca por parte del Ejército y la Policía, bloquearon el paso. Muy cerca, en la vereda El Porvenir, los manifestantes retuvieron a 12 policías e hirieron al agente Bayron Fernando Recalde, quien falleció días después en la Clínica Valle del Lili de Cali.

Eso explica por qué la carretera está militarizada con hombres del Ejército y del Esmad que, pese a las amenazas de nuevos bloqueos, lucen tranquilos. De hecho el líder de un escuadrón del Esmad pidió un momento para que sus hombres se pusieran el uniforme completo, todos sus percheros de protección, y pudieran ser fotografiados para el periódico.

Freddy, entre tanto, mientras aceleraba dijo sin que nadie le preguntara nada:

-Una vez sembré cuatro hectáreas de coca. Fue en mi pueblo, San Juan, en la costa. Con la primera cosecha gané $ 2. 000.000. Después fumigaron, capturaron a la gente que compraba y el precio se fue al piso por eso: no había a quién venderle. Así que el pueblo, sin que el gobierno interviniera, decidió cambiar de cultivos. Sembraron cocos. Por esta zona sembré otra hectárea de coca, pero no he vuelto. Ya no quiero eso. Con la plata de la coca siempre tengo muchas tentaciones. Y donde hay coca, todo es muy caro. Un minuto de celular cuesta $1000,una cerveza que normalmente
cuesta $1.300 la venden en $5000. La plata de la coca no me rindió. Ni siquiera hice una casa. Entonces me dediqué a otra cosa.

Freddy, que se dedica a transportar turistas o en su defecto periodistas, hizo silencio mientras sobrepasaba un carro y continuó.

- En los pueblos hay gente que le compra la hoja de coca a los campesinos. Y esa gente a su vez le vende a las cocinas donde la procesan. El campesino nunca tiene contacto con los narcotraficantes. Ahora, toda la zona de Tumaco está sembrada con coca. Sobre todo hay coca en Llorente, en la frontera con Ecuador. En la vereda la Espriella, donde vamos, también hay, pero hacia adentro. Es mejor no meterse, por la situación. Yo creo que mientras el gobierno no le garantice a la gente otra forma de ganarse la vida, que otros cultivos también sean rentables, no va a pasar nada. Se está equivocando al erradicar la coca sin garantizar la subsistencia de la gente. La coca para el campesino es eso: subsistencia. Se cosecha cada tres meses y una hectárea puede generar, al agricultor, $3.000.000. La plata la tienen quienes procesan y comercializan.

-Se dice que los disidentes de la guerrilla, milicianos de las Farc sobre todo, y los narcotraficantes, son los que están promoviendo los bloqueos a las carreteras y las protestas violentas. Que les están pagando a quienes lo hagan…

- Puede ser. Porque la gente que bloqueó la carretera no era de aquí. Quienes bloquearon eran sobre todo indios y acá la gente es negra. Gente conocida. Muchos de los que bloquearon podrían ser ecuatorianos. Estamos cerca y allá también hay coca. O los colonos del Caquetá y del Putumayo que desde hace mucho compraron tierras acá para sembrar cultivos ilícitos.

La Espriella es un corregimiento ubicado a un costado de la carretera hacia Pasto atravesado por ríos que a veces se desbordan e inundan las casas de madera. Luis Enrique Becerra dice que el agua le ha cubierto por completo los tobillos. Es el presidente de la Junta de Acción Comunal de la Espriella. Por fortuna en esta tarde de miércoles hace sol, pero él por si acaso lleva puesta una pantaloneta.

- Esto que estamos haciendo, hablando tan tranquilamente y al aire libre sobre algo tan delicado como la coca, no lo hubiéramos podido hacer antes de la firma de la paz con las Farc. La Espriella ha cambiado desde entonces. Antes manteníamos con miedo a un tatuco o a los rumores de que se iban a meter por aquí o por allá. Desde que se firmó la paz todo es distinto.

En la Espriella viven 450 familias. Unas 150 trabajan en las empresas de palma aceitera. Buena parte del resto vive de la coca. Tienen entre media y dos hectáreas. Propiamente los erradicadores de la Policía y el Ejército no han ingresado al corregimiento, pero sí a las fincas de comunidades cercanas como Llorente y eso molestó a la comunidad. Luis Enrique está sentado en una silla plástica a las afueras de su casa rosada.

