“Estaba lavando algo de ropa y me olía maluco, como podrido, pensé que era el agua, pero cuando ya salí a la calle, me encontré todo tapados todos los pasillos con ceniza”, relató Sonia Meneses, habitante de los Bloques de Moscopán al enterarse de que la ciudad fue completamente arropada por un gran manto de ceniza y azufre expulsados por el volcán Puracé.
Por eso, como Sonia Meneses, muchos payaneses se vieron obligados a usar de nuevo el tapabocas para iniciar sus actividades laborales, escolares o domésticas porque el ambiente también está ampliamente inundado de estos elementos, dificultando la respiración e irritando los ojos.
“Como es la naturaleza de poderosa, mire esas tres fumarolas que hay ahora en el volcán”, manifestó el propietario de una óptica del centro histórico que se vio obligado a limpiar todas las vitrinas de su establecimiento en las primeras horas de este lunes 20 de enero luego de esta inusual lluvia de ceniza y azufre. “Es mejor usar tapabocas, porque se siente el ardor al respirar y esa sed tan berraca”, agregó el comerciante.
Y es que los payaneses se vieron obligados a movilizarse por calles tapizadas de ceniza, creándose después como grandes cortinas de humo porque los automóviles, buses y motocicletas levantaban ese polvo generado por la combustión volcánica. “Volvimos a los carnavales”, manifestaron muchos al recordar las fiestas de Blancos y Negros adelantadas en el pasado primer puente festivo de este 2025.
“Es mejor usar el tapabocas porque se siente muy marcado esa cantidad de azufre que hay en el ambiente”, indicó Sergio Villamizar, guarda de seguridad que le tocó usar de nuevo este elemento para poder realizar su trabajo de verificar los establecimientos comerciales del centro de la ciudad y que su empresa ayuda a vigilar. Las ventanas, puertas y techos terminaron manchados de gris.
Otros, como en el caso de las amas de casa que buscan proteger a sus hijos, se vieron obligados a recurrir a las gafas carnavaleras y a los trajes antifluidos a la hora de desplazarse a los colegios o guarderías, recordando los tiempos de la pandemia.
“Pues es por seguridad y que los niños estén cómodos porque es molesto respirar para ellos, entonces volvimos a los trajes que usábamos en la pandemia y las gasas de jugar en los carnavales de Blancos y Negros para poder llegar al jardín”, expresó una joven al momento de movilizar a sus pequeños a dicho establecimiento educativo.
Después los pequeños fueron despachados de nuevo a sus hogares porque las autoridades tomaron la decisión de suspender las clases por medida preventiva, debido a la reciente situación y la consiguiente lluvia de ceniza que así se persive
“La salud y seguridad de nuestros niños y niñas es nuestra principal preocupación, y consideramos que la exposición prolongada a las cenizas volcánicas puede representar un riesgo para su salud por eso ordenamos de últimas suspender clases en los colegios públicos y privados de la ciudad”, expresó Felipe Acosta, secretario de educación de Popayán.
También suspendieron las operaciones en el aeropuerto Guillermo León Valencia y se activó la red de emergencias en todos los hospitales y puestos de salud de la zona de influencia del volcán. En el municipio de Timbío también se tomaron estas medidas e igualmente se suspendieron las actividades escolares.
“Esta situación afecta gravemente a los animales en las zonas cercanas al volcán. La ceniza puede dañar el sistema respiratorio de los animales, especialmente aquellos que viven al aire libre, como el ganado, caballos y fauna silvestre. Además, la caída de ceniza contamina las fuentes de agua, lo que pone en riesgo la hidratación y la salud de los animales”, expresaron campesinos del municipio de Puracé al compartir fotos de numerosos semovientes completamente tapados de ceniza, al igual que cultivos de pancoger.