En el pasado mes de agosto, Revista SEMANA realizó una grave denuncia, en la que se expusieron las irregularidades en inteligencia del Ejército Nacional, por lo que la institución está en la mira de la Procuraduría General de la Nación. A través de un oficio, la delegada disciplinaria de instrucción para la fuerza pública, abrió una indagación preliminar y ordenó la práctica de pruebas. Todo esto se está manejando con reserva en la Procuraduría General.
Esto no es para menos. Todo se debe a que tiene que ver con la seguridad nacional y que puede comprometer al aparato de inteligencia del Estado Colombiano. De acuerdo con algunas fuentes que ha podido precisar la misma Revista SEMANA, todo se seguirá manejando con mucha discreción y reserva. Todo esto hasta que se tenga un fallo de la situación. Lo que también reveló el mencionado medio son algunas consecuencias de la política puesta en marcha por el Gobierno Nacional.
Esto lo que ha ocasionado es que tiene afectadas las labores de inteligencia y contrainteligencia. Estas dos últimas son muy claves para la seguridad de una nación. Dentro de dichas situaciones que se han podido evidenciar se presentan los relevos inusuales en las unidades, desidia y regresaron polémicos oficiales retirados que ostentan el poder. Las modificaciones en el interior de las Fuerzas Militares y de Policía comenzaron desde el pasado 7 de agosto.
Ese fue el día en que Gustavo Petro se posesionó como presidente de la República de Colombia. Iván Velásquez, ministro de defensa, ordenó una barrida de agentes expertos de inteligencia. De igual manera, también se produjeron traslados injustificados de personal que estaban en posiciones claves. De acuerdo con varias fuentes, lo que aumentó fue la persecución en las propias filas, como también un abrupto cambio de estrategia que eliminó los llamados “objetivos de alto valor”, entre ellos estaba un persona con notable y certificada experiencia.
Lo que pudo precisar Revista SEMANA en ese momento es que algunas de las operaciones contra la estructura de Iván Mordisco, quien es el jefe de las disidencias de las FARC, no fueron autorizadas. Esto pese a que los militares, basados en información de inteligencia, tenían en la mira a varios de sus integrantes.
“Todos los trabajos que se hacen fueron suspendidos, inclusive antes del cese bilateral, y de que se expidieran los decretos. La orden fue no atacar a esos grupos. Obviamente, nunca lo hicieron de manera formal con un documento, pero era poco o nada el interés de los mandos de afectar a los cabecillas de los diferentes grupos como el ELN, el Clan del Golfo o los residuales”, reveló un oficial indignado.
De igual manera, varios militares retirados que acompañaron la campaña de Gustavo Petro regresaron a la institución. De igual manera, con fuentes contrastadas con el mencionado medio, estas mismas hoy actúan a la sombra, gozan de poder y asesoran al ministro Iván Velásquez e impulsan decisiones importantes de inteligencia. El pasado 26 de agosto, Revista SEMANA reveló los detalles secretos de una profunda crisis que está impactando de manera negativa en la inteligencia. Esto puede poner en riesgo la seguridad nacional.
Sin experiencia
En todo lo que lleva corrido el gobierno del presidente de la República Gustavo Petro, dos generales y varios coroneles han sido removidos de sus cargos de inteligencia militar. Dichos cambios han generado una inestiabilidad en la línea operativa en unidades estratégicas. Ahí se encuentra el Comando de Apoyo de Combate de Inteligencia Militar (Caimi). Esta se encuentra compuesta por nueve batallones y es la que define los objetivos de alto valor.
De igual manera, ellos se encargan de identificar las amenazas externas, cuenta con el batallón de inteligencia de guerra electrónica y cinco aviones de inteligencia, entre otros. Dicha unidad es la que lucha contra el crimen de alto impacto y ha tenido dos comandantes. El general Óscar Eduardo Vera, relevado por el general William Prieto, quien asumió el pasado 27 de julio del presente año 2023. Este comando está integrado por varias unidades.
