Sucedió el fin de semana pasado en un edificio del barrio San Fernando de Cali. Un supuesto domiciliario de Uber Eats se acercó a la portería para entregar una ancheta. Una vez el portero le abre para recibirla, el ladrón disfrazado de Uber Eats lo encañona y entran tres sujetos más. Dos se quedan con el portero, reduciéndolo. Los otros dos se dirigen hacia un apartamento. Afuera los espera otro delincuente, en una Kya Sportage con placas falsas. El asalto no tardó más de 15 minutos.

Un testigo del hecho advierte que el video que se mostró en redes sociales deja ‘mal parado’ al portero del edificio, porque aparentemente le abrió la puerta al supuesto domiciliario sin verificar la información, “lo que no es cierto”.

—El tipo disfrazado de Uber Eats estuvo por lo menos tres minutos afuera de la portería, entregando datos del propietario del apartamento a quien iba dirigida la ancheta. Tenía información precisa del residente a que pretendieron robar: nombre, número del apartamento. También conocía el nombre de un supuesto familiar que había enviado la ancheta. Hicieron inteligencia. Una vez verificada la información, el portero abrió para recibir el regalo, porque la orden es no dejar entrar a ningún domiciliario. Fue cuando lo encañonaron.

Se sospecha que los ladrones, todos con gorra y tapaboca, estuvieron días antes dentro del edificio. Conocían la ubicación de las cámaras de seguridad. Además, no necesitaron preguntar dónde estaba el apartamento que pretendían robar, ni qué número era. Llegaron directamente. También sabían que era un apartamento que tenía una reja antes de la puerta. En un morral llevaban herramientas para abrir candados, pero tuvieron suerte. Los propietarios tenían la puerta abierta, y la reja con pasador, nada más.

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Los apartamenteros igualmente sabían a qué iban: entraron solo a las habitaciones. Decían que buscaban plata, pero al parecer les dieron una información errada. El propietario asegura que no lo robaron. No tenía efectivo guardado. Tal vez por eso lo golpearon en la cara. También lo tiraron al suelo. Tiene una rodilla lesionada, al punto que deberá operarse.

La Policía llegó 5 minutos después de que los asaltantes huyeron. El testigo se pregunta sin embargo por qué los agentes se quedaron hora y media en el edificio haciendo preguntas, y no alertaron al halcón, el helicóptero que recorre la ciudad, para dar con la camioneta en la que iban. Tampoco le tomaron las huellas digitales a la ancheta que quedó en la portería. Dijeron que como prueba, “eso no servía”. En una hoja de la ancheta hay varios nombres apuntados, aunque se cree que era parte del montaje del asalto. Los domiciliarios llevan listas de las encomiendas que deben entregar.

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En estos días de regalos y suvenires hay que tener cuidado: los ladrones se ocultan en los detalles navideños para ingresar a casas y apartamentos y dar el gran golpe.

Aunque cada vez son más creativos para camuflarse y entrar a los edificios sin recurrir necesariamente a la violencia. Hace un par de semanas robaron un edificio en el oeste de Cali. Los delincuentes entraron saludando al portero. El gancho fue un apartamento en alquiler.

Los ladrones llamaron a la inmobiliaria, solicitaron una cita para ir a verlo, y una vez adentro del apartamento golpearon al asesor y lo amarraron. Después recorrieron el edificio buscando apartamentos abiertos. Una señora que se encontraba ingresando con su mercado fue el “segundo de oportunidad”, como lo llaman los ladrones, que aprovecharon. De ese apartamento se llevaron $12 millones.

También es muy común que los delincuentes se disfracen de policías, o de integrantes de la Sijín o Ejército, para engañar a las empresas de seguridad privada de los edificios y unidades residenciales con la excusa de un allanamiento o una detención.

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En la primera semana de este diciembre de 2020, de hecho, se desarticuló una banda de 47 apartamenteros, 16 de ellos policías activos que robaban casas de narcotraficantes. Parte del ‘trabajo’ de estos policías corruptos consistía en suministrar los uniformes oficiales de la institución con los que los integrantes de la banda entraban a las viviendas.

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Robar casas y apartamentos pareciera ser un delito fácil de cometer. Entre el 1 de enero y el pasado 13 de diciembre de 2020, en Cali se cuentan 1452 viviendas asaltadas. Cada mes, en promedio, roban 132; 4 al día.

