Implacable con Teherán, condescendiente con el régimen norcoreano de Kim Jong-Un. Como ocurre con casi todos sus actos de gobierno, Donald Trump tiene dividida la opinión pública de Estados Unidos frente a la posibilidad de que su particular estilo desencadene un conflicto nuclear de consecuencias incalculables.
En efecto, hace solo unas semanas el Mandatario sostuvo un histórico encuentro con Kim Jong-Un en suelo norcoreano, pero ayer amenazó con aumentar “sustancialmente” y “pronto” las sanciones a Irán.
“La Administración Trump maneja un discurso errático y ambivalente frente al riesgo nuclear. En la reunión con Kim Jon-Un demostró que está más interesado en una ‘operación fotográfica’ para sí mismo que por obtener resultados”, asegura Juan González, exsubsecretario de Estado adjunto de Barak Obama.
Agrega que el Presidente estadounidense ha elevado a Kim, “que es un tirano, a la posición de héroe en el escenario internacional a cambio de casi nada y después de haber abandonado un acuerdo nuclear con Irán, que sí tuvo éxito en prevenir el desarrollo de armas nucleares”.
Para González, si bien la diplomacia es importante a la hora de enfrentar la amenaza nuclear, requiere contar con un plan y un liderazgo competentes de los que Trump carece.
“Después de tres cumbres llenas de espectáculo, todavía no tenemos un compromiso concreto de Corea del Norte. Al contrario, la situación ha empeorado: ha continuado produciendo material fisionable y Trump le ha dado legitimidad a Kim Jung-Un”.
Según él, a falta de una estrategia clara frente al tema nuclear; sí están claras las consecuencias de su política errática: ‘Si un país como Irán quiere el respeto y admiración de Donald Trump y el alivio de las sanciones, lo que debe hacer es adquirir armas nucleares y halagar el ego frágil del presidente estadounidense”.
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A su turno, el internacionalista colombiano Jaime Moreno advierte que la estrategia del Jefe de Estado estadounidense con Corea del Norte “es la que él siempre utiliza: llevar a la contraparte al extremo para forzarla a negociar”.
“Hasta el momento, el régimen de Kim no ha dado ninguna señal de ceder, más allá de eliminar el lenguaje bélico y confrontacional que tenía hacia Estados Unidos. Un acuerdo con Corea del Norte requiere del respaldo de China, que ejerce gran influencia sobre ese Gobierno y “en ese sentido es poco probable que XijinPin quiera ayudarle a Trump a ganar una victoria diplomática como un eventual acuerdo”, sostiene.
Frente a la relación con Irán, Moreno resalta que Trump le apuesta a arrinconar a Teherán, pero que “Irán no tendría problema en esperar a ver qué pasa con la eventual reelección de Trump o, inclusive, resistir más tiempo la presión estadounidense”.
“La amenaza grande para el mundo es que Irán en este tiempo podría volverse nuclear. El acuerdo nuclear de 2015 justamente lo que evitaba era que Irán siguiera enriqueciendo uranio a niveles que llevaran al país a desarrollar armamento nuclear. Hoy, con el retorno de las sanciones, no hay cómo impedir que avance en su objetivo nuclear y cuando se quiera a volver a un acuerdo tal vez sea tarde”, precisa.
Filigrana diplomática
Pero si un vasto sector de la opinión pública ve a Trump errático en la aplicación de su política nuclear, algunos consideran que está jugando una filigrana diplomática en el ajedrez internacional que llevará a su país a anunciar un triunfo frente al tema.
Iván García-Hidalgo, presidente de la ONG Hispanic Leadership Council, de Washington, dice que la estrategia es clara: “El Presidente logró bajar la enorme tensión mundial que irradiaba desde la península de Corea y, por primera vez en décadas, hay un diálogo. Hoy, gracias a Donald Trump no hay misiles volando encima de nuestros aliados. El presidente Trump tiene muy claro que hay que mejorar las relaciones para llevar a Corea a que elimine sus armas nucleares y lo está haciendo con avances asombrosos”.
Para él, “la Administración Trump es sumamente clara en lo que hace y con quién lo hace. Vemos posiciones directas con Irán, Corea del Norte y Rusia. Con Irán logramos salirnos del pésimo acuerdo al que había llegado la Administración Obama y aumentamos las sanciones; con Corea del Norte estamos, desde una posición de fuerza, trayendo al dictador a la mesa de diálogo y eventualmente vamos a forzarlo a eliminar sus armas nucleares; con Rusia, ninguna Administración había sido tan dura, y con tantas sanciones como esta”.
