A bordo de una camioneta Totoya verde con el logo viejo de EPM y camino a instalar un transformador que por fin le llevara la luz a un caserío veredal, el practicante John Maya Salazar le dijo al conductor: “Luis, yo en algún momento voy a llegar a ser gerente de EPM”. Más de 30 años después, y en medio de aplausos y algarabía, el sueño se le cumplió a este ingeniero electricista quien asumirá las riendas de la joya de la corona de Medellín.
Maya Salazar cuenta cómo se abrió paso en la empresa hasta llegar a la primera plana, los días difíciles de la emergencia de Hidroituango –que aún le quiebran la voz–, qué lo convenció de regresar después de retirarse en 2019 y cuáles serán sus retos inmediatos una vez asuma la dirección.
Ha tenido una llegada y dos regresos a EPM. ¿Qué siente en esta tercera etapa que va a empezar ya a cargo de la empresa?
Llego con la mayor responsabilidad, no solo porque el cargo en sí lo amerita, sino por el recibimiento de la gente, que implica una mayor responsabilidad por la esperanza de que haga una gestión muy importante. Lo reflejaron el día que el alcalde hizo el nombramiento, eso para mí tiene un significado enorme.
¿Qué momento ha sido más significativo: cuando llegó a hacer las prácticas en los 80, en 2016 cuando volvió para ser vicepresidente o ahora que asumirá las riendas como gerente general?
Si pongo la balanza en esos términos, creo que la primera. Era estudiante, para nosotros EPM era —y todavía lo es— lo máximo en empresas y sobre todo para un ingeniero electricista. Me acuerdo de una anécdota de cuando estaba en electrificación rural que me tocaba recorrer las veredas a pie electrificando las casas. En aquel entonces estaban los famosos carros verdes, unos Toyotas. Conversando con el conductor que tenía en ese momento como compañero le decía: ‘Luis, yo en algún momento voy a llegar a ser gerente de EPM. Esa es mi ambición’. Y hoy se está cumpliendo. Tienen una relación los tres momentos, pero para mí el más emocionante fue el primero.
¿Cómo fue ese primer trabajo cuando llegó a la práctica?
Lo disfruté mucho, era de electrificación rural. En términos de la cadena de energía era por donde uno empezaba: poner un transformadorcito, tirar una línea, una monofásica, y poner una secundaria, es como lo más básico dentro de la ingeniería eléctrica. Sin embargo, para mí era lo máximo, era un mundo, y era una realización como ingeniero.
Empecé, fuera de lo técnico, a ver la satisfacción de la gente, de los campesinos cuando le poníamos, entre comillas, la luz. Hay una imagen que nunca se me borra de una vez en una vereda de Donmatías. Cuando se terminaba de electrificar y se ponía la luz, se hacía una fiesta en la vereda alrededor del acontecimiento de la llegada de la energía. Estábamos ahí cuando llegó un muchachito y me dijo, ingeniero, ingeniero, que si puede por favor ir donde mi mamá. Fui a la casa y me dijeron: ‘ingeniero, qué pena, ¿usted me puede decir cómo se prende este bombillo? No podía entender que en el siglo XX alguien no pudiera accionar un suiche. Esa es la relatividad dentro de lo absoluto. A pesar de ser lo elemental dentro de la cadena de energía, era un trabajo de mucha satisfacción”.
Y después de ese primer trabajo como el hombre que traía la luz, ¿cómo empezó a ascender?
Después de estar en electrificación rural ya entré a distribución, a redes grandecitas de 44 y en subestaciones haciendo expansiones e interactuando mucho con mantenimiento. Ya luego llegué a la construcción e interventoría de líneas de transmisión. Y esa fue mi vida como ingeniero de campo, más o menos 16, 17 años. Después se presentó un concurso, me lo gané y empecé en la parte directiva. Era jefe del departamento de interventoría, de energía y teléfonos. Ahí estuve unos años, fui luego jefe de la división técnica de energía, que ya se encargaba de la expansión del sistema. Ya estando ahí, en otra reestructuración de EPM, pasé a la subgerencia del gas, me tocó el inicio del gas en Medellín y la primera conexión que fue en Laureles.
Pasé a una subdirección nueva de relaciones externas, que era la encargada del relacionamiento técnico de EPM con el Municipio, el Concejo, la Asamblea, la Gobernación, el Congreso y los ministros. Hubo también un tema muy bonito, que EPM no lo tenía, y era el concepto de responsabilidad social empresarial. Después me fui para la gerencia de la EDU en la alcaldía de Alonso (Salazar), en ese tiempo me pensioné y me fui para una empresa que se enfocaba en pequeñas centrales hidroeléctricas. Estando ahí me llamaron para gerenciar la Sociedad Hidroeléctrica Ituango, ahí estuve casi cuatro años.
¿Y quién lo llamó para que volviera a EPM en 2016?
Federico (Gutiérrez) me llama, casi que con el mismo argumento de hoy, y me dice que yo conozco a EPM y a la otra parte del municipio. ‘Tenés buenas relaciones, venite para la vicepresidencia de Negocios’. Ya cuando pasa lo de Hidroituango me pasan de la vicepresidencia de Negocios a la de Proyectos de Ingeniería, que era la encargada del proyecto. Me toca toda la contingencia y todo lo que tenía que ver con las comunidades aguas abajo. Eso afortunadamente se sorteó, fue muy complejo, doloroso en muchas partes, pero se logró sortear.
¿Cuál fue el día más difícil de la emergencia de Hidroituango?
Todo fue muy complejo. Soy muy creyente y con la ayuda de Dios, y luego con todo el compromiso, con toda la dedicación, con todo lo que hicieron los trabajadores que pusieron alma, vida y corazón... (Solloza) Esperate que me da mucha emoción...