Y eso que las estadísticas de robos a residencias bajaron ostensiblemente en 2020, quizá por el confinamiento debido al covid. Entre enero y el 13 de diciembre de 2019 robaron 2391 casas o apartamentos, 939 casos más que este año. Es decir: hace un año el promedio era de 217 robos al mes, 7 al día. 

La Policía asegura hacer su trabajo. En lo que va del año reporta 1222 capturados por hurto en todas sus modalidades. El problema es que muchos son reincidentes; delincuentes que son capturados una, dos, tres veces, y la justicia los deja libres en parte por otro gran problema: ya no hay cárceles para tanta gente.

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Tras las nuevas modalidades de hurto de casas y apartamentos, las administraciones de los edificios y unidades residenciales de Cali toman medidas. En el edificio del barrio San Fernando donde los ladrones ingresaron con el señuelo de la ancheta se decidió construir una ventana por donde se entreguen los paquetes grandes sin necesidad de abrir la puerta de la portería.

Lo mismo ocurre con las inmobiliarias. Leiza Polanía, gerente de Unisa, explica que desde que se supo del robo en el edificio del oeste se decidió enviar a dos asesores a mostrar las casas y los apartamentos para minimizar los riesgos. También se revisan los antecedentes de los clientes que llaman a separar una cita, y se les devuelve la llamada para verificar que el número sea correcto. Además se les hizo una recomendación a los porteros: no dejar salir a los clientes si están solos, sin el asesor.

— Como inmobiliaria triplicamos las medidas para evitar robos, sobre todo en diciembre. Nuestros asesores también han sido víctimas de atracos. Los golpean, les quitan el celular y la plata y los dejan amarrados en los inmuebles que muestran. Por eso también se tomó la decisión de enviar a dos a las citas – dice Leiza.

Claudia Giraldo, la Directora de la Cámara de Seguridad Privada, recuerda que diciembre y enero son meses donde se incrementan los robos de residencias por una razón simple: es cuando más viviendas están solas debido a las vacaciones, o a que salimos a compartir con otros familiares. Por eso se hace necesario ajustar las medidas de seguridad.

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— Es una responsabilidad compartida entre la empresa que presta el servicio de seguridad y las personas que habitan la copropiedad. Con frecuencia sucede que en las unidades y edificios usan a los guardas para otras actividades que no son de seguridad. Los ponen a subir mercados, trasteos, o que carguen a la señora en silla de ruedas. También hay quien no le gusta bajar por el domicilio y exige que dejen entrar al domiciliario. Quien hace eso no se alcanza a imaginar el riesgo al que se expone la integridad colectiva sacando al guarda de su función principal. En esos descuidos es cuando el guarda no cumple con sus protocolos de vida y es cuando ocurren los robos – comenta Claudia.

Un guarda de seguridad entrenado debe proteger un “triángulo de vida”. El triángulo está compuesto primero por la postura; jamás dejar la espalda descubierta, expuesta a un ataque. Lo segundo que no debe perder de vista es lo que protege, en el caso de un edificio la portería. Y lo tercero que debe cuidar es el arma. En varias ocasiones los robos se cometen con la misma arma del portero, tras despojarlo de la misma.

— Lo que comúnmente ocurre en los robos es que falla algún protocolo de seguridad. Y esa falla puede pasar por el error humano. Sin embargo, se minimiza en la medida en que el personal esté debidamente entrenado. Pero lo que está ocurriendo es que las unidades y los edificios optan por la cotización más baja que les presenten en cuanto a servicios de seguridad. Por desconocimiento en estos temas, no se alcanza a visionar que el precio de menos se paga en esas fallas que se presentan y que permiten que se den los hurtos. Muchas veces el personal con el que cuentan las empresas de estas cotizaciones económicas no está altamente capacitado — agrega Claudia.

David Agudelo, de la compañía de sistemas de seguridad Self Security, que ofrece desde alarmas, cámaras, hasta sensores que avisan de puertas que se abren cuando no deberían y GPS que se podrían instalar en las joyas para rastrearlas en caso de robo, está de acuerdo.

— En una ciudad como Cali, la seguridad no debería verse como un gasto, sino como una inversión.

Lo que más roban

Hasta el pasado 13 de diciembre se han denunciado en la ciudad 12.431 hurtos a personas.

El comercio es de los sectores más perjudicados, con 3308 denuncias.
Los celulares también se los roban a diario y por montones: van 9353 denuncias.

Las motos igualmente están en la mira de los delincuentes: este año se han robado 2349.

Igualmente los carros son muy apetecidos por los ladrones: van 1550 carros robados.

Casas y aptos suman 1452 casos.