Ni la honda crisis social, política y económica que vive Venezuela, hace desistir a los tres imperios del planeta de la que, parece ser, la corona de América Latina.
Así lo revelan abiertamente las actuaciones de Estados Unidos y Rusia, y más discretamente, las de República Popular China, que parece observar desde la distancia el conflicto.
¿Qué significa Venezuela, que hace perder los estribos a Donald Trump y a Vladimir Putin, el primero con sus amenazas de intervención militar, y el segundo con sus señales de que Rusia reaccionará si así ocurre?
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José Rodrigo Núñez, investigador internacionalista de la Universidad Santiago de Cali (USC), expone dos razones para que las potencias se disputen la tierra de Simón Bolívar y Rómulo Gallegos. La primera es el afán de mantener la hegemonía para conservar el protagonismo en el Consejo de Seguridad de la ONU, “porque el que manda es el que toma las decisiones allí”.
“Se trata de mantener la preeminencia de hegemonías, ya sea a través del liderazgo, de intervenciones de seguridad o manteniendo un ‘statu quo’, como están haciendo ahora”, explica.
En su opinión, esa competencia es histórica, después de la Segunda Guerra Mundial y “así como Estados Unidos hace presión y trata de entrar a países del Oriente (Asia), Rusia también trata de presionar en Occidente (América Latina)”.
Holbein Giraldo Paredes, docente de las universidades Libre y del Valle, seccional Palmira, aduce que la disputa entre Washington y Moscú es una prolongación de lo que en el Siglo XX se llamó la Guerra Fría.
“Esto actualiza la lógica de la confrontación socialismo vs. capitalismo, Oriente vs. Occidente en el que se trata de imponer un modelo económico”, resume el historiador y filósofo.
La segunda razón de la confrontación que esgrime Núñez no es jurídica ni política sino práctica: hacer presencia hegemónica imperialista en Venezuela. “En esta dinámica ha entrado también China, pues ya forma parte de su política exterior y está en su agenda estar en América Latina, dada la importancia no solo de Venezuela, sino de este continente”.
“China tuvo en esta coyuntura una oportunidad y la ha sabido aprovechar muy bien para hacer presencia como nueva potencia económica y mercantil”, sostiene el docente al referirse a los contratos que esa potencia tiene con Caracas desde la época de Hugo Chávez para explotar minerales, a muy buen precio, sobre todo el coltán, materia prima para la elaboración de equipos de cómputo.
Giraldo coincide en que la confrontación se asocia con el afán de imponer un modelo, sea socialismo o capitalismo. “Venezuela es de los países más ricos del mundo en recursos naturales y esa riqueza mueve a las potencias a intervenir, pero también a entrar en un juego de modelo económico y una apuesta ideológica”, dice y advierte que esto va a polarizar más el mundo.
Sin embargo, ante el supuesto interés de convertir a Venezuela en un bastión de la izquierda en América Latina, Núñez dice con ironía que “China ya no es socialista y se parece cada vez más a la Inglaterra de primera mitad del Siglo XX, y Rusia menos, se parece cada vez más a la Alemania de Hittler”.
Mauricio Jaramillo, internacionalista de la Universidad del Rosario, acepta que hay una disputa de las tres potencias por Venezuela, pero que no todas tienen los mismos intereses.
“Estados Unidos tiene un doble interés, uno es el ideológico, pues el chavismo en 20 años de poder ha tratado de desafiar el discurso norteamericano en la zona. El otro es que Venezuela fue su principal abastecedor de petróleo a precios muy bajos”, dice.
En cambio, continúa, “Rusia y China invocan el principio de no injerencia, como en su momento lo defendieron en Libia, Siria, Iraq y ahora Irán”. Sin embargo, el rechazo de Moscú a la injerencia extranjera –la de EE. UU.–, en Venezuela, Núñez la explica como parte “de la doble moral que se maneja en la diplomacia”, en la que se dice una cosa y se hace otra, en relación a los aviones rusos que aterrizaron en Caracas y a los expertos militares rusos que permanecen en dicho país.