¿Qué recuerda? ¿Qué se le viene a la mente en ese momento?
Los trabajadores. Lo que ellos hicieron no tiene nombre. Eso fue una cosa muy linda, antes de empezar a entrar a esas cavernas derrumbadas se juntaban, se contaban, oraban y después de que salían volvían a hacer el mismo ritual, orar y contarse para que nadie se hubiera quedado en un hueco de esos. Esa mística, todo ese esfuerzo y todo lo que ellos pusieron tuvo esa recompensa de recuperar el proyecto y evitar que ocurriera una catástrofe.
Ese reconocimiento, y lo diré hasta que me muera, es al compromiso de los técnicos, de los ingenieros, pero sobre todo de los trabajadores. Eso me da muy duro, me mueve la fibra por la emoción de lo que hizo esta gente. El momento más crítico fue cuando por la galería 284 empezó a salir agua (16 de mayo de 2018) porque en un principio creímos que la presa se había roto por debajo y eso hubiera sido la cosa más catastrófica del mundo.
¿Qué lo termina convenciendo para volver ahora?
El compromiso que tengo con EPM. Nosotros desde afuera hablamos de la complejidad que existe para las empresas y el país, y esperamos que alguien nos solucione el problema, pero no asumimos esa responsabilidad. Cuando Federico (Gutiérrez) me llama a su oficina me dice, ‘hombre, necesito hablar con vos’, a mí jamás se me pasó por la cabeza que fuera a hacerme ese ofrecimiento. Creí que era para preguntarme qué pensaba de cualquiera de los temas técnicos.
Empezó a hablarme de Empresas Públicas, de lo que implicaba, de la percepción que se pueda tener en este momento y de un momento a otro me dijo que después de mirar muchas hojas de vida quería que yo fuera el gerente. Me sorprendió sobre manera, ay fue pucha, qué es esto. Le dije inicialmente que sí, pero que iba a hablar con la familia, porque esto nos cambiaba todos los planes de vida. Y en familia llegamos a la misma conclusión: si yo era la persona para aportarle a la organización, a la empresa a la cual le debemos todo como familia, era el momento de retribuir eso. Me dijeron que contaba con todo el apoyo, sin desconocer, obviamente, todos los riesgos que esto implica.
Ya con esa bendición de la familia le ratifiqué a Federico que me voy para Empresas. Y así fue el anuncio que hizo a los ocho días después del ofrecimiento.
¿Qué sintió el día del anuncio con los empleados aplaudiendo y gritando desde los balcones del Edificio Inteligente?
No me lo esperaba, obviamente sabía que Federico iba a hacer el anuncio, pero nunca me imaginé la reacción de la gente. Absolutamente agradecido, complacido, con alegría de que mi nombre haya sido aceptado, eso a veces no es tan frecuente, ni tan recurrente.
Adicional a la responsabilidad que implica ser gerente de EPM, está que los compañeros tengan esa esperanza de que alguien salido de las entrañas de EPM pueda estar allá. Es como el reconocimiento a todos esos trabajadores que han hecho grande a Empresas Públicas con su mística, su apropiación de la organización. Es primera vez que alguien que sale de las entrañas de Empresas Públicas sea el gerente.
¿No había pasado ni en las primeras décadas de EPM?
Que nosotros conozcamos en la historia que alguien que haya sido de EPM llegue a ser el gerente, no.
¿Qué responde sobre el proceso de responsabilidad fiscal de la Contraloría en el que fue procesado por Hidroituango?
Como lo viví personalmente y me tocó sufrir las consecuencias, claramente había un gran componente político en ese proceso. Hay elementos en las imputaciones que nada tienen que ver. Dicen por ejemplo que John Maya dijo tal cosa en la junta directiva de 2011 y que por eso tiene una responsabilidad. ¿Si? Yo en el 2011 no había entrado a la Sociedad Hidroeléctrica, entré en septiembre de 2012, ¿cómo me acusan, con nombre propio, que tuve responsabilidad en ese detrimento? Tengo un listado de todas las inconsistencias que esbozaron para hacer esa imputación.
Nos defendimos de los tres cargos que me imputaron y ya la acusación final fue por tres casos totalmente distintos a los que me habían formulado. Nunca nos dieron la oportunidad de defendernos. Por eso ese proceso está demandado en el Tribunal por nulidad y restablecimiento del derecho. A pesar de que el proceso se archivó, ahí está nuestra honra y dignidad. No pueden de un plumazo decir lo contrario. No, venga señores que la cosa es demostrando, y ya que un juez dirima esa responsabilidad. No tengo ninguna inhabilidad, ni incompatibilidad para desempeñar el puesto.
¿Qué le preocupa del presente de la empresa?
Voy a enfocarme mucho en la calidad de la presentación del servicio. Lo digo como cliente, no como gerente ni como exfuncionario, que hay un tema de la calidad del servicio que amerita un estudio a fondo y que hagamos acciones importantes con respecto a que esa calidad del servicio no sea por unos indicadores de referencia, sino por la percepción de la gente. Esa sería una parte muy importante de mi gestión en los primeros años para recuperar. Quiero llegar a lo fundamental, al core de lo que es EPM, una empresa prestadora de servicios con unos estándares muy altos a nivel nacional e internacional y el reconocimiento de la gran calidad de EPM como prestadora de servicios públicos.
¿Este ya fue el regalo del Niño Dios o todavía espera algo más en este diciembre?
No sé si se puede catalogar como regalo pero sí es una satisfacción muy grande saber que puedo aportar a la organización en este momento. Fundamentado en los trabajadores de Empresas Públicas, en su conocimiento, en su mística, vamos a hacer que EPM vuelva a tener nombre.
*Con información de Colprensa