Como si de un nuevo capítulo de Black Mirror se tratara, el nuevo documental de Netflix, ‘El dilema de las redes sociales’, del director estadounidense Jeff Orlowski, “explora el peligroso impacto de las redes sociales en los humanos” y la manipulación imperceptible que estas plataformas tienen en las personas, a través de la voz y la experiencia de “expertos en tecnología”, que trabajaron en las compañías más grandes de redes sociales, y que quieren alertar sobre “los riesgos de su propia creación”.

Figuras como Tristan Harris, extrabajador de Google, especialista en ética y actual activista contra la forma en la que se utilizan las redes sociales; Sandy Parakilas, ex-jefe de operaciones de Facebook; Tim Kendall, ex-presidente de Pinterest, entre otros, hablan sobre los Frankensteins virtuales que crearon, sin la intención de lastimar a las personas.

Acompañando a las voces de los expertos, el documental trae consigo una dramatización de una familia regular estadounidense con tres hijos, donde la hermana mayor, Cassandra, está en contra del uso de las redes sociales, la niña menor de 11 años, Isla, no puede despegarse ni cinco segundos de su celular y el hermano del medio, Ben, va demostrando, a medida que va avanzando el largometraje, lo fácil que es caer en la información falsa propagada en estas plataformas, hasta que se convierten en una realidad y verdad propia.

Una sociedad ¿hiperconectada?

Según el reporte ‘Digital 2020 global overview’, de las empresas We are social y Hootsuite, las plataformas digitales, los celulares y las redes sociales se han convertido en parte indispensable de la vida. Tan solo al inicio del 2020 4.5 miles de millones de personas estaban utilizando internet y los usuarios de redes sociales superaron los 3.8 billones. En enero, Facebook tuvo más de 2.400 millones de usuarios activos, YouTube alcanzó los 2.000 millones y WhatsApp los 1.600.

En Colombia el 68% de la población usa redes sociales, cifra que tuvo un aumento del 11%, desde abril de 2019 hasta enero de 2020. Según el informe en el país hay 35 millones de usuarios de redes sociales y el 98% de ellos se conecta desde un celular, aparato que los seres humanos se han acostumbrado a llevar a todas partes, incluso hasta el baño.

Sin embargo, aunque las redes sociales conectan a las personas, la gente está olvidando que se trata de plataformas gratuitas. Por lo tanto, valdría la pena preguntarse, ¿cuál es el producto?

Según los expertos del documental, se dice coloquialmente entre el gremio que “si no estás pagando por algo, significa que el producto eres tú”. Pero, ¿qué se vende del usuario?

Por un lado está la atención, ya que entre más tiempo pase conectada una persona a una red social, más posibilidades habrá de que vea pautas publicitarias, que es de donde provienen los ingresos de las empresas.

Esto ha generado que en la actualidad las redes sociales peleen constantemente por la atención del usuario, por medio de actualizaciones y notificaciones, que en algunas oportunidades, según la dramatización del documental, pueden llegar a ser completamente banales.

“Creamos un mundo en el cual es vital que las personas estén conectadas, especialmente entre los jóvenes. Sin embargo, en ese mundo, cada vez que dos personas se conectan, la única manera de financiarlo es a través de un tercero infiltrado, que paga para manipular a esas personas”, comenta Jaron Lanier, uno de los fundadores de la realidad virtual, y que se hizo ‘viral’ por insistir en que todos deberían borrar sus cuentas en las redes sociales.

Aunque, según el documental, las redes sociales no venden necesariamente la información del usuario, sí venden su perfil como posible comprador, el cuál es creado con base a las acciones de las personas en las redes sociales. Según uno de los antiguos ejecutivos de Twitter, Jeff Seibert, cada “acción (online) que toman (los usuarios) es cuidadosamente monitoreada y grabada. Exactamente qué imagen te detienes a mirar y por cuánto tiempo la miras”.

Este algoritmo, creado en principio para la pauta publicitaria, hoy en día también es utilizado en campañas políticas, como en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, donde ciertas organizaciones se aprovecharon del ‘error de Facebook’, para determinar los grupos de personas donde el mensaje de la campaña sería contundente y también los que serían fácilmente influenciados.

