La atracción y la química entre dos personas, muchas veces, es innegable, es natural sentir interés físico y emocional por el otro.

No obstante, la pregunta es: ¿cómo conquistar? Tarea monumental, especialmente, cuando el arte de seducir se trata de insinuar, sin mostrar todas las cartas al tiempo, cuidándose de no incomodar, ni asustar, ni abrumar; evitando a toda costa incurrir en tácticas de mal gusto, o en artimañas que podrían considerarse acoso.

“Circula un miedo sobre cómo se debe abordar a las mujeres, ya que ahora ‘todo se entiende como acoso’. Ser el que conquista es una posición cómoda, principalmente para los hombres. En realidad, lo que se deben plantear para acercarse a entablar una relación es ¿cómo me aproximo a una persona que respeto? Desde ahí seguramente sería más fácil obtener buenos resultados”, explica Erika Rodríguez Gómez, feminista, defensora de derechos humanos.

Al seducir, es fundamental reconocer a la otra persona como alguien que cuenta con los mismos derechos, la cual no es “un territorio por explorar” que haya que conquistar o colonizar, sino con la cual se establecerá algún tipo de relación; cuando esta idea se tiene clara, los resultados son distintos.

“Hoy los códigos de conquista son diferentes, es por esta razón que tenemos que avanzar de manera gradual en la seducción, donde debe primar el respeto”, manifiesta Ezequiel López Peralta, sexólogo y terapeuta de pareja.

Hablar menos y observar más

Al dejar de lado las equívocas ideas de la conquista tradicional, es más fácil analizar los comportamientos y las formas como las personas permiten o rechazan los acercamientos. “Es bastante sencillo identificar cuando una mujer, o una persona, quiere o no, tener una aproximación, sentimental o erótica; la tarea está en analizar el comportamiento, observar las señales y entender cuando las cosas, en realidad, van por buen camino”, considera Erika Rodríguez, también columnista de la Silla Vacía.

Al seducir, hay que reconocer a la otra persona como alguien que cuenta
con los mismos derechos, la cual no es “un territorio por explorar” que haya que conquistar o colonizar, sino con la cual se establecerá algún tipo de relación; al tener esto claro, los resultados son distintos.


Si la persona que le interesa le pone conversación, le contesta los mensajes e incluso, acepta salir con usted, no quiere decir que ambos sientan el mismo interés, así que no invada los espacios personales; evite el contacto físico, si no se siente completamente seguro de que, con quien se encuentra conversando, también está deseoso en dar este siguiente paso. Analice las señales, una, dos y hasta tres veces. En caso de duda, desista.

“Hoy debemos ser más hábiles al expresar y leer el lenguaje no verbal. Si la persona no te dice nada, pero aleja su cuerpo, lo mejor es mantener la distancia; actualmente debemos ser más empáticos y tener en cuenta los contextos”, aclara López Peralta.

¿Los halagos son válidos?

Generalmente, a las personas les gusta ser halagadas; no obstante, si no se tiene la confianza suficiente para hacerlo, es mejor evitarlo, “la situación se puede tornar incómoda cuando los halagos o piropos reflejan una segunda intención, principalmente si son sobre el cuerpo de la otra persona, este tipo de acciones están mandadas a recoger”, comenta Miguel Gómez, psicólogo clínico.

Sin embargo, en algunas ocasiones, con personas de confianza, siempre es válido resaltar cosas interesantes como el estilo de su ropa o tratar un tema que sea de interés para los dos. Los halagos físicos pueden ser un arma de doble filo, pues no todas las personas se sienten cómodas al recibir comentarios, así sean positivos, sobre su cuerpo, además pueden ser innecesarios.

Piropo, ¿halago o acoso?

El piropo ha sido uno de los puntos más controversiales que se han presentado en las discusiones en torno al acoso y a las nuevas maneras de ‘resaltar una característica’ de alguien. En este punto es fundamental tener en cuenta algunos aspectos como el consentimiento, la confianza que se ha dado entre las personas y el contexto en el que se encuentran.

“El piropo debe ser medido, delicado y oportuno, teniendo en cuenta la situación y el lenguaje corporal. Puede ser que dos personas no se conozcan, pero después de una serie de miradas, se establece una comunicación no verbal y en ese punto, tal vez, es válido el piropo. No obstante, hay que ser cuidadoso”, enfatiza López.

Bajo esta perspectiva, hay que aclarar que los piropos callejeros no son válidos bajo ninguna circunstancia, pues difícilmente en este contexto habrá consentimiento por parte de quien los recibe. Sumado a esto, se ha comprobado que, la mayoría de veces, este primer contacto es incómodo. “Es un falso dilema separar el acoso del piropo. Las mujeres no salimos a la calle a recibir este tipo de ‘galantería’, que ya debería ser abolida”, estima Rodríguez.

Cuando no es no. La negativa es clara. Aprenda a no tomar el rechazo como una ofensa. Abandone la misión a tiempo. Según Rodríguez, “nos ha hecho mucho daño como sociedad pensar que el ‘no es sí’, cuando ya se han dado señales negativas. En este caso, insistir es una señal de acoso”.