“Con los líderes llegamos a la conclusión de que la granada que lanzaron este jueves al CAI de Policía de Llano Verde tiene un mensaje contundente: ‘no sigan hablando. Estamos aquí’”.
La afirmación la hace una líder social de la Comuna 15, que llamaremos Leidy por seguridad, y quien presenció el ataque con granada en el que falleció una persona y 15 más resultaron heridas. Un episodio que, sumado a la masacre de cinco menores de edad de Llano Verde, enlutó a Cali en menos de dos días.
“Estos hechos son un reflejo de todo lo que estamos viviendo en el barrio. En Llano Verde se mueven todo tipo de actividades ilícitas: hay pandillas, comercio de armas, tráfico de estupefacientes, extorsión, oficinas de sicariato, negocios ‘gota a gota’ y hasta guerrilla”, comenta Leidy.
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Y lo sabe muy bien, ya que además de haber experimentado en carne propia estos hechos de violencia durante los siete años que lleva viviendo en el sector, trabaja en proyectos de inclusión social con jóvenes y adolescentes de la Comuna 15. “Ellos me cuentan muchas cosas, pero yo prefiero no ahondar mucho porque usted sabe que el que mucho quiere saber, mucho quiere contar...”, dice con temor.
Es el mismo miedo que hoy impera en todo Llano Verde, un barrio ubicado en la Comuna 15 del oriente de Cali, en el que este año ya han asesinado a ocho personas -sin contar los homicidios de los cinco menores de esta semana, cuyos cuerpos sin vida fueron hallados en un cañaduzal del corregimiento de Navarro, que colinda con ese barrio-.
Una ciudadela de calles angostas y amplías, y de casas pequeñas de dos pisos, que el Gobierno empezó a entregar en el 2013. En este barrio conviven unas 9000 personas, la mayoría desplazadas por la guerra del Pacífico colombiano, pero también hay reinsertados de grupos armados y reubicados del Plan Jarillón.
El ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, anunció que 180 militares harán presencia permanente en Llano Verde y sus alrededores.
Todos llegaron buscando una segunda oportunidad de vida, pero con el paso de los años se convirtieron en testigos de cómo la delincuencia, la criminalidad y la violencia se volvieron paisaje. En este contexto vivían los cinco menores de entre 14 y 15 años que el martes pasado fueron asesinados. Llano Verde es un barrio que se acostumbró a enterrar a sus jóvenes.
Las hipótesis de la ola de violencia
Desde principios de este año, el concejal Fernando Tamayo ha venido denunciando que en Llano Verde y varios barrios de la Comuna 15 y del oriente de Cali, se viene presentando un fenómeno de reclutamiento de menores para vincularlos en actividades ilícitas en la zona y en los departamentos de Cauca y Nariño. Si los jóvenes no acceden a participar en ellas, son desplazados de sus barrios o asesinados.
Según un informe de la ONU, el 54% de los jefes de hogar en el barrio Llano Verde del oriente de Cali son mujeres y, de estas, el 46% no recibe ingresos.
Para el cabildante, esta hipótesis toma fuerza si se tiene en cuenta que el pasado mes de febrero una joven caleña de 19 años, que viajó desde el oriente de la ciudad hacia Nariño con el objetivo de realizar un trabajo que le habían ofrecido, fue hallada muerta en ese departamento. Ella partió con otras siete muchachas que hoy están desaparecidas y que, según las autoridades, al parecer fueron reclutadas por organizaciones dedicadas al narcotráfico en esa región del país.
“Además, muchos líderes que tengo en la Comuna 15 me han dicho que hay una organización muy fuerte en la zona -algunos aseguran que tienen nexos hasta con el cartel de Sinaloa- que ha comenzado a armar a los muchachos y a desplazar a los jíbaros tradicionales. Este mismo grupo se está quedando con el negocio del ‘gota a gota’ y está imponiendo el control en ese sector de la ciudad”, dice Tamayo.
