El 7 de junio del 2018 se posesionó como secretario de Seguridad y Justicia de Cali, Andrés Villamizar. A su llegada, las críticas por ser un funcionario de origen capitalino y desconocer el contexto caleño no se hicieron esperar.
En varios temas llegó, como se dice en el argot futbolero, con los taches arriba: solicitó redistribuir dineros de la sobretasa bomberil para la Policía y estuvo a punto de levantar la prohibición del parrillero hombre, propuestas que desataron polémicas.
Sin embargo, siempre fue franco y frentero con los caleños, bajó la tasa de homicidios en la ciudad, mejoró la percepción de seguridad -según los indicadores-, le dio visibilidad a la Secretaría a través de las redes sociales y se convirtió en el pararrayos que el alcalde Maurice Armitage necesitaba, tanto, que lo tiene en la lista de funcionarios destacados.
El polémico Secretario de Seguridad, en entrevista con El País, hizo el balance de su gestión.
Quizá el momento más difícil de esta Alcaldía, en materia de seguridad, fueron los desórdenes y la histeria del 21 de noviembre (21N). ¿Sintió que Cali se le salió de control?
Fue el momento más duro de mi vida profesional... Sentí que se podría salir de control si no decretábamos el toque de queda. Yo le sugerí esa posibilidad al alcalde Armitage sobre el medio día. Todo se dio por una serie de factores técnicos e intuitivos. La parte técnica fue el número de puntos de bloqueo (18) y de sitios confirmados de vandalismo y saqueo (23). Yo estaba convencido que el toque de queda era la única salida. Eso sucedió entre la 1:00 p.m. y las 2:00 p.m. Yo estaba en el quinto piso del Comando de la Policía Metropolitana, cuando me asomo a la ventana, veo cinco columnas de humo y me dije: esta ciudad se está saliendo de las manos.
Usted es padre, en ese momento solo se piensa en los hijos y en la familia, ¿le pasó lo mismo ese día?
Les voy a contar algo que no le he dicho a nadie. Mi esposa me llamó a las 4:00 p.m. y me dijo que el celador le advirtió que estaban metiéndose al edificio. Yo le contesté: ¿estás completamente segura? Ella estaba en la sala de juegos con el niño y el celador les dijo ‘súbanse ya mismo que se están entrando al edificio’. Yo lo tomé con calma porque estaba comenzando a identificar los brotes de histeria colectiva en la ciudad.
Pero cuando la familia está amenazada, no se conserva la calma...
Claro, además yo estaba viendo por las cámaras la entrada a Normandía, donde está el negocio Don Eloy, con unos palos ardiendo y donde había seis tipos y me dije: puede estar pasando algo; pero después pensé racionalmente que en el edificio hay celadores armados y pueden repeler esa situación. Igual vi que la Policía iba para allá por el tema del bloqueo y me lo tomé con calma. Después, al hablar con el celador, al día siguiente, nos damos cuenta que era un grupo de muchachos tirándole piedras a un palo de mango y las piedras caían en la piscina del edificio y una señora gritó: se están metiendo al edificio.
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¿Le envió policías a su esposa?
No. Eso fue lo que quiso hacer la gobernadora -Dilian Francisca Toro-. Llegó a las 4:00 p.m. al Puesto de Mando Unificado (PMU), cogió el celular y empezó a gritar: se metieron a tal conjunto; empezó a gritarle órdenes a los generales, al comandante de la Brigada del Ejército lo mandó para Ciudad Jardín, donde los amigos y familiares de ella le estaban diciendo que habían amenazas, entonces yo le dije: qué pena Gobernadora, aquí no está pasando nada, no hay nada confirmado, nos toca calmarnos. Entonces cogí aparte al coronel Roger Gómez y le dije: estamos escasos de tropa, la necesitamos en el Oriente y Valle del Lili, y esa es la famosa foto donde aparece la Gobernadora dando gritos y tocó calmarla, el Alcalde estaba desesperado con la Gobernadora y le dijo: guarde ese celular y no lo saque más.
