“Que las voces de las víctimas cuenten también lo que sucedió”. “Para nosotros el territorio es la vida”. “¡Tú estás y vivirás por siempre en mí!”.
Tres epígrafes que acompañan tres títulos: Tiempos Narrados, Geografías del Conflicto y Nuestras Ausencias. Pero hay dos más: Trazos por la Reconciliación y Ruta de la Memoria.

Son los títulos de las cinco salas en las que está dividida la Casa de las Memorias del Conflicto y la Reconciliación, que en la noche de este miércoles abrirá sus puertas en uno de los barrios más antiguos de Cali: La Merced.

Hasta ella podrán llegar los caleños de nacimiento, pero también esas otras 214.000 personas que igualmente recorren a diario las calles de esta ciudad, solo que con la nostalgia de otros paisajes, otros sonidos y otras formas.

En el papel, este lugar busca darle cumplimiento a la Ley 1448, que dispone que el Municipio, como entidad territorial del Estado, debe establecer mecanismos para garantizar que esas 214.000 víctimas puedan acceder a aquello de “verdad, justicia y garantías de no repetición”.

Pero el espíritu que inspira el proyecto que hace dos años y medio inició la Secretaría de Paz y Cultura Ciudadana de Cali trasciende hasta la resiliencia. Es por eso que todas, pero especialmente una Sala, estará dispuesta para el uso de las comunidades. Exhibición de películas, cine foros, conversatorios, talleres, tendrán un espacio bajo el techo que data de la primera mitad del Siglo XVIII.

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Unos pasos más allá, se evidenciará con mayor fuerza la dureza de la guerra en el Pacífico: “primero, la parte que se llama ‘Cuerpo de mujer, territorio vulnerado’, que artísticamente es un escorzo, que refleja las afectaciones que le han sucedido a ellas en el marco del conflicto armado, particularmente la violencia sexual. Entonces ahí vamos a poder escuchar testimonios de viva voz de las mujeres que vivieron esta desafortunada experiencia”.

Quien habla es Carolina Arias, líder del Proceso de Memoria de la Secretaría y agrega que la Casa de las Memorias también albergará planotecas y “cartografías hechas a mano por las mismas comunidades que vivieron el conflicto en Chocó, Tumaco, cualquier municipio del Cauca, del Valle, en las que reflejan lo que les sucedió en gran medida por el desplazamiento forzado y cómo ha sido su llegada a Cali”.

‘Testigos’ de algunas de esas vivencias y de la añeja materialidad de la Casa son también los esgrafiados que se divisan en las altas esquinas de las paredes. “En algunos se puede ver ladrillo común y en otros adobe, todos con recubrimiento de cal, arena y agua, que son las técnicas tradicionales que corresponden a esta tipología colonial”, explica Jenny Luna, arquitecta del equipo de Memoria de la Secretaría.

Junto a ese equipo han trabajado el museógrafo Carlos Betancur y Claudia Porras, la artista que guía los trazos que dibujan la reconciliación en todos los muros de la edificación y que crean la consciencia del otro epígrafe: “Todos somos un lugar de memoria”.

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