Este año, en la Comuna 15 han estallado tres granadas y han ocurrido 65 homicidios, lo que la hace ser hoy en día la zona más violenta de Cali. Le siguen la Comuna 14 y 13 (ambas vecinas), con 64 y 62 muertes violentas respectivamente, de acuerdo con el último informe del Observatorio de Seguridad, con corte al 13 de agosto.
Además, según un informe presentando por la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito sobre las dinámicas del delito y violencia en la capital del Valle, las zonas con más homicidios de la ciudad son las que albergan en su territorio la mayor cantidad de estructuras delincuenciales, que incluyen desde pandillas hasta bandas criminales bien organizadas que tienen el control de múltiples actividades ilícitas, entre ellas el micro y el narcotráfico.
Lo que se está viviendo en Llano Verde y en casi toda la zona entre la Autopista Simón Bolívar y el río Cauca, es muestra de la crisis de la pandemia, aprovechada por redes delictivas en la ciudad”, Adalberto Sánchez Gómez, director de Cisalva.
Fuentes consultadas en este documento señalan que, en sectores como Comuneros I, Mojica y Llano Verde (barrios de la Comuna 15), algunas pandillas controlan el consumo de sustancias psicoactivas en espacios públicos y limitan la interacción y movilidad de las comunidades con el establecimiento de “fronteras invisibles, que además de proteger ciertos mercados ilícitos de menor tamaño, son un mecanismo simbólico que asegura el statu quo delictivo”. En estos casos, el uso de la violencia indiscriminado es una constante.
Carlos Rojas, secretario de Seguridad y Justicia de Cali, indica que la ciudad es el principal corredor para el tráfico de cocaína del país, un producto que tiene focos de cultivos en los departamentos del Cauca, Nariño y Putumayo.
Las autoridades están ofreciendo una recompensa de $200 millones para quien dé información sobre el asesinato de los cinco menores en el oriente.
“La cocaína, al llegar a la ciudad, tiene unos mercados de distribución muy activos en el oriente, como la Comuna 15, que incluye obviamente a Llano Verde. En estas zonas las estructuras delincuenciales buscan a toda costa niños y jóvenes para adherirlos a ellas”, asevera Rojas, y aclara que la investigación de la masacre de los cinco menores está en manos de la Fiscalía, entidad que hasta el momento no ha entregado ninguna versión oficial de los hechos.
Entre tanto, Ariel Ávila, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, señala que los hechos de violencia ocurridos esta semana en Llano Verde “parecen indicar que en Cali está estallando una nueva confrontación entre bandas criminales”, que se está llevando de por medio jóvenes de las zonas más vulnerables de la ciudad.
“Pareciera que lo que se está comenzando a vivir en Buenaventura se está trasladando a Cali, una ciudad donde la seguridad se ha venido deteriorado en los últimos dos años y esto se está comenzando a ver ahora por el efecto pandemia. Muchas otras partes del país, como el Bajo Cauca antioqueño, sur de Córdoba y Norte de Santander están atravesando la misma situación”, apunta Ávila.
¿Una confusión?
Otra hipótesis planteada por parte de algunos familiares de las víctimas, es que estos menores, presuntamente, fueron asesinados por las personas que cuidaban los predios de los cañaduzales donde aparecieron muertos, a quienes los confundieron con delincuentes. Los adolescentes se habrían desplazado hasta la zona para comer caña y elevar cometas.
“Ellos tenían los machetes y las caras untadas de sangre”, dice la madre de uno de los menores asesinados.
Sin embargo, para Erlendy Cuero, vicepresidenta de la Asociación Nacional de Afrocolombianos Desplazados, Afrodes, más allá de esclarecer los móviles de estos hechos, “en Llano Verde se necesita articular un Gobierno desde lo territorial, lo departamental y lo nacional”, con el propósito de reducir los hechos de criminalidad que están afectando ese barrio y otros sectores del oriente de Cali.
“El 80 % de las familias asentadas en Llano Verde son poblaciones de comunidades negras víctimas del conflicto armado, grupos de especial protección que necesitan ser atendidos con un enfoque étnico-racial. No es justo que los hechos violentos que dejamos en nuestros territorios, hoy se estén repitiendo en una ciudad como Cali”, manifiesta Cuero.