I. La polarización

El de la polarización es uno de los grandes desafíos, no solo en Colombia sino en el mundo, como lo subraya el director de Innopolítica, Jaime Gutiérrez. Un fenómeno que se da ante la preferencia de la opinión pública por irse a los extremos para evitar análisis profundos sobre los diferentes tonos de gris que tiene cada problemática social o propuesta de los mandatarios.

María Alejandra Arboleda, profesora y consultora en comunicación política, enfatiza que en Colombia la polarización ha sido usada estratégicamente para desarrollar tácticas electorales y para cumplir ciertos objetivos, “pero tienen un impacto muy fuerte en el debate público en el país y tienen un impacto en cómo se dan los ejercicios democráticos”, indica.

Para Juan Pablo Milanese, profesor de Ciencia Política de la Universidad Icesi, la polarización no es necesariamente el problema mayor: “el debate político se ha vuelto muy agresivo”, subraya.

Los expertos coincidieron en que este es un ‘pecado’ que está lejos de acabarse, pues “se convirtió en la estrategia de comunicación política más rentable”, sugiere Laura Herrera, asesora en comunicación política.

II. Las noticias falsas

Los expertos recalcan que siempre han estado presentes en el ejercicio de la política. Como una suerte de ‘pecado original’, en otros tiempos surgían en forma de pasquín, rumor o afiche. Ahora, en tiempos digitales, las noticias falsas se mueven entre chats de amigos y familiares o en redes sociales, en forma de artículos, cuentas anónimas, memes, videos y fotomontajes.

“Toda esta artillería está impactando la veracidad de las discusiones públicas. Su rápida propagación alarma ya que no hay control sobre ellas”, asegura la asesora en comunicación política, Laura Herrera.

El analista político Ancizar Marroquín explica que las noticias falsas son estrategias peligrosas que influyen en las decisiones políticas que toma el ciudadano, pues crean incertidumbre y tergiversan la información que termina manipulando al elector y cambiando el rumbo de las elecciones. “Ahora que se avecina la campaña tendremos muchas noticias falsas. Sobre todo, cuando están las famosas ‘bodegas’ que se dedican a eso”, asegura.

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III. Desconexión con el elector

Otro de los ‘pecados’ que se plantea en la política colombiana es la falta de sintonía de los dirigentes con los ciudadanos. “Vemos unos actores políticos que tienen discursos y agendas que no van de la mano de las problemáticas y necesidades de la población. Y eso creo que es uno de los elementos que más afecta y que más genera rechazo hacia ciertos personajes y ciertos partidos políticos”, señala la consultora María Alejandra Arboleda.

De su parte, el profesor de Ciencia Política Juan Pablo Milanese manifiesta que esta desconexión con el electorado es histórica. “Los mayores niveles de abstención electoral en el caso colombiano se aprecian en las elecciones que tienen un carácter más nacional, elecciones presidenciales y de Congreso. Mientras que las elecciones locales los niveles de participación crecen notablemente, especialmente a medida que se achica un municipio. Creo que esa distancia entre los ciudadanos y los políticos tiene que ser matizada”, subraya.

IV. Rechazo a personas, no a ideas

Con la masificación de los medios y la democratización de las TIC surgió el fenómeno de personalización de la política, según explica la asesora Laura Herrera, que consiste en “resaltar más los atributos de la personalidad de los políticos que sus propuesta e ideas”. Como consecuencia de ello se produce una suerte de “espectacularización” de la política, “que queda reducida a los sentimientos que produce determinado líder y no a lo que realmente importa que son las consecuencias de las decisiones de modelos políticos, económicos y sociales que tomó o puede tomar o de su capacidad de liderazgo”, indica.

El director de Innopolítica Jaime Gutiérrez añade que atacar la reputación del político, e incluso su vida familiar, es “más económico en términos de tiempos y recursos técnicos o financieros, que atacar permanentemente las ideas que va esbozando”. Políticos como Álvaro Uribe y Gustavo Petro han sido los más afectados por esto.

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V. No se sabe hacer oposición

Como un ejercicio que requiere mayor responsabilidad calificaron los analistas el hacer oposición en Colombia, algo que no debe ser confundido con criticar todas las decisiones y propuestas de los dirigentes locales, departamentales o nacionales, sin siquiera evaluar sus pros o contras.

Parte de hacer una oposición efectiva y constructiva tiene que ver con entender los contextos determinados en los que se desarrolla el ejercicio político de cada mandatario. Por ejemplo, indica la consultora Arboleda, hoy en día es fundamental ser empáticos y entender las condiciones atípicas que han mediado los programas y planes de los gobernantes actuales por cuenta de la pandemia del Covid.

“Hacer oposición implica tener los ojos en el gobierno, hacer control, pero hacer un control sustentado que implica saber qué está haciendo el gobernante y qué le faltó hacer, con datos en la mano. Pero también implica aplaudir lo que se hace bien, dar cierto reconocimiento a lo bueno”, sostiene.

VI. No se escucha a la oposición

Enfatizan los analistas que muchas veces, cuando los dirigentes llegan a los puestos de gobierno, olvidan que son mandatarios de toda la ciudadanía y no solo de quienes están de acuerdo con sus ideas. Es clave entonces que desde las acciones de comunicación de gobierno se busque generar consensos para disminuir los ruidos.

“Los altos niveles de polarización hacen casi imposible construir consensos convirtiéndola en la estrategia más olvidada, pero siendo la mejor aliada para gobernar. Uribe logro niveles de aprobación de su gobierno del 86 % porque encontró un tema en el que la mayoría estaba de acuerdo: la seguridad”, recalca la experta Herrera.

Ahora bien, indica el director de Innopolítica Jaime Gutiérrez, no necesariamente los gobernantes tienen que atender todo lo que proponga la oposición, pues la democracia permite que quien gana unas elecciones decida su forma de administrar lo público. “Pero para aquello que le duele a la ciudadanía, sí se debe dar la escucha social y actuar para corregir esas problemáticas que generan insatisfacción en la opinión pública”, dice.

VII. La política se queda en lo electoral

La política en Colombia ha sido, históricamente, una actividad electoral donde los ciudadanos solamente participan cada vez que hay votaciones. En el contexto actual los partidos políticos han dejado de lado el ejercicio ideológico en las bases y se han convertido, dice él, en “dadores de avales”, sugiere el analista Marroquín: “Las mayorías no se quieren comprometer ni siquiera en qué piensa, qué propone, a qué filosofías se adscribe o cuál es el modelo de país que está proponiendo el político. Obviamente los políticos tampoco se ocupan de eso, cada vez hay una política más light, más de redes sociales y menos de fondo. Y entre menos les pregunten, mejor; entre más puedan confundir la gente con frases, mejor”, sostiene.

El profesor Milanese agregó que, si bien la política se desarrolla a diario en espacios como concejos, asambleas y juntas comunales, ellos generan poco interés en la ciudadanía.