El cuidado del cabello no solo depende de productos costosos o tratamientos de salón, sino también de pequeños cambios en la rutina diaria que pueden tener un gran impacto. Una de las recomendaciones más recientes y populares es cambiar las fundas de almohada comunes por otras fabricadas con materiales como la seda o el satén. Estudios y expertos sugieren que este simple gesto no solo mejora la calidad del sueño, sino que también contribuye a fortalecer el cabello, reduciendo su caída y protegiéndolo de los daños.

Las fundas de almohada tradicionales, hechas de algodón u otros tejidos más ásperos, pueden ser perjudiciales para la salud del cabello. Al ser materiales con mayor fricción, causan más desgaste durante la noche, lo que puede provocar la rotura y el frizz, así como el debilitamiento de las fibras capilares. En cambio, las fundas de seda o satén ofrecen una superficie más suave y delicada, lo que reduce significativamente la fricción entre el cabello y la almohada mientras se duerme.

Uno de los principales beneficios de estas fundas es que ayudan a mantener la hidratación natural del cabello. A diferencia de las fundas de algodón, que tienden a absorber la humedad, las de seda y satén permiten que el cabello conserve sus aceites naturales. Esto es especialmente importante para personas con cabello seco o rizado, quienes suelen sufrir más de la pérdida de hidratación durante la noche.

Además, estas fundas son ideales para quienes están en el proceso de recuperación capilar tras daños por tintes o el uso constante de herramientas de calor. Al reducir la fricción y mantener el cabello hidratado, ayudan a prevenir la rotura y las puntas abiertas, permitiendo que el cabello crezca más fuerte y sano.

Esto es especialmente importante para personas con cabello seco o rizado, quienes suelen sufrir más de la pérdida de hidratación durante la noche. | Foto: Getty Images

Uno de los problemas más comunes que enfrentan las personas al despertar es el frizz, ese molesto encrespamiento que da una apariencia desordenada y difícil de manejar. Las fundas de almohada de algodón contribuyen a este problema porque su superficie rugosa crea fricción, lo que da lugar a que el cabello se enrede y se vuelva quebradizo.

El uso de fundas de seda o satén combate este problema al ofrecer una superficie más lisa y resbaladiza. Al reducir el contacto directo entre el cabello y la tela, minimizan la aparición de frizz, permitiendo que el cabello conserve su forma natural durante la noche. Esto es especialmente beneficioso para quienes tienen el cabello rizado o con tendencia a encresparse.

Lo que pasa al no lavar las fundas de las almohadas durante seis meses. | Foto: 2024 Getty Images

Otro factor clave que estas fundas ayudan a prevenir es la formación de puntas abiertas. Cuando el cabello se roza constantemente con materiales ásperos, las puntas se debilitan, causando su desdoblamiento. Con el tiempo, esto no solo afecta la apariencia del cabello, sino que también puede llevar a que se rompa con mayor facilidad. Al disminuir esta fricción, las fundas de seda y satén protegen las puntas del cabello, manteniéndolas más fuertes y evitando la necesidad de cortes frecuentes.

El cuero cabelludo también se beneficia del uso de fundas de seda o satén, ya que estos materiales son hipoalergénicos y más suaves para la piel. Aquellas personas que sufren de irritaciones en el cuero cabelludo, caspa o dermatitis, encontrarán en estas fundas una opción más delicada y menos agresiva que las tradicionales.

Además, la suavidad de estos tejidos promueve una mejor circulación sanguínea en el cuero cabelludo durante el descanso nocturno. Una circulación adecuada es clave para el fortalecimiento de los folículos capilares, lo que favorece el crecimiento del cabello y su regeneración. Por lo tanto, dormir sobre estas fundas no solo beneficia la fibra capilar, sino que también contribuye a un cuero cabelludo más saludable.

*Este artículo fue creado con ayuda de una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto similar al humano, y curado por un periodista especializado de El País.