Una realidad que hace apenas algunos años era impensable, como lo es la convivencia de exguerrilleros junto a soldados del Ejército Nacional, cuidándolos y compartiendo en un mismo territorio, eso es lo que se vive en la actualidad en el antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación de la Variante, en Tumaco, Nariño.
Son 73 excombatientes de las Farc, que tras cinco años de la firma del Acuerdo negociado en La Habana, le siguen apostando a la paz y la reconciliación, a pesar de los retos y constantes obstáculos que eso supone.
En La Variante conviven 200 personas, entre reincorporados y sus familias, quienes adelantan proyectos de producción colectivos e individuales para tener un sustento.
En el país, más del 90 % de las personas que dejaron las armas siguen sin volver al conflicto. De acuerdo con la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN), entidad del Gobierno Nacional que acompaña a quienes hacen su tránsito a la legalidad, son 12.920 personas que avanzan en su proceso de reincorporación y acceden a la oferta institucional. De ellas, 9638 viven fuera de antiguos espacios territoriales y 2457 que se encuentran residiendo en los Etcr.
Mujeres y hombres capacitándose, trabajando en emprendimientos propios, cultivando en tierras que antes estaban desoladas, niños y niñas apoyados por fundaciones, estudiando y expresándose a través del arte, son solo algunas de las realidades que encontramos en nuestra visita.
“Yo sé que tengo mi pasado y seguramente tengo que pagar por todo lo que alguna vez hice, pero no quiero que mis hijos lo hagan. Por eso le apuesto a la paz, por ellos, para que tengan un futuro y no cometan los mismos errores que yo cometí”, asegura Jennifer, a quien conocen como ‘La India’, excombatiente de las Farc, quien permaneció ocho años de su vida en las selvas y hoy en día vive en la legalidad.
Ella, junto a otras catorce mujeres, pusieron en marcha un emprendimiento propio que consiste en la producción y decoración de sandalias. Tienen un salón de belleza y además trabajan con uñas acrílicas. Todas le apuestan a un futuro diferente, que tratan de ganarse el pan de cada día de forma honesta y que viven en el Etcr con la intención de cumplir con su parte en el acuerdo.
“Para mí, la paz es tranquilidad y si bien es cierto que no nos ha tocado fácil, que hemos pasado por muchos obstáculos, como lo son la inseguridad y la estigmatización, lo cierto es que ahora estar acá nos da la posibilidad de soñar. Tenemos metas, queremos que nuestro emprendimiento siga creciendo, que podamos visibilizar en diferentes partes nuestro trabajo y que las sandalias y correas que hacemos a mano puedan ser vistas en vitrinas de toda Colombia”, dijo Jennifer.
Son 73 excombatientes que, tras cinco años de la firma del Acuerdo de Paz, le siguen apostando a la reconciliación en este espacio territorial.
Dentro de estos espacios, conocidos antiguamente como las zonas veredales, hay personas que tienen proyectos individuales, como tiendas y ventas de artesanías y que con sus trabajos incluso generan empleo.
“Yo hago mis artesanías con materiales reciclables y las vendo en las ferias de los pueblos y a los mismos excombatientes. Pero también a dos amigos míos que están privados de la libertad los ayudo y les llevo materiales hasta la cárcel para que ellos hagan las artesanías y yo venderlas. Nos ayudamos todos y aunque no ha sido fácil por la pandemia y los paros que se han presentado en el país, que nos han afectado, salgo y vendo mis artesanías, incluso a crédito y así hemos podido salir adelante”, asegura Edison Perlaza, conocido como el artesano por la paz.
En ese territorio integrado por viviendas de un piso, llenas de pinturas, mensajes de paz y colores amarillos y verdes, los niños se educan en una escuela que hay dentro del Etcr con una maestra que atiende a 28 niños desde el grado primero hasta quinto.
El proyecto es apoyado por la ONG Save the Children Colombia, que le apuesta a la reincorporación y por medio de diferentes trabajos de arte le enseñan a los más pequeños diferentes actividades para alejarlos de la guerra. 99 pequeños son beneficiados.