- Yo le creo a Santos (el presidente). Pero lo que pasa es que él da unas directrices y hay funcionarios que no las cumplen. Eso ha pasado en la protesta cocalera. Yo como líder de la zona he participado en todos los acuerdos que se han hecho con la comunidad en el último mes, cuando empezaron las protestas. Participé sobre todo en los acuerdos para solucionar los dos primeros bloqueos. No en el último. El último, donde quemaron carros, fue vandalismo hecho por gente que no es de la comunidad y eso no lo compartimos. Pero el problema con los cocaleros es el siguiente: la gente está de acuerdo con la sustitución voluntaria de los cultivos para quienes tengan menos de tres hectáreas. Es algo que queremos hacer. Nos acogimos al plan que firmó el mismo gobierno en La Habana con las Farc. Pero no habíamos terminado de hacer los arreglos para empezar a hacer la sustitución voluntaria y ya estaban los erradicadores metiéndose a las fincas. Ese es el problema.

En el acuerdo de paz con las Farc, el gobierno estableció dos maneras de erradicar los cultivos ilícitos: la sustitución voluntaria de quienes tengan dos hectáreas y la erradicación forzosa para quienes se opongan o tengan más de ello. Los militares a esos casos los llaman “cultivos industriales”.

Pero sustituir de manera voluntaria, explica Luis Enrique, no es tan sencillo. Se necesita tiempo. No es arrancar las matas de coca y sembrar, por decir algo, plátano. ¿Quién compra ese plátano? ¿Por dónde lo van a transportar si en Tumaco no hay vías terciarias? ¿A qué precio lo van a vender?
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- Para sustituir, el gobierno debe garantizar primero un mercado para los nuevos productos. Y el clamor es que los recursos para la sustitución los maneje la comunidad, no los gobiernos locales, porque la plata se queda ahí. Que la manejen las JAC, los consejos comunitarios de la zona. Tenemos representación legal.

Los zapatos de los académicos

Los zapatos de Zavier Hernández deben calzar igual a los zapatos de los campesinos. Es decir: Zavier piensa de manera muy similar a ellos. Es el Comisionado de Paz de Pasto y tiene un periódico digital: www.websur.net.

- La política del gobierno está completamente errada frente a la complejidad del problema de la coca. Tumaco representa un territorio donde hay una gran oportunidad para hacer un experimento de implementación de los acuerdos de La Habana, especialmente los puntos 1 y 4. El primero habla de desarrollo que debe tener lo rural como el caso de las vías terciarias; el cuarto, de la sustitución voluntaria de los cultivos ilícitos. Y aplicar esos instrumentos acordados en La Habana significa aplazar, o por lo menos bajarle el nivel, a las operaciones militares y de fuerza que están queriendo asumir frente al campesinado cocalero.

Según el Comisionado de Paz, no se está haciendo la diferenciación entre el pequeño cocalero, y quienes tienen grandes extensiones de cultivos ilícitos. Son asuntos distintos. Y no se está haciendo la diferenciación porque no existe ningún estudio que asegure que en Tumaco alguien tenga 10, 30 hectáreas de coca. Según Zavier, esa es una percepción de los militares para justificar los operativos.

- Hay una tensión muy grande entre la política del Ministerio de Defensa que busca erradicar y cumplir una meta, erradicar 50 mil hectáreas de coca, y la política que establece el acuerdo de La Habana en el punto 4 en torno a concertar y construir planes de sustitución voluntaria, mesas de diálogo con los campesinos. Cuando el gobierno manda un contingente de gente armada a erradicar, se está llevando por delante los acuerdos que firmó en La Habana.

Al igual que Luis Enrique - el presidente de la JAC de la Espriella - el Comisionado de Paz de Pasto insiste en que para sustituir la coca por otros cultivos se necesita tiempo pero sobre todo, voluntad política.

