Diego El Cigala está de regreso a Colombia, a Cali, a la ciudad que le ha borrado las lágrimas de un tajo, después de esa “maldita pandemia”, de contraer el virus que se llevó a varios de sus seres queridos, y de aquel episodio, como salido de una comedia negra, el estrellón que se dio el año pasado, en República Dominicana, contra una carroza fúnebre.

“Temía que se me olvidase cantar”, dice con su acento español y sus dejes gitanos, el cantaor de flamenco que vuelve el próximo sábado, a las 8:00 p.m., a pisar el escenario del Teatro Municipal Enrique Buenaventura, para celebrar su anhelado show ‘15 años de Lágrimas’ —en realidad son 19, pero por pandemia, su gira se fue postergando—.

Para los seguidores de Diego Ramón Jiménez Salazar es una oportunidad de celebrar su vida, pero además de conmemorar ‘Lágrimas Negras’, ganador de un Grammy y considerado por The New York Times como el mejor disco del año 2003. Una memorable colaboración entre dos artistas que fusionaron sus artes y esencias a través de la interpretación de clásicos cubanos con la esencia flamenca: Bebo Valdés, al piano y Diego El Cigala, en la voz.

Lágrimas Negras incluyó Inolvidable, Veinte Años, el bolero cubano Lágrimas Negras (compuesto por Miguel Matamoros, en 1929), Nieblas de Riachuelo, Corazón Loco, Se me Olvidó que te Olvidé, Vete de Mí y otros temas.

Hablamos con el artista antes de su llegada a Cali:.

¿Qué significa volver a Colombia después de este largo receso al que obligó la pandemia a los artistas?

Me parece soberbio, maravilloso llegar a Colombia, a Cali, una ciudad que amo tanto, en la que me quieren tanto, que respeto tanto. Aman mi música lo mismo que yo amo al pueblo colombiano, porque lo quiero a morir. Anoche, en Bogotá, fue una de esas noches en que te lo demuestran, ese público emocionado, con tanto cariño y tanta vibra.

Creo que lo mismo que me pasó en Bogotá, me va a pasar en Medellín, en Cali. Porque Colombia es la cuna de la salsa, es muy musical y es uno de los países de Latinoamérica con más diversidad cultural tanto para teatro, cine, como para música, museos, arqueología, tiene de todo Colombia, es una maravilla.

En el 2003 graba Lágrimas Negras con el maestro Bebo Valdés, ¿qué evoca de ese momento en estudio?

Recordar Lágrimas Negras es recordar siempre a Bebo Valdés. Fue una de las mejores cosas que me pasó en mi vida, conocer a Bebo fue como conocer a mi héroe. Aprendí música que desconocía, por completo, de los sones cubanos, el guaguancó, cantar en clave, y esta música la fui discerniendo y así grabé con esta, gracias a él; si no, hubiera sido imposible; hubiera llegado otra persona, pero no con esa enjundia y esa genialidad de mi querido Bebo Valdés.

El año pasado hizo pasar un gran susto a sus seguidores con su accidente de tránsito, cuando su carro chocó contra un coche fúnebre, ¿esto representó un mal...?

(Carcajada) ¿Mal agüero? Nooo, lo que sucedió, cariño mío, fue que en un stop yo paré y un hombre venía a 120 por hora, nos metió la rueda de la izquierda, que gracias a Dios no me pegó en la puerta, porque... ¡me mata!. Pero lo malo de eso es que se salió del féretro un hombre que iba en el cajón de pino, tuvieron que meterlo otra vez adentro, fue muy desagradable. Yo me quedé en el coche, eh, no podía ver nada de eso, estaba a punto de llorar. Lo más fuerte de todo es que en un momento como esos, en una carretera solitaria, justo pasa la caravana del gobierno y ahí iba Leonel Fernández, ex presidente de República Dominicana. Me vio, paró la caravana, se bajó, me dio un abrazo al ver que no me había pasado nada. Me montó en un coche suyo. Vino una grúa, se llevó el mío y eso fue todo. Gracias a él, si no hubiera venido, creo que estaría en San Pedro de Macorís.

Usted ha dicho que la pandemia lo llevó a unirse más a sus hijos y a Dios, ¿qué más aprendió?

La pandemia nos ha enseñado a estar más con la familia, más unidos. Antes estábamos siempre viajando, pa’ rriba, pa’ bajo, este receso me ha servido para ser mejor persona, ayudar más al prójimo y estar más unido con la familia. Y con lo que está pasando en el mundo, digo: Putin, pare esa guerra, por favor, altos mandos de gobiernos del mundo, ONU, quien tenga el mando... Venimos de una pandemia en la que han muerto miles y miles de personas, ahora tener una guerra, ¡por favor, Dios mío! Es demencial. Señor Putin, me gustaría que Dios bendito tocara su corazón y lo dirigiera hacia los buenos sentimientos. Una persona no puede destruir el mundo, porque le dé la gana, por querer quedarse con Ucrania. Me parece horrendo la de adultos, niños muertos. ¡No a la guerra!

¿Cómo afrontó la depresión que sufrió durante pandemia?
Tuve una depresión, sentía que no había salida. Yo he estado casi un centenario viajando, dos años sin cantar para mí ha sido horrible. Dije, se me va a olvidar hasta cantar (carcajadas). Ese era el miedo que tenía. Cogí una depresión por mi arte, mi música, mis hijos, mucha familia que he perdido por el Covid. Pero me levanté al entrar a grabar.

Al volver de gira, estuvo en Puerto Rico y habló de grabar con Marc Anthony y Gilberto Santa Rosa, ¿qué otros proyectos tiene?

Estoy con mi última producción, un disco de boleros muy bonitos, covers antiguos, temas de Roberto Carlos, Cheo Feliciano, José Feliciano, Moncho, Benny Moré, de esos que nos hacen vibrar, ‘Cigala. Así Soy Yo’ se llama el disco, y espero que este año, Dios mediante, en junio o julio, esté en la calle y disfruten también de mi disco de flamencos, que ¡ya toca!

¿Y cómo está la parte amorosa?

El Cigala está enamorado de una colombiana, es una gran pintora, vive en Popayán. No puedo decir el nombre de ella, pero es una maravilla de mujer y pinta como los ángeles.

¿Y lo ha pintado a usted?

Hum. De hecho me está haciendo la portada del disco (carcajadas).

Padre y abuelo

El legado
Tiene cinco hijos y tres nietos, ¿cómo ha sido ese acercamiento a ellos?
Tengo dos nietas maravillosas, Carolina y Rocío, con 9 años, y tengo a mi Dieguito chiquito que ahora mismo tiene dos años y medio. Compartimos de la vida, me la paso muy bien con ellos.

¿Alguno de sus hijos ha salido cantante?
El pequeñito, Rafael, pero le gusta otro estilo de música, otras tendencias que vienen. Le gusta el flamenco, ahora, teniendo un papá flamenco, ¿normal, no?