El trauma infantil se define como un evento emocionalmente doloroso o angustiante que experimenta un niño y que resulta en efectos mentales y físicos. Sobrevivir a un desastre natural, ser testigo de violencia doméstica, experimentar el abuso sexual o la muerte de los padres son algunas de las vivencias que pueden detonar un trauma en la infancia.

No se puede predecir cómo reacciona un niño ante un trauma, de ahí la importancia de que los cuidadores estén atentos a lo que sucede en su mundo. Aunque dos niños vivan la misma situación, es posible que uno de ellos supere el dolor con el paso del tiempo, mientras que otro puede sufrir serios cambios de comportamiento.

Las vivencias en la etapa de la niñez pueden marcar de por vida a un adulto. | Foto: derechos de autor no

El sitio web de Ver a través de sus ojos, una campaña del estado de Illinois, Estados Unidos, para concientizar sobre este tema, advierte que los niños traumatizados corren el riesgo de ver todo a través del lente del miedo, por lo que la vulnerabilidad y la inseguridad permanecen después del acontecimiento traumático.

Para identificar un trauma a tiempo, es importante estar atentos a comportamientos de los niños como cambios en el apetito, apego excesivo, dificultad para dormir, dificultad para prestar atención, problemas de interacción con otros niños o conductas regresivas.

¿Qué pasa si no se trata un trauma?

Aunque muchos minimizan la niñez, esta es una etapa de constante exploración y aprendizaje. El entorno y la forma de relacionarse con los cuidadores primarios puede determinar patrones para las relaciones a largo plazo. Por esa razón, si en esa un niño sufre daños emocionales, es posible que se perjudique el desarrollo emocional y cognitivo.

Es decir, el trauma tiene el potencial de afectar las habilidades físicas, emocionales, sociales y cognitivas de una persona durante toda su vida. Entre los efectos típicos del trauma sin atención están las adicciones al alcoholismo o al cigarrillo y los trastornos neurológicos o los trastornos de depresión.

La intervención temprana y el apoyo de figuras de referencia son claves para superar un episodio traumático. | Foto: Alina Solovyova-Vincent

En 2021, investigadores en psicología y psiquiatría neerlandeses publicaron el artículo Un comienzo enredado: el vínculo entre el maltrato infantil, la psicopatología y las relaciones en la edad adulta. Luego de hacer seguimiento al caso de dos mil adultos durante 12 años, los investigadores comprobaron que los adultos con traumas infantiles tienden a tener relaciones amorosas de mala calidad, además de trastornos como depresión, angustia, baja autoestima y ansiedad severa.

Si un trauma afecta sus relaciones de adulto es posible experimentar diferentes escenarios. Así lo explica un artículo de la revista Unam global, de México:

  • En ocasiones, también los celos pueden aparecer como distorsiones cognitivas con base a las experiencias vividas. De esa manera, si en la niñez fue testigo de una infidelidad, la desconfianza puede llevar a crear escenarios ficticios.
  • Tendencia a ignorar las “banderas rojas”: aceptar que el amor de la pareja es todo lo que se merece, incluso cuando tenga comportamientos negativos.