Redacción de El País
Si hay algo claro frente a la posibilidad de una negociación que permita el desarme del ELN, es que tanto el gobierno como los jefes de esa guerrilla han expresado el deseo y la voluntad de buscar una paz negociada.
No obstante la mayor cercanía ideológica de las partes, hay varios puntos que advierten los analistas que pueden llegar a dificultar el anuncio de un acuerdo luego de que ambos se sienten en la mesa en el sexto intento de negociación con esta agrupación armada ilegal.
Entre otras cosas porque la estructura del ELN, a diferencia de lo que ocurría con las Farc, opera con mayor independencia y autonomía en las diferentes regiones del país y no necesariamente el interés de quienes fuesen los jefes negociadores sería el mismo interés de quienes lideran esos frentes o columnas.
De acuerdo con el docente y politólogo Jorge Luis Yarce, “la estructura del ELN es mucho más horizontal respecto a la organización de las Farc, que era completamente vertical y esperaríamos que si han mostrado la disposición de negociar, es porque todos esos grupos, esos frentes que hacen parte del conflicto y que se reconocen a sí mismos como unidades activas dentro del ELN, están dispuestas y tienen o aceptan la delegación que se presentó a las negociación con el presidente Santos”.
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“De todas formas, habría que esperar que ellos también se reorganicen porque es apenas comprensible que durante cuatro años los ánimos hayan cambiado; como también es comprensible que con el nuevo Gobierno haya una esperanza de lograr una mejor negociación y mejores efectos en un acuerdo de paz”, explica Yarce.
Coinciden los expertos en que es fundamental que exista la claridad de que quienes estén en la mesa de negociación, lo hagan con el consentimiento y el apoyo de todas las estructuras armadas; sobretodo porque el grupo de negociadores por parte del ELN lleva varios años viviendo fuera de Colombia y han permanecido por largo tiempo desconectados de los frentes que actúan en el conflicto armado.
Eso explica parte del anuncio que hizo el pasado fin de semana el presidente Gustavo Petro desde San Pablo, Bolívar, de suspender vía decreto, las órdenes de captura y de extradición de los negociadores del ELN, como un primer gesto del Gobierno y a la espera de que esa guerrilla detenga las acciones violentas.
“Por decreto he autorizado restituir los protocolos, permitir de nuevo negociadores, permitir que puedan reconectarse con su organización, suspender órdenes de captura a esos negociadores, así como suspender órdenes de extradición para que comience un diálogo con el Ejército de Liberación Nacional”, afirmó el mandatario colombiano.
El analista y catedrático Diego Javier Sánchez advierte que “el no tener todas las estructuras del ELN representadas en una eventual mesa de negociación sería contraproducente porque lo único que puede garantizar será la prolongación del conflicto con nuevos grupos de disidentes, ahora de la guerrilla del ELN”.
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Un camino minado
El camino con el ELN será un camino tortuoso y difícil, advierte el experto y asesor en seguridad John Marulanda. “Esta sería la sexta vez que intentan un diálogo con el Gobierno de turno. Ahora bien, el Presidente y sus funcionarios vienen de la misma cantera de donde salió el ELN y desde ese punto de visto creo que las dificultades del camino se pueden aliviar”.
Pero independientemente de eso, y aunque Marulanda considera que hay una “obligación imperiosa” de entregar las armas, hay tres acciones fundamentales que considera para lograr un proceso de paz con el ELN.
“Primero, tienen que deponer las armas para acceder a cualquier beneficio que este gobierno les quiera dar. Segundo, es fundamental la intervención de Venezuela y hablar con ese Gobierno para que desincentive a estos señores en su intención de querer hacerle daño a la institución, al Estado y a los colombianos y, tercero, que entreguen las rutas, los tramitadores y sus contactos con los carteles mexicanos que hoy pululan en el andén pacífico colomboecuatoriano”, dice Marulanda
Frente al tema de las armas, surgen dudas porque para la guerrilla del ELN pareciera que es imperativo mantenerlas hasta que se cristalicen todas las transformaciones que se acuerden en esa mesa de diálogos, lo que podría tardar años porque algunos de esos cambios apuntan a reformas en la estructura del Estado.
Recientemente el exjefe negociador de paz con el ELN en el gobierno Santos, Juan Camilo Restrepo, aseguró también que “hay que entender que el diálogo con ese grupo armado es complicado y agresivo” porque el ELN “es un grupo muy difícil”.
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“El ELN es un grupo que es delicado y hay serias dificultades. No ha querido entender que tiene que respetar el Derecho Internacional Humanitario. No han respetado. La negación tiene que ser basada en eso, no atentar contra los civiles y la población, no extorsionar, no secuestrar”, dijo Restrepo.
De momento, Gobierno y ELN han hecho gestos de buena voluntad, los cuales derivaron en una primera reunión el pasado 11 de agosto en La Habana (Cuba) donde se dieron los primeros acercamientos.