“La tecnología supera las debilidades humanas. Este punto yace en la raíz de las adicciones, la polarización, la radicalización, la promoción de la ira y la vanidad. Esto es dominar la naturaleza humana y esto es un jaque mate a la humanidad”, dice Tristan Harris, extrabajador de Google, quien a su vez comenta que es casi imposible escapar de la trampa impuesta por estas plataformas, ya que actúan a un nivel profundo en la mente humana.

El documental compara esto con la magia, ya que, al igual que en los trucos, el espectador no entiende muy bien lo que está ocurriendo, porque el mago está jugando con sus sentidos y su percepción, utilizándolos a su favor para engañar y lograr su cometido.

Según Tim Kendall, ex-presidente de Pinterest, las universidades tienen laboratorios de tecnología persuasiva, donde le enseñan a los estudiantes todo lo que pueden saber sobre la mente humana, para aprender a manipular lo que piensa y lo que hace el usuario.

Al respecto Shoshana Zuboff, socióloga especialista en tecnología, explica que “con las redes sociales podemos afectar la conducta y las emociones del mundo real a nivel mundial sin despertar la consciencia del usuario. Ellos no tienen idea de lo que ocurre”.

La burbuja virtual

La Inteligencia Artificial (I.A.) que utilizan las redes sociales para catalogar los perfiles de los usuarios y enviarles publicidad o contenidos ideales para ellos, está haciendo que la sociedad esté cada vez más polarizada, ya que las personas solo consumen información afín a sus pensamientos e ideologías.

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Aunque hay quienes consideran este aspecto como algo positivo, tiene un lado oscuro que pocos conocen y se fundamenta en el hecho de que la I.A. no tiene la capacidad para detectar las fake news.

Esto quiere decir que, si un usuario empieza a simpatizar con ideas, como por ejemplo el terraplanismo, redes sociales como Facebook empezarían a compartir constantemente a esta persona información sobre este tópico en particular y no tendrían en cuenta las publicaciones que nieguen o no sean afines al tema.

Así lo demuestra la dramatización del documental, cuando Ben empieza a seguir páginas no oficiales que hablan sobre política, y dejan de aparecer contenidos con puntos de vista diferentes a los que consume, impidiéndole la posibilidad de comparar, criticar y juzgar esos ideales, interiorizándolos más por costumbre, que por convicción.

Para los expertos esta realidad es preocupante, porque no solo requiere de un verdadero cambio de mentalidad por parte de los usuarios, sino de parámetros legales reales y contundentes.

Tristan Harris hace la comparación con las leyes que prohibían que los programas para adultos fueran transmitidos en televisión en franjas horarias donde los niños podrían estar viendo, y si lo hacían sufrían las consecuencias legales. En las redes sociales, e internet, no existen esos parámetros, lo cual deja a las nuevas generaciones expuestas a riesgos nunca antes vistos.

Hablan los expertos 

Aunque al final del documental la gente puede quedar con la sensación de querer cerrar todas sus redes sociales de inmediato, ninguno de los expertos en el documental, exceptuando al escritor Jaron Lanier, piensa que la medida deba ser tan extrema como para alejarnos de estas plataformas, que también traen consigo cosas positivas.

“Claramente algunas redes sociales sí tienen la intención de manipular y son de alguna manera estrategias de marketing, estrategias de venta, de consumo de productos, estrategias para seguir idealizaciones de cuerpos, de defensas sobre ciertas posturas políticas. Pero eso no quiere decir que todas sean así, también hay redes positivas, que permiten aprender sobre temas educativos, para favorecer condiciones de bienestar y salud o para hacer grupos, que permitan que te sientas parte de una red de apoyo”, comenta Linda Teresa Orcasita, psicóloga y directora del Grupo de Investigación Bienestar, Trabajo, Cultura y Sociedad.

Sin embargo, Orcasita no puede negar las afectaciones a nivel psicológico que puede traer consigo el uso excesivo de las redes sociales, donde los usuarios terminan determinando su vida misma y comparando las experiencias propias y ajenas. Según la experta, cuando se toman decisiones con base en lo que se escucha, lee u observa en las redes, esas acciones pueden traer implicaciones negativas en la relación con la pareja, la familia o con la forma en la que se percibe el cuerpo.

