Caminando desde la recepción del Hotel Intercontinental de Cali hasta la zona de la piscina, Caterine Ibargüen parece desfilar por una pasarela donde se roba todas las miradas y saludos. Difícil que su atlética figura de 1,82 metros de estatura, enfundada en una blusa negra y un yin blanco que define la inmensidad de sus piernas, pase inadvertida.
Pero más allá de la atención que concita por su belleza, quienes se la cruzan le dan las gracias por los momentos gloriosos que ella le ha regalado al deporte colombiano tras conquistar un oro y una plata en los Juegos Olímpicos, dos títulos mundiales y seis Ligas Diamante. Gestos que la antioqueña de 37 años retribuye con una blanca y contagiosa sonrisa.
Pocos de los espontáneos admiradores que la saludan saben, inclusive, que ya no corre por las pistas del atletismo dejando huellas como una de las máximas figuras del salto triple en el mundo.
Hace poco, Caterine se dejó seducir por la tarima y la plaza pública para convertirse, desde el pasado 20 de octubre, en la cabeza de lista al Senado de la República por el Partido de la U. Un ‘triple salto’ más, pero esta vez en la arena política, donde los adversarios suelen ser más peligrosos que en la pista atlética. Aunque la deportista va de la mano de otra mujer, como si fuera su ‘entrenadora’, que se sabe mover muy bien en esos terrenos: Dilian Francisca Toro.
En la zona de la piscina del tradicional Inter, donde se hospedó Caterine hasta el jueves luego de participar en varias actividades de los Juegos Panamericanos Junior, la atleta turbeña atendió a El País.
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El país tiene mucho por agradecerle a usted como deportista, ¿qué podría agradecerle luego si llega al Senado de la República?
Soy muy feliz de ser colombiana y estoy muy agradecida con Dios por la oportunidad que me dio de representar a mi país en el deporte. Ahora, en otro escenario, mi ilusión es seguir trabajando por Colombia apostándole al deporte como medio de transformación para el país.
Nuestro deporte, no solo el de alto rendimiento, necesita apoyo, así como la recreación y la cultura, y esa es mi apuesta.
¿Qué la llevó a saltar a la arena política, donde puede haber adversarios más peligrosos que en la pista atlética?
De las cosas fáciles no se logran resultados importantes. Por eso debemos meternos en los terrenos que ayudan a la verdadera transformación del país, como lo es la política, y me siento capacitada para correr también en este escenario.
En agosto pasado, usted anunció su retiro del atletismo competitivo, ¿qué extraña de las pistas?
Yo sigo estando en las pistas, sigo haciendo deporte, estoy metida de lleno en él. No extraño nada de la parte competitiva, porque agoté todos mis recursos, disfruté muchos triunfos, estudié, soy enfermera, viajé y conocí nuevas culturas.
Fue campeona panamericana, centroamericana, mundial, olímpica y de las ligas Diamante, ¿le faltó algo por hacer?
Siempre tuve la ilusión de hacer un récord mundial. Me quedó esa tarea pendiente. Pero en materia de resultados lo gané todo.
Durante las competencias, usted iba de un país en otro, absorbida por el deporte. ¿Hoy cómo es un día de Caterine?
El deporte nos educa tanto, que esa disciplina se nos queda para siempre. Yo sigo teniendo la misma rutina en entrenamientos, con perseverancia, madrugando bastante, la única diferencia es que no estoy compitiendo.
Y cuando quiere regalarse un rato a usted misma, no a la deportista ni ahora candidata, ¿qué hace?
Tengo un perro que se llama ‘Tom’, un golden retriever hermoso, con el que paso mucho tiempo. Con él puedo descargar mucha tensión, pero el tiempo más valioso es el que comparto con mi familia. Paso mucho tiempo con mi abuelita, con los amigos, comiendo un helado, yendo a cine, es decir, llevando la vida normal que no se permite un deportista de alto rendimiento.
Y a Turbo, su tierra, ¿qué tan constantemente va?
Bastante, hace diez días estuve allí. Ir a Turbo, Apartadó y Urabá hace parte de mi descarga. Estar en la ciudad que me vio nacer es importante, además de que allí está toda mi familia, mi madre, mis sobrinos, mis amigos. Así que siempre que tengo la oportunidad, voy. Urabá es un paraíso terrenal y una cuna de campeones: Ubaldina Valoyes, Amaranto Perea, Juan Guillermo Cuadrado, en fin.
¿Qué haría usted por el Urabá si llegara al Senado?
