Una de las afectaciones que ha sacado a relucir la crisis causada por el covid-19 es la poca cultura del ahorro y el escaso acceso a los servicios financieros que tienen algunos renglones socioeconómicos de la ciudad de Cali. Esto se ve reflejado en mayor proporción en los estratos más bajos, aunque no es un fenómeno exclusivo de estos.
Antes de enfrentar la pandemia, se tenía registrado que el 83 % de los colombianos mayores de edad tenían al menos un producto financiero. Sin embargo, uno de los informes anuales de la Banca de las Oportunidades (2019) demuestra que al menos el 60 % de las cuentas de ahorro estaban inactivas.
Así lo demuestra un estudio realizado por el Observatorio de Políticas Públicas (Polis) de la Universidad Icesi, a través de un sondeo realizado en línea a una muestra de 1000 ciudadanos voluntarios, entre noviembre del 2020 y enero del 2021. En él se refleja que el bienestar económico en la ciudad ha sufrido diferentes tropiezos, iniciando con la falta de trabajo y las consecuencias que esto acarrea, así como ha quedado evidenciado lo urgente de cerrar la brecha para que personas naturales accedan a, mínimo, una cuenta bancaria.
Lo anterior evidencia que el tener un servicio bancario no asegura la permanencia en el sistema financiero regulado, sobre todo tomando en cuenta que el sector más vulnerable suele ser el que necesita liquidez diaria y por tanto acceden a préstamos por los denominados ‘gota a gota’. De hecho, en la encuesta de Polis se resalta que el 45 % de vendedores informales han solicitado un préstamo de este tipo, lo cual demuestra una vez más la brecha en la inclusión financiera.
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Sumado a lo anterior, el Gobierno ha implementado diferentes mecanismos para atenuar la crisis y ayudar a los sectores más vulnerables, pero hay diferentes obstáculos a la hora de acceder a ellos, pues Cali aún tiene rezagos importantes en esta área, dado que solo el 43 % de los ciudadanos en 2018 afirmó tener una cuenta de ahorros activa. Las mayores brechas de bancarización se encuentran tanto en la clase baja como en la media.
Para el 2018 solo el 32 % de la población de la clase baja contaba con cuenta de ahorros, mientras que en la clase media esta cifra aumenta al 57 %. Programas como Familias en Acción e Ingreso Solidario dependen del acceso a servicios financieros; este último tiene planteada una meta de 3 millones de hogares, de los cuales 1.8 no estaban bancarizados, esto supone a la larga mayor gasto para identificar y localizar a estos beneficiarios, asegura el informe de Polis.
A esta problemática de la baja bancarización se le agrega que no solo en Colombia, sino en América Latina y el Caribe, según Lina Martínez, directora de Polis, hay una falta de cultura del ahorro.
En el informe se detalla que en la población más vulnerable “solo el 30 % reportaron tener ahorros para vivir por lo menos tres meses en caso de quedarse sin trabajo”. Sin embargo, comparándolo con el tiempo real donde la crisis fue más cruda (marzo a junio del 2020) no es posible y mucho menos viable guardar recursos. Como resultado de la poca cultura del ahorro, se agrega otro factor: el endeudamiento. Según el sondeo, la principal razón de endeudamiento durante la pandemia fue pagar más deudas con un 48 %, asimismo más de la mitad de la clase media (54%) y baja (61%) reportaron tener dificultades para pagarlas.
Al respecto, Jimmy Núñez, presidente del Sindicato de Vendedores Ambulantes Estacionarios de Cali, Sintraviecali, refirió que “es muy difícil para los vendedores de este sector acceder a diferentes préstamos en entidades bancarias porque simplemente no cuentan con historial crediticio, por lo que recurren a los ‘gota a gota’, asimismo en muchos casos no cuentan con acceso al sistema de salud”.
Por otro lado, Lina Martínez resalta que la capacidad económica de cada municipio se mide en la respuesta que tengan para subsidiar a los sectores más vulnerables en tiempos de crisis, tomando de ejemplo a la capital del país, con su programa Bogotá Solidaria en Casa, que no solo respondió a la situación generada por el Covid-19 sino en la eficacia de su implementación.
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Asimismo, Federico Vallejo, líder del Centro de Inteligencia Económica y Competitividad, Ciec, de la Secretaría de Desarrollo Económico, aseguró que se están haciendo diferentes acuerdos con los sectores económicos, hizo énfasis en la necesidad de una banca solidaria para “romper el cuello de botella” y alcanzar al mayor número de personas afectadas posibles.
Sin embargo, Vallejo también explicó que no es posible disponer de todo el presupuesto público para atender este tipo de crisis, pues una parte del mismo viene del Gobierno Nacional, con unas destinaciones específicas, pero que con lo que se tiene y se ha podido trabajar, se busca atenuar la crisis.
Al no poder acceder a créditos en entidades financieras, casi el 50 % de vendedores del sector informal acuden a préstamos ‘gota a gota’.
Educación financiera
La pandemia ha evidenciado la carencia de educación financiera, reflejada en los bajos niveles de ahorro y altos niveles de consumo. En 2019, el 30 % de los caleños afirmó tener ahorros suficientes para vivir al menos tres meses en caso de quedarse sin empleo y, en 2018, el 94% realizó algún consumo de un bien o servicio conspicuo, es decir, o prefieren la alta satisfacción de consumo en corto plazo o tienen una mala percepción sobre el ahorro.
Los caleños debieron endeudarse para satisfacer necesidades básicas como comprar comida y pagar servicio públicos.