Las orquídeas, conocidas por sus flores exóticas y elegantes, son una adición apreciada en cualquier hogar o jardín. Sin embargo, su cuidado puede verse complicado por la aparición de plagas que amenazan su salud y belleza. Combatir estos invasores requiere de un enfoque cuidadoso y metódico para asegurar que las plantas se mantengan vibrantes y libres de enfermedades.
Uno de los problemas más comunes es la presencia de cochinillas, pequeños insectos que se esconden en las hojas y tallos. Para tratarlas, es efectivo usar una solución de agua con jabón neutro. Se debe aplicar con un algodón o un cepillo suave en las áreas infestadas, eliminando tanto los insectos como el algodón que queda de su excreción. Otra alternativa es usar aceite de neem, un insecticida natural que también actúa como fungicida y repelente.
Los pulgones son otro enemigo frecuente, que se alimentan de la savia de las orquídeas, debilitándolas y deformando sus hojas. El control de pulgones puede lograrse rociando las plantas con una mezcla de agua y aceite de neem, o incluso una solución de agua con una cucharadita de bicarbonato de sodio. Ambos métodos ayudan a eliminar los pulgones sin dañar las orquídeas.
Las arañas rojas, diminutos ácaros que suelen aparecer en ambientes secos, pueden causar manchas y pérdida de color en las hojas. Para combatirlas, se recomienda aumentar la humedad alrededor de la planta y aplicar un acaricida específico para orquídeas. Además, las nebulizaciones regulares con agua tibia pueden ayudar a mantener la humedad adecuada y disuadir a estos ácaros.
Es importante también revisar el sustrato y las macetas, ya que las plagas pueden esconderse en estos lugares. Mantener el área alrededor de las orquídeas limpia y libre de restos de plantas ayudará a reducir el riesgo de infestaciones.
*Este artículo fue creado con ayuda de una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto similar al humano, y curado por un periodista especializado de El País.