Este año la discusión sobre el aumento del salario mínimo, que suele ocupar todo el mes de diciembre, se adelantó para septiembre.
Expertos comenzaron desde ya a hacer sus vaticinios sobre un incremento que, de acuerdo con todos los indicios, podría ser alto.
El alto costo de vida, que este año se disparó a niveles que no se veía desde hace más dos décadas, y la llegada de un gobierno de izquierda, hacen presagiar un aumento que podría estar bordeando el 20%.
Si un Gobierno afín a la derecha hizo un aumento de dos dígitos, con el que el mínimo llegó a un $1 millón en el año 2022, con un gobierno de izquierda el aumento para el 2023 sería inevitablemente superior, es la reflexión que hacen los expertos. Pero eso no significa que sea buena idea, es su advertencia.
Hasta ahora, las centrales obreras y el nuevo Gobierno Nacional, con la ministra de trabajo, Gloria Inés Ramírez , a la cabeza del sector, una veterana líder del sindicalismo, han mantenido prudencia por ahora, pero cuando llegue el momento, la discusión seguramente será dura.
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Y eso sin contar que este año, también podrían incorporarse a la discusión temas como la reforma tributaria y la próxima reforma laboral, ambos cambios que inevitablemente impactarán a los empresarios.
En un reciente pronunciamiento, el director de Fedesarrollo, Luis Fernando Mejía, planteó la hipótesis de que el aumento para el próximo año estaría por el 20% ó el 25%.
Ante algunas versiones de medios, que, según dice, lo sacaron de contexto, aclara que no es que él lo esté proponiendo. Por el contrario, lo que ha hecho es advertir sobre ese posible escenario.
“Nosotros obviamente estamos en contra de que el aumento sea exagerado porque hay que pensar, no solamente en las personas que actualmente están en el empleo formal, sino en aquellos, la gran mayoría, que es el 63% de los colombianos, que no tienen acceso a un empleo serio. Ojalá se pueda pensar en cifras moderadas para el aumento del salario mínimo”, dijo el Director de Fedesarrollo, quien a finales de octubre espera presentar una estimación oficial.
Según argumentó, un aumento grande “sería un desastre” desde el punto de vista de la recuperación del empleo, pues si bien Colombia ha tenido un buen crecimiento económico, la tasa de desempleo en el país está en el 11%, lo que quiere decir que aún no se recuperan ni siquiera los niveles de prepandemia.
Los argumentos en contra de un aumento alto también fueron presentados por Fedesarrollo el año pasado, cuando el gobierno de Iván Duque hizo un aumento al mínimo del 10%.
“La advertencia que nosotros lanzamos en diciembre del año pasado, al final se materializó. Nosotros dijimos que aumentos muy grandes pueden hacer más lenta la recuperación del empleo y generar presiones inflacionarias.
En efecto, la economía creció al 12% en el segundo trimestre de este año, pero el desempleo está al 11% y una inflación que desborda el 10%”, explicó Mejía.
Además de los problemas para el mercado laboral, otro argumento en contra de altos aumentos al salario mínimo son las presiones en la inflación.
Como explicó el profesor Iván Jaramillo, director del Observatorio
Laboral de la Universidad del Rosario, un aumento de gran magnitud puede presionar los índices inflacionarios, toda vez que en Colombia el salario mínimo es un promedio, cerca del 80% de la población ocupada gana entre uno y dos salarios mínimos.
“Desafortunadamente en Colombia, históricamente los aumentos significativos del salario mínimo han terminado depreciando y deteriorando el ingreso de los trabajadores y su poder adquisitivo”, explicó el docente.
Pero más allá de la cifra del eventual aumento, profesores de economía, como Iván Jaramillo, de la universidad del Rosario, y Hernando Zuleta, de la Universidad de Los Andes, vaticinan un aumento significativamente alto.
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“Dada la situación política y las expectativas que ha generado la administración Petro, yo supongo que el incremento efectivo va a estar en términos nominales cerca del 18%”, sostuvo Zuleta.
Para Jaramillo, hay un tiempo favorable para llegar a una concertación cercana al 20%. De hecho, las centrales obreras habían pedido un aumento adicional generalizado en el mes de mayo de este año.
No baja la inflación
“Todavía no se puede estimar en cuanto va a cerrar este año, pero (la cifra cercana al 20% de aumento del salario) no es descartable dado el comportamiento de la economía inflacionaria que determinó seriamente el ingreso de los trabajadores”, afirmó Jaramillo.
Explican que aunque no se sabe en cuanto va a terminar la inflación el fin de año, el 2022 se ha caracterizado por registrar una inflación inusualmente alta, que hace que el esfuerzo que se hizo de ajustar al 10% el aumento del salario mínimo a comienzo del año se haya perdido en términos de poder adquisitivo de los trabajadores.
“En términos reales se termina el año como empezó”, dijo Zuleta.
Vale la pena señalar que la variación de los precios de la canasta familiar (inflación) en los últimos doce meses, con corte en el mes de julio, se ubicó en 10,21%, en tanto que en lo corrido del año, entre enero y julio, fue cercana al 8%, de acuerdo con el Dane.
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La inflación sigue mostrando variaciones altas debido principalmente a lo que está pasando con los precios de los alimentos, que en términos generales, han subido en el último año 25%, con corte en julio.
El asunto es que alimentos básicos de la canasta familiar como la yuca, muestran alzas en su precio del orden del 141%, mientras que el plátano se incrementó 75%.
La preocupación para algunos economistas es que los precios de los alimentos no tienden a bajar en el corto plazo, dado que buena parte se importa y la inflación en países europeos y en Estados Unidos tampoco parece que cederá pronto.
En razón a todo eso, el sector privado considera que no es conveniente un alza del mínimo considerable. Los empresarios ven con dificultad la posibilidad de aceptar un aumento alto cuando se acerca el final de la recuperación económica, aunque el país viene creciendo a tasas de 12%.
Zuleta afirma que las previsiones para el año entrante son de bajo crecimiento en el PIB. “Si a ese bajo crecimiento se le suma un gran incremento en costos salariales, pues es probable que la desaceleración sea mayor”, expresó.
Estimativos de salario mínimo
En el eventual caso que el reajuste del salario mínimo del próximo año sea del 10%, cifra similar a la inflación que proyectan algunos economistas para el cierre de este año, el salario mínimo sería de $1.100.000.
En el hipotético caso que el alza del mínimo sea del 20%, el salario mínimo del 2023 sería de $1.200.000.
Por ahora no hay ninguna propuesta oficial sobre el aumento, solo hipótesis de algunos economistas. Se estima que en septiembre, que empezará la semana entrante, las centrales obreras, empresarios y el Gobierno Nacional analicen las primeras iniciativas.