Fabio Aristizábal, superintendente Nacional de Salud, analiza el presente y el futuro de las EPS que operan en el país. Afirma que el problema no es del sistema de salud.

¿Cómo va la depuración de las EPS en el país?

Hemos tomado medidas de fondo, como la liquidación o revocatoria total de doce EPS, siendo la última de ellas Coomeva, por causales que la hacían inviable para continuar en el aseguramiento en salud de sus afiliados y por sus crecientes deficiencias financieras.

Además de estas doce que hemos retirado de operación, también hemos ordenado medidas como la revocatoria parcial de tres EPS para evitar daños sistémicos en los territorios, y la reciente toma de posesión de Emssanar.

¿Cuántos usuarios se han cambiado de EPS?

7,8 millones de usuarios se han trasladado a EPS donde encuentran mejores condiciones de acceso a los servicios, desde la consulta o la entrega de medicamentos que antes les negaban, hasta los tratamientos de sus enfermedades crónicas y de alto costo.

Hay quienes consideran que este modelo de sistema de salud no funciona y no funcionará bien, ¿usted qué opina?

No estamos frente a un problema del sistema ni del modelo y así lo he defendido a lo largo y ancho del territorio nacional.

Tenemos un modelo de salud robusto y fuerte, con coberturas del 98,8 %, que desde la vigencia de la Ley 100 ha logrado niveles de equidad y acceso para los más vulnerables, reduciendo las brechas entre ricos y pobres y entre lo rural y lo urbano.

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Nuestro modelo de salud ha sido ranqueado como el cuarto mejor del mundo por sus características de calidad, acceso y bajo costo. Tenemos 26 IPS entre las mejores de América Latina y cinco de nuestros hospitales están en el top de los diez en la región. Estamos ante un modelo universal, solidario y con el menor gasto de bolsillo.

El problema que tenemos -o la crisis como la llaman algunos- no es responsabilidad del sistema ni del modelo. Es por el mal desempeño de algunos actores que operan en él.

Le doy un ejemplo: los ‘carteles’ que se han destapado en los últimos diez años (sida, hemofilia, bastón) nacieron, crecieron y encontraron caldo de cultivo en las malas prácticas de algunos actores que, movidos por intereses particulares y su propia codicia, decidieron saquear los sagrados recursos de la salud y acudieron a todo tipo de artimañas para conseguirlo.

Esto no es solamente de EPS, mire lo que ha pasado con los malos manejos de los hospitales públicos que han sido acaparados por la politiquería, hecho que también está cobrando vidas.

¿O sea que el problema es de las EPS?

No, reitero que el problema es de actores. En Colombia quienes administran clínicas, hospitales, EPS y entes territoriales conocen las reglas del sistema de salud y saben en detalle cuáles son los estándares exigidos para funcionar y para mantener la habilitación. Unos han decidido saltarse las reglas y otros hacer bien su trabajo.

No en vano en la Supersalud hemos identificado al menos 70 malas prácticas que tienen que ver con elusión, evasión y toda clase de trampas que se le hacen a la normatividad.

Pero también hay actores decorosos; por ejemplo, tenemos EPS que les cumplen a sus afiliados y garantizan una atención con oportunidad y calidad, responden con los indicadores de permanencia y garantizan su margen de solvencia y las responsabilidades asumidas con sus prestadores y proveedores.

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“Mi apuesta es seguir corrigiendo el rumbo y si eso implica sacar los malos actores del sistema, lo seguiré haciendo”.

Desde que llegamos lo advertimos en todos los escenarios: todos sabían que íbamos a depurar EPS que pusieran en riesgo la estabilidad del sistema y que no garantizaran una atención con calidad.

La cobertura en salud aumentó mucho en el país, pero el servicio que se presta es muy cuestionado...

