Este viernes se dio a conocer que Panamá oficializó una serie de medidas para frenar la crisis migratoria en el Darién, que ha sobrepasado todos los límites. Se trata de aumentar las deportaciones y mover los puntos de control a los que llegan los viajeros para reducir el impacto en las pequeñas comunidades de este flujo imparable que se mueve hacia Estados Unidos.
Esta crisis migratoria se da por la desesperación de colombianos y venezolanos que enfrentan diferentes factores como la violencia, falta de oportunidades, problemas políticos y deciden emigrar hacia los Estados Unidos en busca de un mejor futuro, arriesgando su vida.
Según las autoridades panameñas, la primera de estas medidas administrativas es la protección a los pueblos de acogida, removiendo los puntos de asistencia migratoria de las comunidades de Bajo Chiquito y de Canaán Membrillo, con la finalidad de prevenir el impacto sanitario y de seguridad.
Samira Gozaine, directora del Servicio Nacional de Migración de Panamá dijo que este primer paquete de medidas también incluye reforzar “las deportaciones y las expulsiones de los ciudadanos irregulares que tengan antecedentes penales, a través de contrataciones de vuelos chárter”.
¿Cómo será el proceso de deportación?
A través de datos biométricos en las estaciones migratorias del Darién, los funcionarios panameños podrán percatarse de las personas con antecedentes penales, adoptando una medida que ese país ya implementó junto con asistencia médica y alimentaria, en una operación única en el continente en la que ha invertido en los últimos años casi 70 millones de dólares.
Por ende, también redoblarán la vigilancia y control en los puertos de entradas al país, como el Aeropuerto Internacional de Tocumen, para evitar que el crimen organizado los utilice para el tráfico de personas.
Además, tendrá más patrullajes marítimos en las costas, tanto en el Pacífico como en el Caribe, para evitar que estas organizaciones delictivas sigan transportando en lanchas a los migrantes desde Colombia.
Presidente Petro tras muerte de niña colombiana que pasó por El Darién: “Estamos ante una inmensa tragedia humanitaria”
El pasado martes 29 de agosto, el presidente de la República, Gustavo Petro, se pronunció sobre las condiciones que viven las personas que buscan pasar el Darién. Además, comunicó el fallecimiento de una niña colombiana de seis años.
“Emily Eivera Rojas, niña colombiana de seis años, murió por problemas asociados a la desnutrición en Costa Rica, después de pasar por el Darién. Estamos ante una inmensa tragedia humanitaria del pueblo latinoamericano. El éxodo al norte solo se solucionará haciendo próspera la gente del sur. La prosperidad social descarbonizada”, trinó el mandatario en su cuenta de X, anteriormente conocida como Twitter.
Este trino de Petro generó controversia en redes sociales, pues muchas personas resaltaron la situación que viven día a día las personas que intentan cruzar El Darién.
La organización Médicos Sin Fronteras (MSF) alertó que la ayuda para atender la situación en la peligrosa selva del Darién, que separa Colombia y Panamá, es insuficiente ante el incremento en el paso de migrantes, ya que diariamente las poblaciones panameñas reciben entre 2.000 y 3.000 personas.
“Las organizaciones humanitarias no damos abasto ante el incremento de personas que llegan a diario. En las últimas semanas hemos tenido días de hasta 3.000 migrantes en un solo punto”, aseguró el coordinador de terreno de MSF en el Darién panameño, José Lobo, en un comunicado.
En total, más de 50.000 personas han atravesado el Tapón del Darién en lo que va de este mes, y este año ya se ha superado la cifra de años anteriores, puesto que más de 260.000 migrantes, sobre todo venezolanos, han emprendido esta ruta rumbo a Norteamérica.
“Son más de 2.000 personas que a diario se ven forzadas a enfrentar riesgos como lesiones y ahogamientos por las condiciones geográficas, robos, agresiones y violencia sexual por cuenta de las bandas criminales. Luego, a su llegada a Panamá, no encuentran la atención que necesitan”, denunció MSF.
La organización médica humanitaria atiende a los migrantes a su llegada a las poblaciones de Panamá, al otro lado de la selva, donde la gran mayoría llega con algún tipo de afección, ya sea heridas en la piel y dolores musculares por la extenuante travesía, diarreas y enfermedades por beber agua de los ríos o problemas de salud mental por la violencia en la ruta.