Lo que en principio muchas parejas tomaron como un cautiverio, el aislamiento debido a la pandemia del coronavirus se convirtió con el tiempo en todo un curso de aprendizaje forzoso, que fortaleció muchas relaciones y puso fin a las que definitivamente no pudieron levantarse de su crisis.
El confinamiento obligado, según la sexóloga brasileña Flavia Dos Santos, “nos obligó como pareja a aprender un poco más del ejercicio de la tolerancia. Compartir los mismos espacios, olores y visualizaciones todos los días nos llevó a ser más tolerantes, en medio de todo, porque como terapeuta pude percibir en muchos pacientes que una discusión sencilla por cosas sin importancia tomó, en ocasiones, dimensiones mucho mayores”.
Otra gran lección de este aislamiento ha sido el reto de re-erotizar su relación, “muchos matrimonios que dejaban la sexualidad para después, o que eran infieles, volvieron a erotizar a su pareja, la volvieron a ver como alguien deseable. Fue bonito ver que muchos volvieron a encontrar algo que se había perdido por el afán del día a día, por otros intereses de vida, y pudieron retomar sus relaciones, algunas afectadas por infidelidad. Se vieron muchas cangrejeadas, gente que buscó de nuevo a sus exparejas”.
Ahora se valora más la importancia de un beso y de un abrazo. “Lo primero que se pierde con la rutina es el beso, la pareja deja de besarse en la boca con intensidad y pasan a darse un besito protocolario cada que se ven o antes de acostarse, pero con el aislamiento despertó esa necesidad natural del ser humano de comunicarse, de ser tocado, de sentir deseo y muchas parejas volvieron a tener una verdadera intimidad”, argumenta Flavia.
Para ella, “la pandemia los puso de frente al conflicto de intimidad real, antes vivíamos la ‘extimidad’, salíamos de la casa para relajarnos, para encontrar momentos agradables y de placer, la pandemia nos obligó a vivir una intimidad real, buscar desconectarnos, aprender a consentirnos, a sentir placer otra vez, en un ambiente de encierro con nuestras parejas”.
Asimismo, algunos aprendieron a valorar más el tiempo en pareja, a permitirse relajarse, a retomar el placer. “En estos meses de confinamiento, muchos aprendieron, y se autorizaron, a disfrutar de esos momentos de placer en pareja para ver una película o una serie, tomarse un café, un vino en la noche solos en la habitación, en la sala de estar, en el jardín o en el balcón, sin sus hijos. Muchos se dan la licencia para aplazar una tarea del trabajo para el día siguiente”, anota la sexóloga.
Aunque en países como Estados Unidos los estudios reflejan un aumento de la productividad en un 15 %, porque muchas personas se sienten más presionadas a dar resultados desde la casa porque, de alguna manera, eso los somete a una culpa, también se ha aprendido a valorar más el tiempo libre como espacio propicio para la intimidad de la pareja.
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Por otra parte, el sexólogo argentino Ezequiel López Peralta considera que una de las principales lecciones del confinamiento ha sido conocer mejor a la pareja. “Mucha gente se dio cuenta realmente de quién es su pareja, ahora perciben de manera mucho más objetiva qué características tiene la persona con la que están y puede ser un descubrimiento positivo o no tanto”.
Cuenta que “hay personas que cuando empezó la pandemia dijeron: ‘Acá nos vamos a matar’ y sin embargo, encontraron unos códigos de comunicación y unos acuerdos muy claros, que les permitieron tener una convivencia muy saludable y afianzar su vínculo emocional”.
También está el caso de quienes pensaban que su relación estaba bien, pero se dieron cuenta de que en realidad se sentían bien porque antes había dinero, salidas y viajes y de repente empezaron los problemas económicos, el encierro, la sobrecarga de tareas, los chicos en casa y entraron en crisis. Ahora mismo, el propio Ezequiel está atendiendo a varias parejas que están pasando por dicha situación.
“Una gran enseñanza que nos deja esta situación es aprender a conectarnos más a fondo con quién es el otro pero también con quiénes somos nosotros”.
El encierro fue casi una terapia obligada, según el sexólogo, para que las parejas entendieran la importancia de la intimidad, del tiempo compartido como pareja y su relación clara con la sexualidad. “Se dieron cuenta de que si no hay intimidad, tiempo y espacio compartido de manera exclusiva, el deseo es un hecho prácticamente imposible”.
Muchas parejas también entendieron que la creatividad y los recursos que sumen a la escena erótica tienen un rol muy importante. “No se trata de cosas extravagantes, pueden ser detalles tan simples como ducharse juntos, compartir una cena en la habitación, hasta quedarse en silencio un rato para contemplarse, ese tipo de cosas son las que te conectan y te permiten que luego se dé lugar a otras y entender que tu imaginación es tu principal aliada para compatir la monotonía, la rutina y poder reinventarse eróticamente hablando”, afirma Ezequiel.
El confinamiento también retó a la infidelidad. Algunas parejas que estaban en situaciones de relaciones paralelas, entraron en un estado de desesperación por no poder verse y, en algunos casos, en síndrome de abstinencia. “Otras, a partir de allí, encontraron la oportunidad de enfocarse en su matrimonio y poner allí toda su energía. He acompañado en procesos terapéuticos a parejas que estaban prácticamente terminadas y ese reencuentro les permitió conectarse de nuevo en la relación y salir adelante”, añade.
El confinamiento ha traído para muchas parejas la posibilidad de reencontrarse y dar un salto cualitativo al vínculo.
Lecciones de pareja
Centrarse en lo que su pareja hace bien y hacérselo saber con cariño y ternura. Decirle gracias hasta por las cosas más simples.
Evitar la crítica y el desprecio en los comentarios.
Escuchar primero y preguntar sobre las necesidades del otro: “¿Por qué es tan importante para ti?”.
Llegar a acuerdos justos. Identificar los valores y sueños del otro, aquellos que no se pueden negociar, y encontrar juntos la manera de ceder en lo que es posible.
Abrazarse y acariciarse a menudo, con afecto y también con erotismo.
Vivir durante siete semanas, 24 horas diarias, en pareja, puso a prueba a muchas parejas. El poco o nulo espacio a solas ha aumentado las discusiones y diferencias sutiles.