“Estamos en este espacio hace tres años gracias a la ayuda humanitaria y a la cooperación suiza. Hemos podido, como organización, llegar a trabajar con niños y niñas y hacer que participen en nuestras actividades previniendo la violencia para ellos y su comunidad. Trabajando también con sus familias en temas de crianza positiva y crianza libre de violencia y utilizando de la mejor manera el tiempo libre en distintas actividades artísticas. Sus padres han vivido lo peor de la guerra y le están apostando a lo mejor de vivir en paz”, dice María Paula Martinez, directora ejecutiva de la fundación.
También hay reincorporados que son artistas, como Juan Camilo Castillo, quien cambió las armas por su apuesta musical y hoy canta. “Decidí estar en el proceso para no darle más preocupaciones a mi familia, lo hago por mi futuro. Ahora lo que más me gusta es la salsa urbana y espero tener alguna presentación y oportunidad de salir adelante. No me arrepiento de dejar las armas, el mensaje a las personas que siguen en conflicto es decirles que estar libre y tranquilo es lo mejor que me ha podido pasar”, asegura.
La mayoría de excombatientes reconocen que hay muchas dificultades todavía en el proceso, les preocupa su seguridad, tras la conformación de nuevos grupos guerrilleros y delincuencia común organizada que, aseguran, cada día tiene más fuerza en la región. Le temen a la forma en la que los siguen viendo los ciudadanos del común, que siguen tratándolos de forma despectiva.
“A veces nos faltan herramientas, insumos, hemos tenido muchas iniciativas y la forma del empleo es difícil. Uno tiene muchos gastos y a pesar de que hay apoyo nos gustaría trabajar, poder hacer algo más de dinero que la renta básica que nos dan”, asevera Ricardo Palomino Dicuara, presidente de la Junta del Etcr.
Dos grandes proyectos
Dentro de La Variante está en proceso de construcción un importante proyecto colectivo. Se están haciendo 14 piscinas de geometrage de tilapia, un proyecto de gran impacto en la región en el que participarán 53 excombatientes, de ellos 20 mujeres que esperan que sus ahorros generen una importante inversión en la región.
Ellos están implementando la tilapia en geomembrana con sistema de bioblog y esperan mensualmente producir 10,2 toneladas de tilapia que esperan poder exportar a todo el país en aproximadamente 6 meses y con ello mejorar sus condiciones de vida y generar empleos propios.
Otra importante iniciativa es la encabezada por la Cooperativa Multiactuva Nueva Esperanza del Pacífico, un proyecto de 27 hombres y 6 mujeres que van hasta un río conocido como Mexicano. Allí compran más de 12 toneladas al mes de coco para llevarlas hasta Bogotá y Barranquilla, en convenios que ellos mismos realizan. Desde Tumaco llegan a varias partes del país e incluso están comprando cacao para hacerla llegar a diferentes ciudades.
“A nosotros nos favoreció este proceso. Mi idea es poder avanzar, darle un buen futuro a mis hijos, he podido avanzar porque me gradué cómo bachiller y estoy haciendo cursos complementarios con el Sena. Duré 10 años en la guerrilla y ahora puedo estar en la legalidad, estar tranquilo, ya puedo relacionarme con las personas. La única forma de lograr el avance es la paz, las armas solo construyen muerte y dolor, la paz es muy bonita y nos va a sacar adelante”, dijo Segundo Rover Ordóñez.
Dentro de estos espacios, conocidos antiguamente como las zonas veredales, hay personas que tienen proyectos como tiendas y ventas de artesanías.
Datos de interés
Más de la mitad de las personas en reincorporación se ha beneficiado de 3289 proyectos productivos, 7327 mujeres y hombres, quienes han encontrado el espacio de ejercer habilidades, que, además, han sido orientadas y acompañadas por entidades.
Además, los excombatientes estudian técnicos en producción de cacao y enseñan a la comunidad a sembrar.