“El verdadero problema en la relación que tienen las personas con las redes sociales es la capacidad que tienen esas personas de dejarse influenciar. Si yo como ser humano no tengo una buena autopercepción, lo que yo vea en las redes me va a terminar afectando. Es fundamental aprender a establecer límites en el uso de las redes y usarlas para condiciones que favorezcan, más no con cosas que terminan generando afectaciones emocionales”, opina la psicóloga.

Pero, la autoestima no es lo único que corre peligro en las redes sociales. Para Andrés Borreo, gerente de Monquick, el mayor riesgo inmediato está en lo fácil que se puede abusar del sistema, ya que “de la misma forma que una empresa invierte en definir el perfil de su cliente perfecto y puede pedirle a una plataforma el número de clientes que cumplan ese perfil para maximizar ventas por publicidad, un líder extremista puede fácilmente obtener un público que lo siga ciegamente gracias a los algoritmos de esas mismas plataformas”.

Camilo Barco, co-fundador de la empresa de tecnología Ninus, considera que la manipulación solo llega cuando el usuario no realiza un trabajo investigativo sobre la información que consume y las páginas que sigue.

“Por lo general las personas no van más allá del título del contenido, ni pasan de los 15 segundos del video, ni investigan a fondo si esa información que reciben es cierta y ahí empieza la manipulación. En redes es muy fácil crear un grupo que diga ‘poder blanco’ y hablar con personas sobre ciertos temas que les pueden resultar afines. Pero, la gente no es consciente de que quien creó el grupo puede ser alguien con malas intenciones para crear una audiencia a la cual en el futuro la tiene lista para ser manipulada con sus opiniones, como si fueran profetas del siglo 21”, comenta Barco.

Sin embargo, según como lo muestra el documental de Netflix, las plataformas digitales más que permitir la pluralidad de contenidos, están trayendo consigo más polarización, porque los usuarios sólo están consumiendo productos afines a sus posiciones políticas o sus pensamientos de la vida y la sociedad, y no se procede a una rigurosa investigación, porque la persona considera que lo que lee o escucha es verdadero, solo porque encaja con sus propios ideales.

“El riesgo a largo plazo está en el pre-condicionamiento y manipulación del pensamiento del usuario basado en cómo el algoritmo lo perfila. Al solo mostrar el contenido que el usuario quiere ver, no hay noción de diversidad. Los usuarios encuentran en las redes un espacio que les dice lo que quieren oír, que justifica sus pensamientos sin filtro o consecuencias. Los contenidos de las redes en vez de estar convergiendo a una sola realidad, están divergiendo, polarizando cada vez más las creencias de los individuos. Esto se debe a que una vez la plataforma nos perfila, el contenido es escogido para nosotros, no por nosotros”, comenta Borrero.

Se piensa que una forma de luchar contra esta realidad es entrar a cuestionar sobre los contenidos que se consumen, las historias que aparecen en el feed de Facebook, Instagram, Twitter o YouTube y no solo aceptar lo que se coloca en bandeja de plata. Una de las invitadas al documental decía que ella había optado por seguir páginas o perfiles que sabía que tenían opiniones diferentes a la suya, para no encerrarse en sus propios argumentos.

“La era digital puede ser lo mejor que le haya pasado a la raza humana desde la imprenta, pero también corremos el riesgo de que su rápida evolución supere nuestra capacidad de adaptarnos y genere un declive social”, comenta Borrero, en concordancia con lo que comenta Tim Kendall, ex-presidente de Pinterest, en el documental, al decir que su mayor preocupación a muy corto plazo, es que se genere una guerra civil por la desinformación.

Antídotos y consejos

Santiago Bilinkis, emprendedor, tecnólogo y autor argentino de libros como ‘Pasaje al Futuro’ y ‘Guía para Sobrevivir al Presente’, comenta en su charla de TED ‘Cómo nos manipulan en las redes sociales’, que algunos padres han encontrado en el internet y en plataformas como YouTube, una solución y un “escape” para el manejo y la educación de sus hijos, mientras están en el hogar.

Según él los padres ven con asombro cómo sus niños manejan los dispositivos y aprenden los colores y los animales por medio de videos, sin notar las experiencias que los infantes se están perdiendo y los daños psicoemocionales que pueden estar produciendo en ellos, por la falta de atención y de una verdadera relación interpersonal con los padres.

