Cali, compleja para unos, caótica para otros, quiere lograr en 2019 bajar de los mil casos de homicidios, algo que logró desde 2013 Medellín, cuando terminó año con 925 asesinatos.
La capital del Valle cerró el 2018, de manera preliminar, con 1157 asesinatos (85 casos menos comparado con 2017), lo que representó una tasa de 47.3 homicidios por cada cien mil habitantes, la más baja en los últimos 26 años, manteniendo la tendencia a la baja que se conserva desde 2014 cuando la ciudad tuvo 1562 homicidios. Pero, ¿cómo la ciudad puede seguir ganándole el pulso a la criminalidad para reducir aún más esta estadística?
Para el secretario de Seguridad de Cali, Andrés Villamizar Pachón, el compromiso personal y a nivel de Alcaldía es entregar este año con menos de mil muertes violentas, eso “nos permitiría llegar a una tasa aproximada de 38 a 40 homicidios por cada cien mil habitantes, eso ya es una reducción significativa”.
El funcionario, quien lleva poco más de seis meses al frente de la cartera, se compromete a dejar este año una política pública de seguridad que no será más que una hoja de ruta para que la capital del Valle logre llegar, en el corto o mediano plazo, a la media nacional de 25 homicidios por cada cien mil habitantes, según datos nacionales hasta 2018.
122.2 homicidios por cada cien mil habitantes tuvo la capital del Valle en 1994, la más alta en 26 años. Ese año hubo 2239 asesinatos en la ciudad.
“Esto nos va a poner unas metas no solo para esta Alcaldía, sino para próximos periodos. En un horizonte de cinco años hay que apuntarle al promedio nacional y a diez años apuntarle a tasa de un dígito, que es un indicador óptimo y a eso le está apuntando Bogotá ahora (ciudad que cerró 2018 con una tasa de 12.7 homicidios por cada cien mil habitantes)”, añade Villamizar.
Sin embargo, la inversión en materia de seguridad en las ciudades pesa, pues mientras que en urbes como Bogotá, por ejemplo, se pasó de tener un presupuesto de $177.000 millones en 2015 a $540.000 millones en el 2018, en la capital del Valle, para 2019, la asignación económica en esta materia es cercana a los $70 mil millones, solo el doble de 2018. Eso es casi la octava parte del dinero de la capital del país.
“¿Que si eso es suficiente? La respuesta es no, Cali debe apuntarle a tener un presupuesto para seguridad de entre $100 y $120 mil millones cada año, con eso ya se puede adelantar una labor más sólida en apoyo a la Policía, el Ejército y los organismos de seguridad”, afirma el secretario Villamizar, quien dice que la articulación entre diferentes autoridades continuará para combatir la criminalidad este año en la ciudad.
Para Rafael Espinosa del Vallín, epidemiólogo con experiencia en políticas públicas de seguridad ciudadana, las autoridades deben mejorar más la capacidad de entendimiento de los territorios donde se registran el mayor número de muertes violentas, mucho más allá de programas de resocialización de jóvenes.
“En Medellín pueden existir estructuras que controlan grandes territorios, pero en Cali es totalmente distinto, los controles son sobre microterritorios donde desde hace 30 o 40 años hay pequeñas organizaciones peleándose el pedazo, y eso tiene que ver con la movilidad de jóvenes en fronteras invisibles, por eso lo que digo es que hay que entender más el territorio para saber cómo se delinque desde las estructuras. Es posible que a la Policía le falte un poco más entender a la gente y a esa comunidad que rodea el sector impactado por esas dinámicas”, añade.
Por su parte, Andrés Preciado Restrepo, consultor en temas de seguridad ciudadana y convivencia, cree que se debe redoblar esfuerzos en la articulación de la Inteligencia con grupos operativos que están en las calles.
“En ciudades como Cali y Medellín, vos perdés o ganás el año en la medida en que la Inteligencia esté trabajando articulada con la operatividad, y eso es un punto que merece mi consideración”, dice Preciado Restrepo.
El experto cree que hay que replantear la discusión de las cámaras de seguridad para evaluar si en ciudades como Cali están o no sirviendo para esclarecer homicidios o prevenirlos.