No obstante, las de mayor impacto son las brigadas de inteligencia militar 1 y 2. La primera ha tenido tres comandantes en el primer año del Gobierno de Gustavo Petro. Se trata de los coroneles César Tiquer, Miguel Chaparro y Juan Carlos Bernal. Esta rotación, de acuerdo a los expertos, genera una inestabilidad. Por su parte, en la brigada de inteligencia militar número 2 hubo dos comandantes. Estos son los coroneles Héctor Méndez y Alexánder Porras Plata.
Con la salida del general Óscar Vera Peláez de contrainteligencia militar y la llegada del brigadier general Freddy Fernando Gómez, fueron nombrados en las unidades de contrainteligencia militar, los tenientes coroneles Johan Peña y Felipe Melo, estos son cargos que normalmente ocupan coroneles. Dentro de las grandes preocupaciones en el cuerpo de inteligencia militar está que estos comandantes no son expertos en esa rama.
El Ejército le respondió al citado medio que “ambos vienen de unidades complicadas, Valle del Cauca y Putumayo, o sea, cuentan con el conocimiento y la experiencia y se busca potenciar y dinamizar el trabajo”. Sin embargo, un alto mando de la institución aseguró que lo complicado es que “en el Ejército ya no hay generales expertos en inteligencia, el único es Vera”.
Policías retirados están en el poder
Algunas fuentes en el Ejército le confirmaron a la Revista SEMANA que lo que tiene debilitada a la inteligencia es la estrategia del gobierno. Esta ha estado en manos de un grupo de oficiales activos y otros retirados, los cuales rodean y aconsejan al ministro de defensa Iván Velásquez. De acuerdo con los últimos, un oficial alto explicó que “algunos fueron retirados por diferentes cuestionamientos”.
Óscar Vera Peláez es uno de los activos generales. Él se ha convertido en un foco de críticas y varias fuentes de inteligencia que hablaron con Revista Semana explicaron que de ser el oficial que, supuestamente, ha entregado información clave que ha servido para perseguir a quienes participaron en grandes operativos. Incluso, él está siendo culpado de aparentemente liderar pesquisas del gobierno nacional.
Esto para establecer si hubo o no militares colombianos que se unieron con mercenarios para matar a Jesús Santrich en Venezuela. Los generales retirados Eduardo Zapateiro y Luis Fernando Navarro han tenido que responder como si hubieran entrado con sus tropas al vecino país. Esto para acabar con alias Jesús Santrich, por orden del expresidente de la república Iván Duque.
“La primera visión que tengo de cómo se empezó a debilitar la inteligencia fue desde la llegada del general Vera al Comando de Apoyo de Inteligencia Militar (Caimi). Él fue designado como comandante de la inteligencia del Ejército, y desde que llegó, quedó claro que ordenaron debilitar las operaciones y solamente hablar de interdicción. O sea, afectar solamente el fenómeno del narcotráfico por vía terrestre, marítima o en laboratorios. Él le bajó a todo lo que era la amenaza y los objetivos de alto valor estratégico. La instrucción fue cero operaciones contra esos objetivos y hacer solamente operaciones de interdicción”, aseguró un alto oficial de inteligencia.
Este medio se comunicó con el general Vera, quien aseguró que solo cumplió órdenes. “No sé quién podrá decir que lo perseguí, no he perseguido a nadie”, dijo el oficial. Además, negó ser cercano al ministro Velásquez o conocer algo sobre el caso Santrich.
Óscar Vera Peláez es hoy el comandante de la Quinta Brigada del Ejército con sede en Bucaramanga. Además aparece otro nombres y es el del coronel Deibe Alexánder Coca Buitrago, quien es el jefe del Estado Mayor de contrainteligencia militar. Algunos lo miran con desconfianza. Pese a que no hay investigación por estos hechos en su contra, otra fuente hizo graves señalamientos.
“Coca Buitrago es el encargado, con personal del Ejército, de hacer seguimientos, de hacer montajes a personas que no se prestan para las intenciones que tiene el actual Gobierno. Entonces, internamente, en inteligencia, se viene observando una persecución al estilo de la Stasi, en épocas de la Alemania Oriental, donde el que no estuviera de acuerdo con el régimen tenía que salir o era encarcelado”.