- En Tumaco lo que se da naturalmente es cacao y coco. El cacao dura tres años para hacer su primera cosecha; el coco tarda cinco años. ¿Qué hace el campesino durante esos 3 o 5 años? Tiene que darse un programa gradual de sustitución y establecer un nivel del ingreso subsidiado para que el campesinado de manera inmediata, erradique. De otra forma no puede. Ahora, sobre las protestas hay que decir que muy posiblemente hay gente de otras zonas impulsándolas. Gente que tiene que ver con el procesamiento y comercialización de la coca, que pueden estar presionando a los campesinos. Eso es innegable. Pero ese argumento no puede deslegitimar la situación estructural de pobreza que hizo que los campesinos encontraran en la hoja de coca una forma de sobrevivencia.

Aura María Puyana es integrante del Observatorio de Cultivos y Cultivadores declarados Ilícitos. Ella asegura que la presión hacia los campesinos para que siembren y eviten la erradicación se debe, principalmente, a un incentivo económico muy grande: el precio de la hoja de coca subió un 35% en el último año.

Pero por otro lado, y después de los más recientes informes del Departamento Antidrogas de Estados Unidos en los que se asegura que Colombia es el primer productor mundial de cocaína, el gobierno Santos también está presionado y por ello se trazó la meta de erradicar 50 mil hectáreas a como dé lugar.

- Estados Unidos siempre ha centrado su estrategia en reducir las hectáreas cultivadas, así eso, está comprobado, no funcione. Además, desde el Plan Colombia ha habido un 40% en promedio de diferencia entre la estadística nacional de cultivos ilícitos, y las cifras norteamericanas. Pero el gobierno siempre actuaba de acuerdo a las cifras nacionales. Ahora - eso no es de alegrarse - el gobierno está utilizando las cifras gringas. Y claro que hay presiones muy fuertes. El gobierno norteamericano piensa que hay 180 mil hectáreas sembradas de coca. Otras cifras hablan que en Colombia habrían entre 120 y 130 mil hectáreas. Pero eso pareciera que no importa. El gobierno colombiano está desconociendo su propio sistema de monitoreo.

Ocampo Ricaurte sí que está presionado. Es el representante legal del Consejo Comunitario del Alto Mira y Frontera, en límites con el Ecuador. Es allí justamente donde se están adelantando los operativos de erradicación de la coca. El Consejo tiene una población de 8000 habitantes, divididos en 5 zonas. En total hay 42 comunidades, todas afro, aunque también hay colonos del Caquetá y Putumayo que despojaron a los nativos de algunos sectores para sembrar cultivos ilícitos.

Se dice que solo en este Consejo Comunitario habrían entre 4000 y 5000 hectáreas de coca, pero nadie conoce en realidad la cifra exacta. Ocampo está muy de lejos del corregimiento de la Espriella, así que no hay más remedio que hablar con él por teléfono.

- Nosotros hemos tratado de hacer el puente entre los sectores que están dentro del Consejo Comunitario de Alto Mira y Frontera donde están haciendo erradicación, y las autoridades. Como líderes del Consejo tenemos que ser parte de la solución al problema. Estuvimos en terreno y constatamos que estaban las cuadrillas de erradicadores enfrentados con la gente que no querían que les erradicaran forzosamente. En dialogo con ellos argumentaban que había una violación del acuerdo de sustitución voluntaria de cultivos porque se habían acogido a él y entonces no tendían por qué el gobierno utilizaba la fuerza. Vemos que hay en ese sentido una ligereza del Estado. Al erradicar están violando sus propios acuerdos. Sabemos que en el Consejo hay una gran cantidad de coca. Que es algo ilícito. Pero no estamos de acuerdo con la manera como operan las Fuerzas Armadas. Debemos seguir concertando con las comunidades para evitar reacciones violentas.

- Pero los militares dicen que están erradicando los cultivos industriales: más de 3 hectáreas en manos de una sola persona…

- La Fuerza Pública ve cultivos desde un helicóptero pero no sabe de quién son. Se debe caracterizar a la gente. Porque entre otras cosas toda la comunidad del Concejo de Alto Mira y Frontera, los que somos nativos, aceptamos las condiciones del gobierno para la sustitución voluntaria. Solamente se necesita que el gobierno venga a las comunidades para que eso que está en un papel, sus promesas, se hagan realidad. Hacen reuniones de alto nivel pero no con las comunidades.

Ocampo Ricaurte asegura que permanece entre dos fuegos: los colonos del Putumayo y del Caquetá lo acusan de estar aliado con el Gobierno. El gobierno por su parte dice que está de parte de los cocaleros. Y él jura que no es así. De lo contrario no estaría mediando para llegar a acuerdos entre las partes de manera pacífica.