Todo lo que esté a mi alcance, y no solo por Urabá, sino por Colombia. Acabamos de presentar allí un centro de alto rendimiento que lleva mi nombre y servirá para el crecimiento deportivo de los jóvenes.
“Es muy bonito que Cali y Colombia sean sede de los Panamericanos Junior, que son la base del deporte. Y más bonito es tener una selección Colombia competitiva”.
¿Cuál sería su bandera si llega al Senado?
Sueño con centros educativos, colegios y escuelas con énfasis en deporte. Hoy en día, la educación física no la enseñan profesores especialistas en ello, y tenemos en segundo plano esa materia. El deporte hace parte del desarrollo de un ser humano y más en una edad escolar entre primero y quinto grados. Mira lo que sucede en Jamaica, donde el atletismo es una asignatura y por eso ese país es potencia en el mundo. Mi gran objetivo es crear una ley que implemente el deporte como formación en los colegios y escuelas.
¿Qué haría por los deportistas de alto rendimiento?
Hay un gran déficit en la protección de ellos. Hay una ley que no funciona. Mi caso, por ejemplo: yo hago parte de las glorias olímpicas del país, pero la ley no me brinda ninguna protección social, no me cobija. Hay que transformar las leyes para que los deportistas de alto rendimiento no solo sean mejores, sino que tengan educación.
¿No le da temor la política, cuando nunca ha pisado estos terrenos?
No me da miedo. El deporte te hace fuerte y yo me considero así. La Caterine Ibargüen que ustedes veían en las pistas es la misma que está aquí sentada ahora.
Muchas veces la política se aprovecha de la fama y los nombres de deportistas y artistas para llevarlos al Congreso u otros escenarios. ¿No es ese el caso de Caterine?
No, para nada, yo tengo la convicción de que puedo trabajar por mi país y a eso le apuesto. Tenemos que trabajar por Colombia todos, sea cual sea el escenario, sin temores.
Le dieron muy duro en las redes sociales por dar ese ‘salto triple’ del deporte a la política. ¿Esas críticas la afectan?
De las críticas siempre hay que rescatar lo positivo y seguir trabajando, no dejar quietas las apuestas. Y cuando consigas los objetivos, sentirte contento por haber ayudado a construir país.
Volviendo a las pistas del atletismo, usted se retiró y dejó a los colombianos huérfanos en el salto triple. ¿Quién viene detrás de usted?
Por eso es que hay que seguir trabajando, para edificar el futuro, apostar por las nuevas generaciones, por los semilleros. Hay una atleta que tiene mucha proyección en salto largo que es Natalia Lineros, una niña de Valledupar que es muy buena y está justamente en los Panamericanos.
¿Qué fue lo que realmente la sacó a usted de las competencias?
En este momento no estoy en las pistas, no planeo hacerlo, pero los planes de Dios pueden ser otros. Yo no digo que me haya retirado completamente. Me siento muy entera y si se da la posibilidad de volver a saltar, creo que lo haría supremamente bien. Soy muy sana, disciplinada y los 37 años que tengo solo aparecen en la cédula.
Es decir, ¿no debemos resignarnos a no verla más saltando?
No, no se resignen, los voy a mantener en ‘stand by’ (risas).
Pero no es que esté pensando en los Olímpicos de París 2024, ¿o sí?
No, tampoco hasta allá. Uno sabe cuándo debe poner alto a ese tipo de competencias. Lo conseguí todo en la élite y estoy muy tranquila por ello, pero uno no sabe cuándo le ‘pica’ nuevamente ese deseo de regresar y tener otro tipo de posibilidades.
Pero si llega al Senado, adiós a las pistas definitivamente…
No sabemos. En este momento mi ilusión es hacer un buen trabajo en el ámbito político. Esta no es una iniciativa momentánea, no, porque no estaría haciendo bien las cosas. La política es bonita si la hacemos de forma transparente y me gustaría ser ejemplo de eso.
¿Y Caterine buscó la política o la política buscó a Caterine?
Yo he buscado ser deportista siempre y por eso estoy aquí en Cali, en los Juegos Panamericanos Junior (risas).
Esperemos que si llega al Senado, entonces, nos siga regalando alegrías a los colombianos, como lo hizo en el deporte…
Yo me considero privilegiada. Pienso que Dios me dio un don, un talento, una contextura física, una raza, una estatura, un género, una alegría para demostrar que sí se puede. Fui un instrumento de Dios que él puso en la tierra. ¿Por qué no seguir trabajando por el deporte, ahora desde la política?