Otro nombre sobre el cual está puesta la lupa desde inteligencia es el del coronel Juan Carlos Mazo, hoy retirado, quien le reconoció a Revista SEMANA que asesora al ministro Velásquez y que, además, se está conformando un equipo de personas de confianza (varios militares retirados) para hablarle al oído al funcionario. Sobre Mazo, se asegura que tiene un gran poder. Aunque él lo niega, lo responsabilizan incluso de dar “órdenes e instrucciones a los comandantes de inteligencia y contrainteligencia para garantizar que cumplan con lo que quiere el Gobierno Petro, aun cuando él no podría tomarse esas atribuciones”, dijo un alto oficial de un batallón.
“Mazo tiene sus propias fuentes de información en los comandos de inteligencia y contrainteligencia, les ofrece cargos, comisiones, no traslados y ascensos en contraprestación por información de militares que no estén alineados con las políticas del ministro Velásquez (...) Invito a las autoridades a que revisen su patrimonio”, agregó la fuente.
Mazo, simplemente, concluyó que llegó al Ministerio de Defensa por su hoja de vida y sostuvo que lo que dicen en su contra “es mentira”. Vera, Coca y Mazo son viejos conocidos y trabajaron juntos en la Brigada de Inteligencia Militar Número 1 en 2016. Los tres se convirtieron en hombres fuertes en el Ejército en este Gobierno, así como los generales en retiro César Augusto Parra León y Juan Miguel Huertas Herrera.
Estos oficiales fueron retirados durante la administración de Iván Duque y posteriormente llegaron a la campaña presidencial el 8 de junio de 2022. Petro les dio ese día la bienvenida mediante un mensaje en Twitter. “Ellos fueron los que armaron ese organigrama de qué generales deberían irse y quiénes se deberían quedar”, sostuvo un oficial de alto rango que dijo conocerlos de cerca. Y concluyó: “Ellos están cobrándose unas venganzas de sus supuestas salidas injustas del Ejército y vienen haciendo una barrida”.
Parra León salió de la institución en medio del escándalo de la llamada Operación Bastón, que dejó al descubierto supuestos actos de corrupción de varios altos oficiales. Parra León no ha sido condenado y hoy está en un cargo diplomático en Washington. Algunos están convencidos de que, supuestamente, “ha trabajado de forma articulada con la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI) para detectar oficiales y suboficiales que no estén alineados con el Gobierno y que en el pasado hayan participado en operaciones contra países como Venezuela”. Varias fuentes de inteligencia lo vinculan con el círculo del sargento Alexánder Chalá, quien permanentemente insulta, desde su perfil de Twitter, a los contradictores del Gobierno. Tras ser contactado por este medio, se negó a entregar su versión.
Las fuentes también confirmaron, sorprendidas, que toda la información de contrainteligencia que desató el escándalo de la Operación Bastón desapareció misteriosamente. Huertas Herrera fue retirado por decisión discrecional del Gobierno de Iván Duque. Él es considerado uno de los cerebros de los cambios y retrocesos en inteligencia militar.
Huertas Herrera es compañero de curso de Mazo, el asesor de confianza de Velásquez. Lo relacionan con el general Ómar Esteban Sepúlveda Carvajal, subjefe del Estado Mayor de Operaciones Conjuntas del Ejército, y quien, según fuentes, también impulsaría investigaciones para descubrir si la anterior cúpula participó en Venezuela en una operación contra Santrich. Sepúlveda le dijo a este medio que no se iba a referir a ese señalamiento.
Huertas Herrera también es vinculado con el controvertido sargento Chalá. Este fue clave en la campaña de Gustavo Petro y con decisiones de trasladados del alto mando militar, así como la supuesta persecución “a personal de inteligencia activo que trabaja institucionalmente”.
“El general Huertas Herrera es el que dice quién debe y quién no debe estar en ciertas unidades de inteligencia. Hay una ‘cacería de brujas’ contra quienes consideran que trabajaron en su momento con algunos generales y con el gobierno Duque. Eso es lo que se observa desde la parte estratégica”, dijo un oficial, preocupado.