- Estoy muy preocupado de lo que pueda pasar.

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En el departamento de Nariño, según mediciones de la ONU, hay 29 mil hectáreas de coca. En Tumaco, 17 mil. En una hectárea se pueden sembrar diez mil matas que en el año producen entre tres y cuatro cosechas, con un rendimiento de 4.8 toneladas de hoja de coca.

La tonelada de hoja de coca vale $2.900.000. Un kilo de coca ya procesado, en Tumaco, cuesta $4.8 millones. Fuera del país puede venderse en 20 mil dólares. Al mes en esta zona se producen en promedio 170 mil kilos. Si se calcula el dinero que ello representa en los mercados internacionales no alcanzan los números de una calculadora corriente.

Los zapatos de los empresarios

Tal vez nadie quiera calzarse los zapatos de los empresarios. Es decir: son de los más afectados por la protesta cocalera. Un informe de la Cámara de Comercio de Tumaco dice por ejemplo que debido a los paros el gremio hotelero perdió $484 millones, aunque debe ser mucho más porque solo se tienen datos de 12 hoteles. Nadie quiso venir a Tumaco en Semana Santa para pasar vacaciones por temor a nuevos bloqueos en la carretera que los dejaran sin poder regresar a su lugar de origen.

Los empresarios del coco perdieron a su vez $2.300 millones y los de la madera $934 millones.

Emilio Piedrahíta es coordinador de proyectos del Grupo Empresarial Palmero de Tumaco. Explica que debido a los bloqueos en las vías no se pudo movilizar ni los equipos ni el personal que trabaja en los cultivos. En total, 4000 familias no pudieron trabajar en las palmas aceiteras debido a la protesta cocalera.

Algunos cosechan y otros se encargan de una labor fundamental: hay palmas aceiteras llamadas híbridas. No polinizan de manera natural, así que ese trabajo debe hacerlo alguien. Si no se polinizan manualmente, si no se fecunda la flor femenina, el racimo no se forma.

-Esa es la mayor pérdida que estamos teniendo. La gente no puede entrar a los lotes y se quedan las palmas sin fecundar. La cuenta es que tenemos 17 mil hectáreas de palma aceitera sembradas entre grandes empresas y pequeños productores. Esas 17 mil hectáreas producen 2200 toneladas de aceite al mes. Ese aceite es producido con unas 13 mil toneladas de fruto en promedio. En un día hábil se producen 500 toneladas de fruto. En un día que no se entre a polinizar se pueden perder justamente 500 toneladas por la falta de polinización. Eso en términos de dinero representa grandes pérdidas. 500 toneladas de fruto cuestan aproximadamente $140 millones. La tonelada vale $280 mil pesos. Y la protesta cocalera viene desde hace un mes y hemos estado bloqueados durante 5 días. Es decir que hemos perdido $700 millones en estos cinco días de bloqueos.

Los empresarios, además de pérdidas, tienen otro problema con la coca. Un jornal en un cultivo de palma aceitera se paga en promedio a $35.000, con prestaciones sociales. Un jornal en un cultivo de coca se paga el doble, a veces más: $80.000. La mayoría hace una cuenta simple y se va entonces a los cultivos de coca, dejando sin mano de obra calificada a los otros cultivos.

- Económicamente no tenemos cómo competir frente a eso, dice Emilio.

Los zapatos de los militares

Los zapatos de los militares son, por supuesto, muy distintos a los de los campesinos (ver entrevista al general Tafur). Entre otras cosas, explican que desde el gobierno les encomendaron erradicar 50 mil hectáreas de coca este año y ese es su objetivo. Además, es un deber moral de todo soldado o policía. Donde hay algo ilícito inevitablemente deben actuar. Es, digamos, su razón de ser.

Algunos eso sí se rascan la cabeza mientras dicen que la situación en compleja. Además de evitar nuevos bloqueos de las vías, tienen que vigilar a Tumaco especialmente este domingo, cuando se desarrollen las elecciones atípicas para la Alcaldía. En cada bar, en cada restaurante, se ven sobre todo reuniones de líderes diciéndoles a otros por qué votar por alguno de los tres candidatos.