Puede haber problemas de acceso en algunas regiones, pero es ahí donde tenemos que hacer todo el esfuerzo como actores para garantizar el giro oportuno de recursos, ampliar y consolidar la red prestadora de servicios, administrar con transparencia los hospitales, invertir y capitalizar para cumplir los estándares de calidad y fortalecer la acreditación de la red pública.

Tenemos como respaldo un sistema de salud robusto que durante esta pandemia nos ha demostrado su capacidad de respuesta. Déjeme le doy algunas cifras: Primero, hay más de 1000 canales para la atención covid y al menos 1310 más para atender servicios no covid por parte de las EPS.

Segundo, desde que inició esta emergencia, de acuerdo con el seguimiento, se ha observado un incremento considerable del número de atenciones, alcanzando en abril de 2021 998.000 atenciones domiciliarias. Tercero, durante 2020 y 2021 se efectuaron alrededor de 4,2 millones de teleconsultas.

Cuarto, la toma de muestras para diagnóstico Covid-19 aumentaron de manera significativa, pasando de 31.510 en marzo de 2020 a 2,3 millones en enero de 2022, logrando un acumulado que supera los 32 millones.

¿Cuántas EPS funcionan bien hoy en el país?

En agosto de 2018, cuando llegamos a la Superintendencia Nacional de Salud, había 43 EPS habilitadas y operando, de las cuales 16 cumplían con los indicadores y 27 con alguna medida administrativa.

Durante nuestra gestión liquidamos doce y en la actualidad tenemos catorce EPS bajo alguna medida: doce en vigilancia especial, una en toma de posesión y una en programa de recuperación. Debo aclarar que estasc atorce bajo medida especial no significa que, como consecuencia, sean sujeto de liquidación.

La Supersalud realiza de manera permanente auditorías y seguimientos a sus vigilados a través de las acciones de inspección y vigilancia desplegadas en los territorios para verificar el cumplimiento de los indicadores administrativos, financieros, jurídicos y técnico científicos, que permitan garantizar la prestación de los servicios a su población afiliada.

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¿Cuándo cree que este país habrá solucionado la crisis de la salud, es decir, cuándo vamos a tener EPS que funcionen bien?

No me canso de decir que más que una crisis del modelo, o del sistema, hemos venido afrontando es una crisis moral, donde algunos actores de la salud privilegian sus intereses particulares sobre el derecho al aseguramiento y la prestación de servicios de sus afiliados.

Cuando los actores corrijan esas malas prácticas, el panorama cambiará y a esto es a lo que le hemos venido apuntando en la Superintendencia: a enderezar el rumbo del sistema.

Hay EPS que cumplen con sus obligaciones. Es a ellas donde el Ministerio de Salud traslada los usuarios que se encontraban en estas entidades sobre las cuales ordenamos su liquidación.

Y pese al ruido que generan algunas voces alrededor de cada liquidación que efectuamos, los usuarios trasladados son quienes validan y respaldan nuestras decisiones al final de este proceso.

Así nos lo confirman los resultados de la reciente encuesta de percepción aplicada a usuarios que fueron trasladados. El 95 % de los consultados calificó entre excelente y muy bueno el acceso a los servicios de salud que reciben en su EPS receptora.

El 91 % asegura que, en caso de estar gravemente enfermos, pueden acceder de manera oportuna a los servicios de salud de su actual EPS.

Es tan palpable la satisfacción que cuando se les preguntó si habían pensado en cambiarse de la EPS a la que fueron asignados por el Ministerio, un 90 % aseguró que no.

¿Cuál es su mayor preocupación sobre el funcionamiento de las EPS?


Mi gran preocupación es que las EPS cumplan con las reglas del sistema, con sus obligaciones, con sus indicadores financieros; que cuenten con una amplia red, suficiente para atender a todos los usuarios y que les paguen a los proveedores.

¿A qué la apuesta este año?

A seguir corrigiendo el rumbo, y si esto significa que debo continuar sacando los malos actores del sistema, lo voy a seguir haciendo con el mismo compromiso y rigor técnico que siempre nos ha caracterizado.