“A pesar de que la recomendación de la Organización Mundial de la Salud es que los menores de dos años no pasen ni un segundo frente a pantallas, la realidad es bien diferente. El promedio de tiempo hoy para chicos de dos años es de dos horas y media al día y un tercio de los bebes utiliza pantallas desde antes de caminar”, comenta Bilinkis en el video.

Una investigación realizada por TigoUne y la Universidad Eafit en 2018, descubrió que en Colombia los niños y jóvenes gastan un promedio tres horas y 31 minutos diarios en Internet, y específicamente en Cali se determinó que el promedio era de cuatro horas.

Sin embargo, el uso de las plataformas no era únicamente para el ocio. La investigación informaba que 97% de los niños y jóvenes utilizaban internet para realizar trabajos del colegio, 93% para escuchar o descargar música, 84% para usar una red social, 78% para jugar y un 64% navegaba en internet solo porque no tenían nada más que hacer.

En el documental ‘El dilema de las redes sociales’, los expertos que hablan a lo largo del largometraje y que fueron cabeza de importantes redes sociales como Instagram, Facebook, Twitter o Pinterest, admiten que no permiten que sus hijos menores de 16 años utilicen estas plataformas y uno de ellos reconoce que cualquiera que trabaje o haya trabajado en estas empresas, prohibiría el uso de las mismas a sus niños.

Según la misma investigación de TigoUne y la Universidad Eafit, de los jóvenes colombianos que utilizan internet el 31% siente que ha descuidado a su familia por estar conectado y el 20% se ha quedado sin comer o dormir por estar en la red.

Pero no es de sorprender, ya que incluso los trabajadores de las plataformas, que aparecen en el documental de Netflix, que saben cómo funciona la trampa y en algunos casos hasta la han creado, caen en la tentación y pueden pasar horas enteras navegando en las redes sociales, descuidando a su familia o su salud.

Para ser una presa un poco menos fácil, todos admiten que han apagado las notificaciones de todas las redes sociales, porque esa es la primera trampa para atraer la atención del usuario: un mensaje, una luz, un sonido que obligue a la persona a mirar el celular y lo incite a entrar a la red social. Así lo muestra la dramatización del documental, cuando el joven Ben, después de pasar tres días sin su celular, termina volviendo a él una noche en que baja por algo de comer a la cocina y escucha que le ha llegado una notificación, situación que lo impulsa a tomar el aparato y pasar casi toda la noche navegando por las redes.

Algunos de los expertos que aparecen en el documental han impuesto una regla en el hogar que prohíbe, después de una hora acordada, que cualquier integrante de la familia tenga dispositivos en el cuarto, tarea que puede resultar compleja.

Tim Kendall, ex-presidente de Pinterest y uno de los invitados al documental, comenta que a punta de fuerza de voluntad alejarse de las redes sociales no era sencillo y que él en diversas oportunidades quiso dejar el celular por fuera del cuarto, sin éxito.

Pero sin duda la regla más importante de todas, era la prohibición del manejo de redes sociales a sus hijos antes de la secundaria.

Hoy en día “los me gusta y los seguidores son la moneda con la que se comercia la aceptación social”, comenta Bilinkis en la charla de TED, como si estuviera describiendo un capítulo de Black Mirror y no una realidad actual.

Pero, no todo lo que se muestra en redes sociales es necesariamente real. Las personas se encargan de mostrar lo mejor de sus vidas y sus experiencias, lo cual, según el argentino, hace “inevitable que la comparación contra estos falsos ideales nos deje desilusionados de nuestra vida”.

En el drama del documental vemos cómo la hija menor de la familia se esfuerza por montar en redes una foto que encaje con los estándares de belleza necesarios para alcanzar una mayor cantidad de ‘me gusta’. “Empezamos a vivir la vida para mostrarla, no para disfrutarla. Ese es el pantano narcisista en el que las redes nos metieron y del que curiosamente no queremos salir”, comenta Bilinkis.

Pero, a pesar de los filtros y los retoques, la niña debe enfrentarse a la desaprobación de algunos usuarios (algo completamente normal en la vida real), y la situación termina siendo tan pesada para ella, que cae en un estado depresivo.

Los niños y los adolescentes son blancos fáciles para las redes sociales. Para no dejarlos expuestos los expertos del documental también recomiendan administrar el tiempo con los hijos. El antídoto: más espacios de diálogo y contacto físico, y menos pantallas.