Este medio lo contactó, pero él negó rotundamente los señalamientos y dijo que estaba atendiendo asuntos médicos.
Los están debilitando
La constante rotación tiene a la inteligencia en la lona ante la imposibilidad de consolidar políticas y estrategias. Hay muchos problemas, por ejemplo, hay equipos de poligrafía, pero hay poligrafistas porque “sacaron a mucha gente especializada por orden del general Ospina”. El manejo de los gastos reservados hoy es muy complejo. Muchas inteligencias expresan que los recursos son “limitados” y tienen miles de controles.
Si bien hay que reconocer que ha habido algunos abusos con estos rubros, lo cierto es que poner trabas también puede ser perjudicial para la efectividad de las investigaciones y la consecución de las fuentes humanas. Los batallones de inteligencia y contrainteligencia tuvieron una reducción y a los especialistas los enviaron hacia regiones apartadas del país. Esa desbandada desmanteló la unidad crítica, según varios de los consultados por el mencionado medio. Estos trabajan desmoralizados para el corazón de una inteligencia militar que definitivamente, cambió de rumbo en apenas un año.
En la inteligencia técnica hay serios reparos, aunque es fundamental en el área de operaciones. “La inteligencia técnica se fragmentó, tiene muchas unidades desplegadas que hacen lo mismo en todo el territorio y también observamos que los equipos están obsoletos, no se ha hecho una reingeniería ni se han modernizado”, dijo una fuente que lleva 20 años en el Ejército.
“Se observa que a esa inteligencia técnica ya no se le da la importancia, es algo muy raro porque se supone que los comandantes en todos los niveles lo que necesitan es información privilegiada y esa la da la inteligencia técnica de una muy buena manera”, agregó.
Un técnico de inteligencia eplicó: “Se prenden los equipos, se escucha uno que otro bandido, se hacen unos reportes, pero no se les incluye el valor agregado, o sea, el análisis, buscar más frecuencias, diferentes horarios, todo esto pasa por la visión de este Gobierno y del ministro Velásquez, que no le dan importancia a la inteligencia. Lo que ellos hacen, para decirlo de una manera muy coloquial, es pasar el tiempo, tratar de producir algo, pero no con el interés estratégico que se debería tener”.
Al final, todo esto favorece a los criminales. “Los grupos están tranquilos, se aumentan el reclutamiento, la coacción a la población civil, los cultivos ilícitos y hacen como patrias aisladas en el mismo territorio nacional, donde ejecutan diferentes cogobiernos, como ocurre en Cauca, Catatumbo y en parte de Arauca”, dijo un militar.
Hace unos meses, inteligencia solicitó la reinstalación de un aparato que consideran fundamental para la lucha contra el crimen y que SEMANA conoció que lleva varios años arrumado en una bodega. Se trata de un moderno sistema avaluado en 6.000 millones de pesos. Este medio tuvo acceso a todo el dosier del equipo Star Safire HD-380. El aparato contiene un moderno sistema de cámaras de alta definición que se instala en una aeronave militar.
Con el equipo, un sistema de inteligencia de alta movilidad, y desde el aire, se pueden ubicar pistas de narcotráfico, seguir los movimientos del enemigo en tierra, vigilar a las tropas y apoyar operaciones militares, entre otras actividades. Fuentes del Ejército reconocieron que este aparato ha dado buenos resultados en la lucha contra el crimen en el pasado y que el hecho de que esté fuera de servicio les da ventajas a las estructuras criminales.
La unidad de inteligencia militar también advirtió que mantener inservible el sofisticado sistema puede generar un posible detrimento patrimonial. Hoy, en el propio Ejército se libra una batalla para que se destinen los recursos y se ponga en funcionamiento el Safire HD-380 en otra aeronave con el fin de que sea empleado en misiones militares de alto impacto, como las que se necesitan para frenar el accionar terrorista de las disidencias de las Farc, el ELN y el Clan del Golfo.