La calma, por la política y por la coca, es tensa.

“Erradicar es deber moral de todo militar”

La erradicación de cultivos de coca en Tumaco, Nariño, está a cargo de la Fuerza de Tarea Pegaso. El comandante de esta unidad militar, brigadier general Sergio Alberto Tafur García, habló sobre la situación de orden público en la zona.

¿Qué está pasando con la protesta cocalera, quién está detrás de esto?
El Gobierno, dentro de su política de Estado para erradicar los cultivos ilícitos, trazó dos líneas: la sustitución voluntaria de cultivos, que es algo que maneja el Ministerio del Posconflicto, y la Erradicación. La erradicación se hace para aquellos cultivadores ilícitos que no quieren someterse a la sustitución de cultivos y para los que llamamos cultivos industriales. Los de más de tres hectáreas. A las Fuerzas Militares y de Policía nos dieron la responsabilidad de erradicar este año 50 mil hectáreas y eso es lo que estamos haciendo. Por ello la protesta.

¿Dónde se está haciendo hoy exactamente la erradicación?
Se está haciendo en el área general del Alto Mira y Frontera, que hace parte de un Consejo Comunitario. Pero le estamos apuntando a los cultivos industriales, insisto. Los que tienen más de 2 hectáreas. El que tenga tres ya es considerado como un cultivo industrial. Por hectárea, en promedio, se siembran 10 mil matas de coca. Hacia allá está enfocada la operación de erradicación que se hace de manera coordinada entre la Policía y el Ejército.

A la fecha, ¿cuántas hectáreas han sido erradicadas?
Nosotros como Ejército llevamos 137 hectáreas erradicadas en la zona. La Policía maneja sus propias estadísticas.

¿Cómo se erradica?
Teniendo en cuenta las lecciones aprendidas, y que nosotros no estamos facultados para confrontar a la población civil, el trabajo de erradicación se coordinada con grupos de erradicadores de la Policía Nacional, grupos de soldados erradicadores y para protegernos de las protestas nos apoyan grupos del Esmad, que están facultados para reaccionar ante reacciones violentas de la población civil.

¿Se ha establecido a quién le pertenecen exactamente estos cultivos industriales de los que usted habla?
Un campesino no tiene más de dos hectáreas. Pero hemos encontrado cultivos de hasta cinco hectáreas y más. Ya no son cultivos de campesinos sino de narcotraficantes. Detrás de estos grandes cultivos están los grandes narcos. Son los que le están pagando a los campesinos o a cualquier persona para que salga a protestar y trate de neutralizar la erradicación.

¿Quiénes son esos narcotraficantes?
No lo sabemos aún. Lo estamos investigando para identificarlos y judicializarlos. Son ellos los que están aprovechándose de los campesinos; los que los han amenazado y son los que al final reciben el producto de toda la cadena del narcotráfico.

¿Cómo garantizan ustedes que no están erradicando cultivos de comunidades que ya se acogieron al plan de sustitución voluntaria?
Nosotros estamos erradicando los cultivos industriales. La Oficina del Posconflicto nos entregó el listado de las veredas que se acogieron a la sustitución voluntaria y nos hemos enfocado en las zonas que no se han acogido a esta iniciativa.

Se dice que detrás de la erradicación está la presión del Gobierno para lograr resultados inmediatos después de los últimos informes sobre cultivos ilícitos en Colombia…
Teniendo en cuenta los últimos informes de cultivos por parte de Estados Unidos más que presión, erradicar es un deber moral de nosotros, de los soldados, de los policías, de los infantes de marina. Porque la coca es un cultivo ilícito. Las cosas hay que llamarlas por su nombre y donde esté un soldado o un policía debe actuar en consecuencia. Como cultivos ilegales tenemos que erradicarlos.

Para terminar, ¿de dónde viene la tradición cocalera de esta región?
El narcotráfico llegó a Nariño en los 80 al corregimiento de Llorente. Llegó del Valle del Cauca. Desde allá la familia Santacruz Londoño sembró los primeros cultivos. Y a partir de ahí se empezó a irradiar el narcotráfico. Después llegó el ELN, enseguida las Farc sacó al ELN… El que fue llegando fue apoderándose. Ahora como las Farc están concentradas, son los narcos los que tomaron el control.