Añade que el Mandatario estadounidense usa un discurso duro con Teherán y uno más mesurado para Pyongyang porque ese Gobierno “todavía no tiene nukes (armas de destrucción masiva), mientras que Corea, sí. EE. UU. debe asegurarse de que Irán nunca los llegue a tener y por eso debe implementar todas las sanciones que lo eviten. Con Corea, hay que negociar hasta llevarlos a que los eliminen”.
Otro que califica como positivo el acercamiento de Trump con el Gobernante norcoreano s el analista israelí Harry Kazianys, quien en una columna de opinión indicó que el reciente encuentro sirvió para distensionar la posibilidad de una guerra nuclear, mejorar las relaciones, institucionalizar los mecanismos de reducción de la tensión y mantener las líneas abiertas de comunicación.
Sin embargo, añade que “lo malo es que Kim tiene suficiente material fisible para 75 ojivas y es poco probable que las entregue en el corto plazo” y alerta que Washington sabe que si bien el arsenal nuclear de Corea del norte es pequeño, también es suficiente para disuadir a EEE. UU. de una intervención de su tropa en tierra. “En esa eventualidad, Kim podría disparar lo que quede de su arsenal y usar armas químicas, biológicas o radiológicas”.
Según él, “la historia demuestra que mientras más presión ejerzamos sobre Corea del Norte, más se aferrarán ellos a sus armas y al botón nuclear. Hoy ambas partes desconfían la una de la otra, pero Trump tiene la posibilidad de construir la paz y la confianza en la península, lo que hace menos probable que una crisis se salga de control. Y eso es algo que todos los estadounidenses, sin importar el partido o la política, deben alentar”.
Paradójicamente, pese a que el riesgo nuclear está en la primera plana de los medios de comunicación estadounidenses, el tema parece no inquietar a los ciudadanos de ese país, a juzgar por las encuestas internas y la interacción en las redes sociales.
Pero otra cosa piensa Europea, que ayer volvió a expresar su pesar por la decisión unilateral de Washington de salirse del acuerdo e insistió en exigir una nueva negociación y un nuevo tratado.
Irán, a cumplir pero sin presiones de EU
Las potencias que firmaron en 2015 el acuerdo que limita el programa atómico iraní coincidieron en una reunión del organismo nuclear de la ONU en pedirle que deje de incumplirlo, pero sin respaldar a EE. UU. en su estrategia de “máxima presión”.
La Junta de Gobernadores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) celebró en Viena una reunión extraordinaria, a petición de Washington, tras confirmar que Irán almacena más uranio enriquecido y a una pureza superior de lo que le permite el acuerdo, es decir de 4,5% sobre el 3,67 % avalado.
Ese nivel está aún lejos del 20 % al que llegó Irán antes del acuerdo, y del 90 % necesario para fabricar una bomba, pero sí supone un salto en el complicado proceso técnico de enriquecer uranio para fines militares.
Washington, que convocó la reunión tras intentar infructuosamente que alguno de los otros 34 miembros de la Junta lo hiciera, aseguró que los incumplimientos iraníes afectan “la seguridad y la estabilidad mundial” y suponen un “chantaje”.
“Irán no tiene una razón creíble para ampliar su programa nuclear y no hay otra forma de interpretar esto que como un crudo y transparente intento de chantajear pagos a la comunidad internacional”, denunció Jackie Wolcott, embajadora de EE. UU. en OIEA.
El embajador iraní ante el organismo, Gharib Abadi, acusó ayer a Washington de practicar “terrorismo económico” e insistió en que su país volverá a cumplir el acuerdo nuclear cuando Europa desarrolle un mecanismo que permita sortear totalmente las sanciones estadounidenses.
Fuentes diplomáticas dijeron que en la reunión hubo una petición generalizada a Irán de que no siga vulnerando el acuerdo, pero también menciones a que fue EE. UU. el que abandonó unilateralmente el tratado.
Abadi volvió a asegurar ayer que si no hay respuesta por parte de los europeos a sus demandas, dentro de 60 días comenzará a aplicar la “fase 3” y se saltará más compromisos, aunque no quiso especificar cuáles.
Y ante la oferta de Washington de negociar una salida diplomática a la crisis, recordó que durante meses ya se negoció el acuerdo de 2015 y que ningún país puede avenirse a negociar mientras está sometido a sanciones.
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