A esto Jaramillo riposta que “Rusia no tiene presencia militar en Venezuela; ha hecho ejercicios conjuntos que son normales, así como Colombia los ha hecho con EE. UU., pero no hay bases militares estadounidenses en nuestro país, como no las hay rusas en Venezuela”.
Además, argumenta, “si Venezuela decidió desde hace diez años comprarle aviones de combate a Rusia, es normal que en suelo venezolano haya militares rusos intercambiando información, cooperando. Todos los estados latinoamericanos lo tienen. Claro que en el caso de Rusia en Venezuela ocurre con mayor frecuencia”, admite y recuerda que antes del chavismo el gran abastecedor de equipo militar era Estados Unidos y ahora lo es Rusia; es un tema más de mercado”, señala el analista.
Como también acepta que a Rusia y a China les interesa el petróleo y el gas de Venezuela, pues es normal que en un mundo globalizado los países busquen materias primas y más una tan apetecida como esa, “pero reducir el interés de Estados Unidos, China y Rusia exclusivamente al petróleo es una simplicación y hay quienes prefieren quedarse con esa explicación”, señala Jaramillo.
A su modo de ver, el petróleo es importante, pero no es lo único y está sobredimensionado. Y que hay recursos mineroenergéticos –el arco minero, la faja del Orinoco, con la reserva de petróleo más grande del mundo–, pero dice que en Venezuela hay un problema político: “A demócratas y republicanos de EE. UU. y del Departamento de Estado les interesa la democracia, lavar su imagen con América Latina y les preocupa la presencia de Rusia y de China en términos ideológicos y políticos”, remata.
Petróleo...
El interés en el petróleo, Estados Unidos y Rusia sí pueden tenerlo, pero no en la magnitud en que se ha dicho. José Rodrigo Núñez aclara que Rusia no tiene la tecnología para refinar petróleo venezolano y EE. UU. es el único que lo puede refinar.
“Como Estados Unidos no volvió a comprar porque tiene suficiente petróleo, entonces Rusia y China lo compran, pero a bajo precio, muy por debajo del precio internacional. Rusia lo compra por mantener una imagen política, pero le resulta muy costoso”, sostiene el docente Núñez.
Para el historiador Holbein Giraldo, hay regímenes con crisis más complejas que la venezolana, como el caso de Haití, pero como no tiene riqueza, no les interesa actuar.
EE.UU. y Rusia definen suerte del vecino país
El secretario de Estado de EE. UU., Mike Pompeo, viajará mañana a Rusia a entrevistarse con el presi dente Vladimir Putin para abordar “asuntos bilaterales y multilaterales”, en medio de las tensiones sobre Venezuela, se anunció.
El martes, Pompeo irá a Sochi y se encontrará con el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, y Putin, para discutir la situación en Venezuela, Siria y Ucrania.
El pasado jueves, en Moscú, Lavrov negó que vaya a alcanzar un “trato” con Washington sobre Venezuela. “Habitualmente los tratos son cosa de (Donald) Trump”, comentó Lavrov a la agencia oficial Ria Nóvosti.
La crisis venezolana ya centró la primera reunión en casi un año que Lavrov y Pompeo mantuvieron el lunes pasado en la cumbre del Consejo Ártico en Finlandia.
Pompeo, cuyo país respalda al presidente interino, Juan Guaidó, admitió que “la acción militar es posible”.
Rusia, por su parte, reconoce como legítimo al Gobierno de Nicolás Maduro, lo que ha provocado tensiones entre Washington y Moscú.
“Pompeo reiterará nuestra preocupación ante el papel de Rusia en Venezuela; nuestra postura es clara: apoyamos la democracia en Venezuela. Y rechazamos el apoyo de Putin a Maduro”, dijo un funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos.
En reciente conversación telefónica con Trump, Putin aseguró que corresponde a los propios venezolanos definir el futuro de su país y señaló que la injerencia externa y los intentos de cambio de poder por la fuerza socavan las posibilidades de una solución política a la crisis. (EFE).