“Hay que incrementar la vigilancia en esos puntos donde ya la Policía sabe a qué hora y en qué calle están cometiendo más homicidios, los patrullajes deben volverse más inteligentes teniendo en cuentas esas prevalencias delictivas, porque el Modelo de Vigilancia por Cuadrantes en el país ha entrado en un letargo”, añade el consultor en temas de seguridad ciudadana.
Para formarse una idea de la criminalidad en Cali: en promedio el 52 % de los homicidios que suceden en un año en la ciudad son bajo la modalidad de sicariato, es decir, un tercero paga a una oficina de cobro o contrata de forma independiente a un pistolero. El sicario se puede movilizar en motocicleta, en carro o a pie para asesinar a una persona. El resto de porcentaje se reparte en otras causas, como la mala convivencia, que representó en 2018 un 25.8 % del total de muertes violentas.
Santiago Tobón Zapata, investigador posdoctoral de la Universidad de Chicago con énfasis en evaluación de políticas asociadas a seguridad, cree que las estrategias también deben encaminarse a entender que hay distintos tipos de homicidios, con base a esto redoblar esfuerzos para bajar los casos, por ejemplo, de convivencia o pandillas, como lo viene haciendo Cali.
“Hay que entender dónde las autoridades tienen margen de maniobrabilidad para concentrarse y tratar de ganar ahí. Por ejemplo, en ciudades como Medellín el 65 % de los asesinatos son homicidios instrumentalizados (sicariato) asociados a crimen organizado, por lo que al ser premeditados se vuelven difíciles de prevenir, pues si el sicario no hace el trabajo determinado día, pues lo reprograma y lo ejecuta en otra fecha, eso mismo pasa en Cali”, dice Tobón Zapata.
La capital antioqueña mantiene sus cifras por debajo de los cuatro dígitos (en 2018 hubo 626 homicidios, 40 casos más que 2017), pese a que desde 2015 esa ciudad ha mantenido un leve crecimiento en la tasa de homicidios al pasar de 20.1 ese año a 24.7 el año pasado, algo que las autoridades han atribuido a la guerra frontal declarada contra el crimen organizado, lo que ha generado una escalada de violencia como respuesta a los operativos.
51.3 fue la tasa de homicidios de Cali en el 2017. En 2018 fue de 47.3 asesinatos por cada cien mil habitantes.
Rastreo a las armas en homicidios
Dandara Tinoco, investigadora del Instituto Igarapé de Brasil y quien ha trabajado temas de violencia en Cali, dice que es importante que los datos de criminalidad en la ciudad sean observados de manera minuciosa para seguir avanzando en la lucha contra el homicidio, además de la evaluación de qué políticas públicas están funcionando y cuáles no.
“De esta forma, es posible asegurar que la elaboración e implementación de políticas públicas esté alineada a las evidencias. Un ejemplo de ello es entender qué dinámicas motivan los asesinatos y cuál es el origen de las armas de fuego involucradas en ellos”, afirma Tinoco.
La investigadora añade que “aunque la tasa de homicidios en Cali sigue alta, es importante registrar que la tendencia es a la baja desde 2014. Hay casos de lugares en el mundo que ya registraron bajas anuales de casi 10 % al año, como fue el caso de Sao Paulo, en Brasil. En Colombia, y más específicamente en Cali, hay un reconocimiento de que este problema necesita ser priorizado y eso es bueno”.
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Pagos de recompensa para combatir el tráfico de armas ilegales en Cali
El general Hugo Casas, quien el pasado viernes fue ratificado para este año como comandante de la Policía en Cali, dijo que van a incrementar los controles contra el tráfico de armas ilegales, pues la mayoría de estas son usadas en actividades de sicariato.
“Con el nuevo presupuesto para este año vamos a ofrecer hasta $50 millones de recompensa para quien nos entregue información que nos permita dar con sitios de alquiler, venta y tráfico de armas y municiones, para lograr así desarmar a los delincuentes, vamos tras las armas que son de fabricación industrial y las hechizas”, dijo el general Hugo Casas.