Cali es una Colombia pequeña que es compleja por su pasado de carteles de drogas, sin contar las derivaciones de estos con bandas criminales como ‘Los Machos’, al mando de alias Don Diego, y ‘Los Rastrojos’, del extinto Wílber Varela, conocido como ‘Jabón’.
La ciudad, el centro urbano más grande del Suroccidente, tiene dinámicas históricas que son alimentadas por su cercanía al Pacífico y el Cauca, que hacen que aquí confluyan varios fenómenos de crimen organizado que se traducen en siete tipos distintos de organizaciones ilegales que suman 182 grupos (75 son pandillas juveniles y cerca de 20 se dedican a concretar negocios de envío de droga hacia el exterior).
Así lo plantea la ‘Auditoría de Seguridad en Santiago de Cali’ que presentó esta semana la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito, Unodc, como resultado de un estudio realizado en las 22 comunas y los 15 corregimientos. En la elaboración de este informe participaron 1412 personas y se realizaron 30 entrevistas a líderes comunitarios y otros.
Una muestra de la complejidad criminal que hace a Cali única en materia de seguridad fue el fin de semana pasado de Amor y Amistad, pues entre viernes y domingo fueron asesinadas 15 personas: el 60% de los crímenes ocurridos entre sábado (7 casos) y domingo (4 casos) fueron cometidos por sicarios.
Para el general Hugo Casas, comandante de la Policía de Cali, los recientes golpes al crimen organizado en la ciudad, que incluyen la desarticulación de bandas y la incautación de armamento, han generado reacomodos entre bandas que han terminado en asesinatos en las calles de la capital del Valle.
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Eso es lo que explica, dice el oficial, el aumento en los homicidios en el mes de septiembre, pues a la fecha van 91 asesinatos solo en ese periodo, 24 más de los que se registraron en el septiembre de 2018, un aumento del 36%. No obstante, entre el 1 de enero y el 26 de septiembre se registraron 819 asesinatos en la ciudad, 58 crímenes menos.
“Estos dos meses han sido muy duros en homicidios, en especial septiembre. Nosotros desmantelamos las estructuras ‘Los Vaqueros’, ‘Los Juniors’ y ‘Los Ermitaños’, al servicio del narcotráfico, por eso el reacomodo. Octubre, noviembre y diciembre van a ser meses estables”, dice Casas.
Organizaciones delincuenciales como estas, según el estudio adelantado por la ONU (el cual ha sido aplicado en ciudades del mundo como Querétaro, México, y Durban, en Sudáfrica), hacen parte de la tipología III y IV de las bandas de crimen organizado más presentes en la ciudad, también conocidas como ‘oficinas de cobro’, donde hay una división del ‘trabajo’ y unas jerarquías no muy claras a la hora de ordenar asesinatos.
Para Andrés Villamizar, secretario de Seguridad de Cali, el estudio de la Unodc tiene tres niveles de lectura: uno relacionado con dinámicas territoriales, otro sobre relacionamiento entre grupos y uno más de recomendaciones.
“Entre la tipología V y VII de organizaciones ilegales, identificadas por la ONU, se ve más una relación de estas desde la ciudad hacia la región, es decir, hay integrantes relacionados con Cali, pero operan fuera de este municipio. Estamos hablando de estructuras como las disidencias de las Farc y lo que en su momento fueron ‘Los Pelusos’ en Jamundí”, explica el Secretario de Seguridad.
En su mayoría, las 182 estructuras identificadas en Cali corresponden a agrupaciones juveniles (muchos menores de edad) vinculadas —o en riesgo de vinculación— a negocios ilícitos relacionados principalmente con el microtráfico y el hurto. Otras de mayor complejidad se financian a partir del tráfico y uso de armas, sicariato, fleteo, trata de personas, préstamos ‘gota a gota’, secuestros, entre otros.
“La Auditoría de Seguridad estableció que la operación de los diferentes tipos de estructuras en la ciudad tiene estrecha relación con los niveles de violencia y la existencia de mercados ilícitos a nivel local. Esta hipótesis es corroborada al contrastar los niveles de violencia de las zonas en la ciudad con la presencia de estructuras Tipo II y III, en las cuales se concentra el homicidio con mayor intensidad que en el resto del territorio, como en las comunas 3, 13, 14, 15, 16,21 y 20”, según se lee en documento de 151 páginas.
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La complejidad del crimen organizado en la capital del Valle lleva a que en la ciudad, según las autoridades, algunas bandas traten de establecer contacto con mexicanos que, de manera individual, se dedican al narcotráfico, sin que esto signifique una “presencia de carteles mexicanos en Cali”, agrega Villamizar.
El estudio de ONU, insiste el funcionario, le dejará a la ciudad una hoja de ruta para que las próximas administraciones implementen una estrategia de seguridad orientada a mantener la reducción de homicidios de los últimos cinco años, así como la disminución de otros delitos de alto impacto, entre el 2020 y el 2030.
“La capital del Valle ha sido históricamente el epicentro de actividades ilícitas de gran impacto, vinculadas principalmente al narcotráfico; de la misma forma ha sido receptora de efectos de la violencia ejercida en su territorio y en las regiones circundantes (Valle, Cauca, y Nariño)”, apunta la ONU en el documento que cuenta con tablas explicativas de cada tipo de organización ilegal identificada en la ciudad.
