Muchos años jugándose la vida con artefactos explosivos improvisados, ocultos y unidos con alambres, tubos o incluso incrustados en revistas o libros, serán la enseñanza que once ingenieros militares colombianos llevarán a Europa para compartir con militares ucranianos que buscarán salvar cientos de vidas a través del desminado operacional.
Los seleccionados, con más de 10 años de experiencia, son cuatro oficiales, cuatro suboficiales y tres soldados profesionales, que viajarán a un país europeo cercano a Ucrania, que por razones de seguridad no se puede mencionar, en donde permanecerán entre cinco y ocho meses aproximadamente impartiendo sus conocimientos y experiencia.
Los militares hacen parte del Centro Internacional de Desminado, Cides, ubicado en el Fuerte Militar de Tolemaida, que ofrece capacitación y entrenamiento a miembros y socios de la Otan sobre desminado. Que Colombia sea el único socio global de esa organización en Latinoamérica y la sobrada experiencia de los militares colombianos en desminado justifica ampliamente que hayan sido llamados para esta tarea.
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“Es una experiencia nacida en el campo de combate. Litros de sangre, soldados que en el campo de combate han entregado sus miembros, sus vidas y muchas partes de sus cuerpos, para entender cómo funcionan los artefactos explosivos”, explicó el mayor, Camilo Diago, director del Cides desde las instalaciones de este centro.
Por eso y en nombre de todas las personas que han caído por estos artefactos, el mayor Camilo Diago explicó que este asesoramiento es una oportunidad para llevar la bandera de Colombia “y decirles lo que nosotros ya sabemos y lo que podemos enseñarles para que no repitan nuestra amarga experiencia”.
Cuatro oficiales, cuatro suboficiales y tres soldados profesionales viajarán a Ucrania para apoyar labores de desminado, entre julio y agosto como aliado de la Otán.
El primer error es el último
Bajo un clima suave, poco común para el calor intenso que suele hacer en Tolemaida (la base militar ubicada a pocos kilómetros de Melgar, Tolima) y un viento que pega con fuerza, el sargento Mayorga (Nombre cambiado por seguridad), se alista para desminar un vehículo que tiene en su interior un artefacto explosivo.
Mayorga lleva 16 años en el Ejército, diez de los cuales los dedicó al desminado operacional y seis al humanitario, además tiene múltiples certificaciones e incluso experiencia internacional.
Es un hombre sereno, aunque reconoce que, por supuesto, tiene miedo cuando ejerce su labor. “Ver los errores que cometen mis compañeros en los trabajos y tener que recoger los fragmentos, para, posteriormente, llamar a una familia y decirle que su familiar falleció” es lo más duro que ha tenido que soportar en su trabajo.
La detonación del artefacto explosivo, que estaba dentro del vehículo, fue cuestión de segundos. Como se veía la carga, por medio de poleas retiraron el artefacto, hasta un patín que lo llevó a otro lugar, donde fue destruido.
Esta detonación es precisamente uno de los ejercicios que los once militares colombianos enseñarán a los ucranianos. “La fortaleza de Colombia son los artefactos explosivos improvisados donde hay de tipo convencional, nosotros hemos sufrido de este flagelo en Colombia, entonces somos muy fuertes en esos procedimientos que en algunos lugares del mundo apenas llegan”, explicó el sargento.
El suboficial explica además que lo que le van a enseñar a los militares ucranianos se basa en tres grupos de desminado operacional: Exde, que realiza destrucciones; Exde Delta, que realiza neutralizaciones; y Marte, que ejecuta desactivaciones.
Perfiles
Por razones de seguridad no se pueden dar a conocer las identidades de los militares que viajarán, pero se conocieron algunos de sus perfiles.
Entre el grupo de viajeros se encuentran dos capitanes y un mayor con habilidades lingüísticas en un segundo y tercer idioma, inglés y francés, con experiencia en grupos de desminado internacional y educación académica en cursos de la Otan.
También se encuentra un teniente y un subteniente que tienen conocimiento práctico en el empleo de explosivos y desminado. Estos han sido comandantes de compañías de explosivos, comandantes de pelotón y líderes de unidades de desminado humanitario.
De este grupo también hacen parte cuatro suboficiales. Un Sargento primero y un Sargento viceprimero con experiencia profesional en más de 18 años en desminado operacional. Un Sargento segundo y un Cabo primero con experiencia como comandantes de grupos Exde, Exde Delta y líderes en desminado humanitario, componente de monitoreo externo OEA. Por estas razones son personas idóneas para ser desplegadas en escenarios nacionales e internacionales.
El grupo también lo conforman tres soldados profesionales que se han desempeñado como expertos en unidades de desminado humanitario o integrantes de equipos Exde o Exde Delta, con habilidades, experiencia y técnicas para poder identificar, localizar y destruir artefactos explosivos en áreas contaminadas.
¿De dónde surge la cooperación?
El ministro de Defensa, Diego Molano, explicó en su momento que las conversaciones para definir este apoyo comenzaron el pasado mes de mayo, cuando se reunió en Estados Unidos con el secretario de Defensa, Lloyd J. Austin III, el cual invitó a Colombia a participar en una reunión virtual con el llamado Grupo de Contacto de Defensa de Ucrania.
Colombia es socio global de la Otan, y es en el marco de esta alianza que le prestaría el apoyo a los ucranianos. “Colombia ayudará porque somos un país comprometido con los valores de la libertad y de derechos humanos. En este caso estamos haciendo un aporte concreto como miembro y país socio global de la Otan”, concluyó el Ministro de Defensa.
El flagelo de las minas
De acuerdo con el Ejército, Colombia ha tenido en su historia cuatro generaciones de artefactos explosivos improvisados. La primera de las generaciones se desarrolló en el país entre 1993 a 1998 y se caracterizó por elementos metálicos; la segunda es lo que se conoció como la estrategia 80- 20, lo que quiere decir que el 80 % eran acciones con minas; la tercera se desarrolló entre 2003 a 2008 con la activación de artefactos a través de teléfonos celulares, y la última, que se denominó las trampas cazabobos, consistía en instalar minas ocultas en revistas o termos.