La ola de homicidios que por días se levanta en Cali generando más sensación de inseguridad tiene dos causas principales: el reacomodo de fuerzas entre grupos criminales que tienen la ciudad como centro de operaciones y el desinterés mostrado por el gobierno de Jorge Iván Ospina frente al tema de la seguridad.

En eso coinciden los analistas consultados, quienes ven con preocupación como la capital del Valle quedó en manos de estructuras criminales especialmente después del paro y los bloqueos de mitad de año.

Y aunque hay datos que avalan la gestión del Secretario de Seguridad en la reducción de algunos indicadores de homicidios, los hechos recientes dejan un sinsabor frente a lo que ocurre con la criminalidad.

Entre otras cosas porque hacía mucho tiempo no se registraba una balacera dentro de un centro comercial, como la que dejó dos personas muertas y dos más heridas; y porque el enfrentamiento armado en una cancha en la zona de ladera, que dejó otros dos muertos y un herido, supone la ruptura de un pacto de no agresión en ese sector.

El propio secretario de Seguridad y Justicia de Cali, Carlos Soler, aseguró que las dos balaceras obedecerían a disputas por el control de territorios entre bandas de narcotráfico.

“Está sucediendo un reacomodo de grupos mafiosos y oficinas de sicarios. Aunque hemos logrado reducir el índice de homicidios, estos son hechos de impacto que conmocionan a la opinión pública porque hace mucho no registrábamos balaceras en espacios como un centro comercial”, reconoció el secretario Soler.

Al respecto el senador Gabriel Velasco recuerda que en Cali han confluido históricamente problemas de violencia asociados al narcotráfico, pandillas y rentas ilegales. “Sin embargo hay que ser claros y decir que esta Alcaldía permitió que los problemas de seguridad se desborden. La falta de acción contra la criminalidad en el paro les dio alas a los grupos criminales para sentir que tenían libertad de tomarse la ciudad”.

“La Alcaldía se niega a abrir los ojos frente a la grave situación que vive Cali, y se escuda en cifras de los meses de cuarentena estrictas. Es imperativo que los ciudadanos y los líderes exijamos que la administración local abra los ojos y establezca una política clara para combatir la criminalidad y el vandalismo”, reitera el congresista.

A la fecha las autoridades de Cali han reportado que la ciudad completó veinte días, de forma no consecutiva, sin registrar ninguna muerte violenta en lo que va de este 2021.

Delincuencia importada

Entre las principales hipótesis sobre los hechos de sangre ocurridos en Cali en la semana que termina estaría la puja entre ‘Los Chotas’ y ‘Los Espartanos’, dos bandas criminales que operan en Buenaventura y que habrían extendido su accionar criminal y su disputa por nuevos territorios hasta la capital del Valle.

No obstante el analista y politólogo Gustavo Orozco considera que lo que está ocurriendo en Cali responde a la confluencia de todos los fenómenos criminales que hay en el país y que se concentran particularmente en el pacífico colombiano del cual Cali es su principal capital y este es el terreno para hacer negocios, saldar cuentas y explorar nuevas líneas de lucro.

“Esto es una mezcla del terrorismo que hemos vivido durante décadas, de la delincuencia común que gana espacio en la ciudad dada la falta de respuesta por parte de las autoridades locales y por el crimen organizado que también hace de las suyas en medio de la coyuntura del paro, de la pandemia y cada vez más en una ciudad que reduce su inversión en seguridad; que no le para bolas a lo que está pasando, que reduce la inversión en prevención de la violencia y donde la seguridad dejó de ser prioridad”, señala Orozco.

Apreciación que comparte el concejal Roberto Ortiz, quien agrega que “en Cali es donde llegan los grandes jefes del narcotráfico a comprar apartamentos, comprar viviendas, a buscar mujeres, joyas y ropa y aquí es donde los encuentran los adversarios en los centros comerciales, en los negocios, restaurantes o en las calles y donde hacen justicia por mano propia.

“Cali es una ciudad con mucha exclusión social, inequidad y falta de oportunidades. Tenemos 130.000 jóvenes esperando una oportunidad de empleo y muchos de ellos son utilizados por las bandas criminales. La ONU nos dijo en 2019 que operaban 180 bandas criminales y sabemos por información que están llegando a nuestra ciudad grupos al margen de la ley desde el norte del Cauca, Nariño y Buenaventura”, denuncia Ortiz.

Para el exalcalde Ricardo Cobo una de las mayores causas de homicidios y criminalidad es que no se ha podido romper ese cordón umbilical entre Buenaventura y Cali, que conecta con Aguablanca y que trae a la ciudad lo peor de la violencia del puerto.

“Tenemos un panorama absolutamente dantesco. Tenemos la multinacional del delito en Cali. Pese a que la Policía está luchando con las uñas, viene haciendo un gran trabajo de la mano del general Juan Carlos León, pero se requiere apoyo estatal en tecnología, lo que vengo pidiendo hace cuatro años y es la policía encubierta para vigilancia”, reitera Cobo.

Según el concejal Roberto Ortiz, entre el 24 de septiembre y el 4 de octubre hubo en Cali 44 homicidios. “Tuvimos una masacre urbana en la capital del Valle”.

Estaba avisado

Parte de la criminalidad que se ha tomado sectores completos de la ciudad obedecen al incremento de violencia que analistas advirtieron para postpandemia, producto del cierre de empresas y ante la pérdida de miles de empleos.

No obstante, y pese a las cifras de criminalidad en Cali, la Alcaldía redujo el presupuesto en seguridad para este año. De los escasos $86.000 millones que destinó en el 2020, apenas dispuso $63.000 millones para el 2021 y en el primer semestre de este año apenas había ejecutado el 27 %.

Después de lo bloqueos, asegura el concejal Fernando Tamayo, “se generó la no presencia de la Policía en algunos sectores y eso facilitó el reacomodo de bandas delincuenciales porque se expandieron, coparon territorio y ya se está hablando no de jíbaros sino de estructuras criminales; que Cali se criminalizó a un nivel más empresarial por decirlo de alguna forma”.

“Aquí ya no hay negocios de microtráfico sino negocios de narcotráfico, ya grandes negocios de droga; grandes negocios en donde se lava dinero mediante préstamos gota a gota, grandes negocios también de ajustes de cuentas y una cantidad de bandas que están siendo captadas por tres o cuatro grandes estructuras criminales que operan en la ciudad”, señala Tamayo.

El también concejal Juan Martín Bravo insiste en que es fundamental mejorar las capacidades en materia de seguridad. “Cali hoy está siendo gobernada por la delincuencia, por los bandidos y por el narcotráfico y por eso la ola violenta que se vive”.

“En lo corrido del año se registran en Cali más de 956 homicidios y esa es la sumatoria de todas las causas de violencia que están llevando a que la ciudad vuelva a ser una de las más violentas del mundo; tenemos que ver la seguridad desde un enfoque de mejorar todo el tema de autoridad, mejorar la competencia de las autoridades, invertirles más en las autoridades pero así mismo generar también inversión social. Seguridad sin inversión social, no va a funcionar”, concluye Bravo.

De cal y de arena

Pese a que el último fin de semana de septiembre fue uno de los más violentos del año, también fue un mes que registró una reducción significativa en la tasa de homicidios respecto a lo ocurrido en el 2020.

La razón, dicen los analistas, es que se percibió un cambio de estrategia de la Policía y la Secretaría de Seguridad, aunque este último trimestre ha sido históricamente el más violeto del año.