La noticia del fallecimiento de Piedad Córdoba conmocionó al país, el pasado sábado 20 de enero. La reconocida política y defensora de los derechos humanos falleció en su residencia de Medellín, mientras se encontraba acompañada de su hija, Natalia Castro, quien habló con la revista Semana, y contó cómo vivió los últimos momentos al lado de su mamá.
Según Natalia, la mañana comenzó como un día común en su hogar, con la alegría que caracteriza a la exfuncionaria, Piedad se levantó y de manera jovial llamó a uno de sus escoltas, con quien tenía mucha confianza, y le pidió que si le podía hacer el desayuno; él como es costumbre le hizo huevos revueltos.
“Esa mañana, me levanté tarde. Me cuentan que ella, con la alegría que la caracterizaba, llamó a uno de sus escoltas bromeando. Le puso un mensaje en su teléfono celular. ‘Mi adorado Manuel, sube por favor, y me ayudas a hacer el desayuno’. Efectivamente, él subió y le preparó unos huevos revueltos. Él la apreciaba mucho. Después, él fue a comprarle unos buñuelos porque ella le pidió el favor”, contó Natalia.
Aunque estaba temprano y, apenas se estaba definiendo el desayuno, en la mañana Natalia habló con su mamá para saber qué hacer de almuerzo, su hija aún recuerda que pensaba en hacer carne asada; sin embargo, su mamá, quien era de un paladar exquisito le recomendó otro plato.
“Cuando me levanté vi que mi mamá estaba durmiendo, al rato se despertó, me dijo que iba a mirar una receta y preguntó qué hacíamos de almuerzo. Yo le respondí que usáramos el arroz que había quedado del día anterior que estaba tan rico, papas bravas, carne asada y ensalada, pero como a ella le gustaba que quedara todo de buen sabor, me dijo: ‘¿Cómo harás la carne si no está bien sazonada?’”.
Natalia describió que, tras planificar el almuerzo con su madre, esta se retiró a su habitación. Momentos después, la situación cambió drásticamente cuando, al regresar, encontró a Piedad en un estado desgarrador.
“Me puse a hablar con la muchacha del servicio, le dije que hiciéramos unos camarones al ajillo. Y volví a donde mi mamá y le mostré otra receta. Subió a su cuarto mi hermano Camilo, ella habló con él, nos reímos; yo me bajé, él también y me fui a hacer el almuerzo. Ella quedó superbién. Al rato, cuando subí de nuevo y fui al baño, mi mamá estaba desgonzada. La escena fue muy fuerte, todo en cuestión de segundos, no sé qué pasó”.
“Es que es familia, familia es familia y a uno le duelen los problemas de la familia, a uno le duele que un hermano tenga problemas y que uno no sepa qué hacer. Ella no sabía que él se iba a declarar culpable. Nosotros no teníamos la más mínima idea. Claro, obvio, era su hermano, con el que hacía política. A uno le duele porque uno confiando y de un momento a otro que él diga que es culpable y mi mamá sin saber. Mi mamá siempre confió en su inocencia, pero pues a todos nos sorprendió”, dijo Natalia.
Sumado a lo anterior, Natalia asegura que su mamá también se encontraba estresada por la aparente persecución política que sufría, pues para nadie es un secreto la cantidad de detractores que la exfuncionaria tenía en Colombia. “Estresada con todo lo que le montaron en este país, la persecución, ¿quién no se va a estresar? Ella demostrando su inocencia y cada vez le salían más cosas. Ella tenía sus achaques, pero normal, el estrés”, mencionó Natalia.