Seis molinos triturando ocho toneladas de caña de azúcar por minuto; varias calderas hirviendo un jugo dulce, amarillo y espeso; y unos cuantos kilómetros de banda transportadora moviendo bagazo a lo largo de una ‘selva’ de turbinas y vapores.
Esa es la escena en el área de moliendas del Ingenio Providencia, uno de los doce ingenios azucareros que hacen parte de la agroindustria de la caña de azúcar en Colombia. De estos, nueve están en el Valle y los otros dos en Cauca y Risaralda. Por capacidad de producción, los más grandes son, en su orden, Incauca, Manuelita, Providencia y Riopaila Castilla.
En total, el área sembrada en caña de azúcar suma 298.000 hectáreas en Colombia. Es el tercer cultivo más extendido del país, después del café y la palma de aceite.
Se trata de una agroindustria que muele al año 24 millones de toneladas de caña. Esto alcanza para producir 2,2 millones de toneladas de azúcar, 438 millones de litros de etanol, 6,5 millones de toneladas de bagazo (con el que se hace papel, plásticos, entre otros); y 1.637 GWh de energía, lo suficiente para alimentar a una ciudad de 3,7 millones de habitantes (o un departamento como Valle del Cauca).
Pero también se están extrayendo insumos químicos a partir de la sacarosa, útiles para producir bioplásticos, solventes industriales o incluso cosméticos.
Para toda esta cadena productiva, el sector genera alrededor de 286.000 empleos en la región; distribuidos en 51 municipios donde tiene presencia directa e indirecta.
“El 65% de las familias de estos municipios están vinculadas de alguna forma a esta industria. Y muchas veces todo el núcleo familiar está involucrado: alguien en campo, alguien en el ingenio, otro en la industria de alimentos; es toda una simbiosis”, dice María Eugenia Lloreda, presidenta de Asocaña, gremio que reune a los ingenios azucareros.
En materia de empleo, esta industria ha avanzado cada vez más en la profesionalización de las áreas; en parte por el nivel de automatización de los procesos. Por ejemplo, el 65% de la cosecha ya está mecanizada, el porcentaje restante lo componen cerca de 7.500 corteros.
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La clave para ‘exprimir’ todo el jugo que se le está sacando a la caña de azúcar es aprovechar la totalidad de la planta, dice Vicente Borrero, gerente general del ingenio Providencia.
“En esta agroindustria se aprovecha todo. La materia prima es la caña. Cuando entra a la planta se separa el bagazo, que se usa para generar energía; luego sale el jugo que pasa por unas calderas hasta convertirse en el cristal del azúcar; luego se centrifuga para retirarle la miel, y esta va a la destilería para producir el etanol carburante”, explica.
En el proceso, además, se aprovechan los residuos para generar abonos. Y el agua es reutilizada a través del proceso. “Se usa cada parte de la planta, hasta las hojas y el bagazo. Y el agua se reutiliza. Es economía circular”, describe Lloreda.
Tan alto aprovechamiento de la materia prima es el resultado de décadas de investigación en esta industria. “Esta agroindustria representa un caso de éxito soportado en la investigación y el desarrollo tecnológico.
Su diversificación productiva, incursionando exitósamente en la producción de biocombustibles, bioenergía, sucroquímica y tecnologías agroindustriales”, dice al respecto Carlos Andrés Pérez, director de Competitividad de la Cámara de Comercio de Cali.
Además de la caña de azúcar, en Colombia también hay caña panelera, principalmente movida por 30.000 trapiches de economía campesina. En el Valle, este tipo de caña cuenta con 5.800 hectáreas sembradas, y en el primer semestre del 2019 produjo 37.000 toneladas de panela.
¿En qué está el sector?
Según datos de Asocaña, el año pasado las ventas de la agroindustria sumaron $5,5 billones, 2,9% menos que en 2018.
De estos ingresos, el 77% son generados por el azúcar, el 16% por el etanol, un 4% de la energía eléctrica; y otro porcentaje lo componen la venta del bagazo, mieles y otros insumos químicos producidos.
“Para este año, el sector espera un mejor desempeño que en 2019, particularmente porque está mejorando el precio internacional del azúcar, y porque se prevé que el Gobierno implemente acciones para mitigar el impacto del etanol importado de EE.UU., que llega a costos menores de producción, y que ya tiene el 40% del mercado; y también se espera que se mejoren los flujos de comercio con los países andinos, que han aumentando sus exportaciones a Colombia en 156%, pero que no permiten del todo el ingreso de los productos de la caña colombiana”, estima Lloreda.