Contrario a lo que muchos piensan, la ropa de segunda tiene en el mercado igual importancia que una prenda nueva exhibida en cualquier almacén de un centro comercial.
El consumo de este tipo de artículos en el país sigue en aumento, no solo por el ahorro de dinero y accesibilidad, sino también porque se ha convertido en una tendencia de sostenibilidad y cuidado del medio ambiente, donde prima el concepto de comprar, usar y reutilizar.
Según un estudio privado publicado por la firma Consultamos, este mercado en el país ha crecido por encima de 400% en los últimos cinco años y las expectativas de seguir creciendo son altas.
Años atrás era impensable hablar de ropa de segunda mano y menos aún llegar a usarla, ya que primaban los prejuicios y las creencias que hacían referencia a lo negativo que podría resultar vestir el cuerpo con ropa de otra persona.
Hoy en día esos mitos han quedado atrás y este comercio se ha convertido en una práctica positiva porque representa un pensamiento ecológico y de inteligencia económica. Tanto así, que actualmente las ciudades del país que más consumen este tipo de prendas son Cali, Bogotá y Medellín.
La emprendedora Jahel Figueroa asegura que la fuerza que ha tomado este negocio se debe al cambio de chip de las nuevas generaciones. Por lo cual no es raro ver en los mercados hombres y mujeres que sobrepasan los 30 años de edad.
“La juventud de hoy está más enfocada al cuidado del medio ambiente. Este es un movimiento fashionista que gusta evocar la moda de los años 80 y 90 donde priman las prendas grandes, pantalones rectos y accesorios de diseños poco comunes”, explica Figueroa, quien asegura también que este mercado es una economía circular que se mueve en todos los sectores, desde los populares hasta los estratos más altos.
Cali le cree al mercado de segunda
La capital del Valle del Cauca es una de las ciudades donde este mercado ha ganado terreno y ya es muy común ver locales en Siloé, San Antonio, Granada y El Peñón.
Por ejemplo, en Granada cada dos meses se lleva a cabo el evento de mercado de segunda mano, donde los compradores pueden encontrar prendas entre los $10.000 y los $60.000.
“Los compradores buscan ropa diferente. Es un tipo de mercado muy ‘queer’, donde nadie tiene complejos al momento de elegir una prenda”, explica Jahel Figueroa.
Por su parte, Paola Andrea Velasco Montoya, propietaria de un ropero en la ciudad desde hace cuatro años, manifiesta que tiene las personas a las que le compra la ropa para su negocio y los precios dependen del estado de la prenda y de si es nacional o americana. “La ropa que compro a $4.000 ó $5.000, la vendo hasta en $12.000. Las mujeres son las principales compradoras. Ellas prefieren los vestidos y las chaquetas”, advierte la emprendedora.
Comercio online
Vender online ropa de segunda mano es una tendencia y a la vez una necesidad, donde los consumidores encuentran una gran oportunidad para vender aquello que no usan y ganar dinero y al mismo tiempo vestirse a mitad de precio. Esto, unido a una mayor concientización de la necesidad de cambiar los hábitos de consumo para rebajar el impacto que provoca la moda en el planeta.
En Colombia, la venta de segunda mano solo se hacía de forma offline, es decir, en puntos físicos dedicados al vintage. Pero, la venta online se ha popularizado tanto en los últimos 5 años, especialmente después de la pandemia, ya que el mercado de moda de segunda mano crece el doble que el mercado de moda convencional.
Ana Jiménez, manager de GoTrendie, app que se dedica a la compra y venta de prendas usadas, manifiesta que este cambio de hábito de consumo ha llevado a que se establezcan plataformas que se dedican específicamente a este mercado.
“En este momento, en el mercado online circulan más de cuatro millones de prendas y más de 2,2 millones de usuarios hacen parte de esta transición sostenible”, dice Jiménez.
De esta manera, se espera que para 2030 el mercado de moda usada supere al mercado de moda nueva. Además, que se reduzca la necesidad de comprar prendas nuevas y más bien adquirir ropa que no solo ayuda al bolsillo de los colombianos, sino que contribuye a disminuir el impacto de la industria de la moda en el medio ambiente.