‘Outsourcing’ del crimen en Cali
Al otro lado del teléfono está un investigador de la Sijín de la Policía de Cali que durante años ha llevado casos de crimen organizado en la ciudad.
Al ser consultado sobre las diferentes bandas que tiene la capital del Valle, el funcionario coincide en que las hay de distintos tipos, pues las disputas en barrios del Oriente son por las llamadas fronteras invisibles, que no son más que líneas de venta de drogas, mientras otras le hacen ‘trabajos’ al narcotráfico como si fueran una especie de ‘outsourcing’ del crimen.
“En las bandas de nivel alto, como las dedicadas al narcotráfico, hay varios poderosos arriba, cada uno de ellos tiene ciertas organizaciones pequeñas a las que les encargan trabajos, que son los homicidios. Incluso, luego esas organizaciones se enfrentan entre ellas por consecuencia de esos asesinatos cometidos, tanto de un lado como del otro”, cuenta la fuente.
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El funcionario de Sijín dice que esas ‘cabezas’, en su mayoría, están dentro de Cali, pero mantienen un perfil bajo para pasar desapercibidos.
“Algunos viven como grandes empresarios, comerciantes y mezclan sus actividades legales e ilegales para lavar dinero. Otros prefieren algo más modesto, bajo perfil, pero de estos son muy pocos. Todos estos tienen su administrador de laboratorios, quienes son los que enlazan con transportadores. Luego viene el que coordina la ruta de narcotráfico, generalmente desde esteros, por lanchas rápidas o semisumergibles. A nivel armado, los jefes acá en Cali tienen el encargado de la seguridad personal, los jefes de sicarios, los contadores, los testaferros y los administradores de negocios legales que sirven, sobre todo, para lavar el dinero del ilícito”, revela el investigador de la Policía Metropolitana.
Bandas sin arraigo en la ciudad
En las dinámicas del crimen organizado de Cali, coincide la fuente, confluyen delitos como el lavado de activos, el testaferrato y el enriquecimiento ilícito. Según datos de la Fiscalía a El País, desde 2014, 39 personas han sido capturadas en la ciudad por estos delitos, 21 detenciones más que Medellín, ciudad con un pasado también de carteles de narcotráfico como Cali.
Alberto Sánchez, experto en seguridad ciudadana y asesor de la Secretaría de Seguridad, dice que de los siete tipos de estructuras ilegales que hay en Cali, y que fueron identificadas por la ONU, las primeras tres tienen algún tipo de arraigo, las siguientes no ejercen un control territorial pese a que se relacionan con diferentes actores delincuenciales de la capital del Valle.
“Por ejemplo, no hay presencia de ‘Los Pelusos’, que estuvieron en Jamundí un tiempo, sino que está la probable presencia de personas relacionadas con ese grupo, pero que hacen transacciones acá. Este tipo de grupos ven a Cali como una plataforma de relacionamiento criminal para hacer contactos, es decir, no están haciendo presencia en la ciudad, como sí pasa con el crimen organizado en Medellín”, agrega Sánchez.
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En Cali, añade, alguna vez sí hubo un control del crimen organizado bajo el mando de los carteles de Cali y Norte del Valle, pero posterior a eso con el ascenso de algunos mandos medios y la llegada del Plan Colombia, que inició en 1999, el Cartel del Norte del Valle “‘implosiona’ y toda la capacidad armada se vuelca sobre la ciudad”.
En la capital del Valle existe una especie de ‘crimen desorganizado’. Para Jeremy McDermott, director ejecutivo y cofundador de InSight Crime, aunque cuenta con las llamadas ‘oficinas de cobro’, como también las hay en Medellín para ejecutar homicidios, en la ciudad todas no hacen parte de una red, como El Colegiado en la capital antioqueña, antigua Oficina de Envigado.
“En Cali yo no veo conexiones entre las diferentes ‘oficinas’, es mucho más fragmentado el crimen organizado allá. Veo también dinámicas diferentes por la cercanía con la Costa Pacífica, por lo que mucho del narcotráfico de la ciudad trabaja con diferentes actores de fuera de Cali como el ELN, ExFarc Mafia (disidencias), mientras que en Medellín se mantienen relaciones estrechas de lo que fueron las Autodefensas y que hoy son Clan del Golfo y Los Urabeños, todos son como la misma casa”, cuenta el experto, quien dice que en la actualidad el crimen organizado de esa ciudad estaría mutando a ser como el de Cali: “después de la captura de ‘Tom’ (cabecilla) nadie quiere ser su sucesor en ‘El Colegiado’, ahora quieren ser invisibles”.
Concierto del crimen
“Desde la década de los 2000 antiguos trabajadores de los hermanos Rodríguez Orejuela, hoy pagando condena en Estados Unidos, empezaron a fundar subgrupos para mantener el control del tráfico de estupefacientes, esto a partir de la ejecución de homicidios, eso es lo que se ve en Cali ahora con el crimen organizado”.
Las palabras son de una fuente de la Fiscalía que conoce de cerca el fenómeno en la ciudad y quien añade que el principal delito del crimen organizado es el concierto para delinquir, lo hay en bandas de atracadores, sicariato, tráfico de estupefacientes.
“Por eso se llama crimen organizado, porque hay un jefe y en las escalas de abajo hay varios roles, el que maneja los sicarios, el que coordina todo lo de los estupefacientes, están los campaneros y al lado de estos los que consiguen las armas. Eso funciona como una ‘empresa’. Tienen también los que lavan el dinero”, agrega