¿Hoy, tres semanas después de los hechos del 21N, qué reportes tienen de actos vandálicos o saqueos en conjuntos residenciales de Cali?
Llevo tres semanas pidiendo información de un hecho confirmado y no hemos podido tener el primero. Recorrimos todos los supuestos puntos y no pasó nada. No hay ni una denuncia, las empresas de seguridad privada certificaron que no hay una sola novedad reportada ese día. Enviamos a 330 puntos a confirmar con Ejército y Policía y todas fueron falsas alarmas. Lo que había era un pánico colectivo. En Bochalema había un muchacho herido en una pierna y le pregunté quién le había disparado y me dijo que un vecino del propio conjunto residencial donde vivía.
¿Después de ese día se pudo confirmar que los mensajes en redes sociales eran producto de un ataque cibernético?
No hay un reporte oficial de la Sijín o la Fiscalía sobre un delito informático, pero yo he visto análisis serios muy bien hechos de varias ONG que hacen estudios de tendencias y revelan que hay casos similares de estas situaciones en América Latina y lo que demuestran es que no hubo nodos específicos de dónde saliera la información, sino que fue completamente orgánico -espontáneo-.
¿Pero Cali está preparada para un ataque cibernético?
Yo le dije al Ministro de Defensa: ganamos en el campo de batalla, en dos horas retomamos el control de una ciudad compleja, pero perdimos la batalla en el ciberespacio y las redes sociales. Por eso tenemos que conformar un PMU nacional para responder a las mentiras e histeria colectiva de las redes. Con eso quiero decir que no estamos preparados para un ataque cibernético... Cali y Bogotá vivieron su primer toque de queda de la era digital, el último toque de queda en esas ciudades fue en los años 70.
Hagamos un balance de su gestión. ¿Cuál era el panorama de la Secretaría de Seguridad cuando llegó?
Llegué en un momento complejo. Primero por la interinidad de la Secretaría, yo era el quinto funcionario en el cargo; también había un incremento de 54 homicidios por cada 100.000 habitantes, el primer aumento después de una tendencia de varios años a la baja. Asimismo, había una percepción de seguridad mala.
¿Cuáles fueron sus metas y logros?
Mejorar la percepción de seguridad; estructurar una política pública de seguridad porque la ciudad carecía de ella y enfrentar, entre otros, el microtráfico y tráfico de droga; y empezamos a disminuir los homicidios. La clave estuvo en articular el esfuerzo de la Policía, la Fiscalía y el Ejército con la parte social. En el 2018 logramos cerrar con 47 homicidios por cada 100.000 habitantes, al día de hoy estamos proyectados a una tasa de 43 homicidios por cada 100.000 habitantes, entonces podemos decir que a la fecha hemos bajado en 10 puntos porcentuales esa tasa.
¿Qué tan cierto es que la Gobernación dispuso de recursos para la nueva Estación de El Diamante pero la Alcaldía no los recibió?
Eso es mentira. Sí es verdad que la Gobernación ofreció los recursos, pero la verdad es que tenía problemas graves de licencias, y lo que se planteó en el proyecto de la Gobernación implicaba destruir una zona verde.
Pero Secretario, ante la urgencia y la disponibilidad de recursos había que buscar soluciones...
Hay que ser franco, y si hay que asumir una culpa, yo la asumo, porque además nuestra gran tarea pendiente fue la reconstrucción de todas las estaciones de Policía de Cali y al menos hubiéramos podido hacer algo con los recursos de la Gobernación. Seguro se ejecutarán en la nueva Alcaldía.
¿Levantar la prohibición del parrillero hombre fue una pelea que perdió?
Yo la perdí y saqué una lección importante y es que en las decisiones se debe tener en cuenta lo técnico, pero también el sentir de la ciudadanía. El Alcalde tomó una buena decisión en reversar la medida y yo asumí el error político. Yo creo que ese fue el regaño más fuerte que me dio el Alcalde.
A propósito, ¿qué pasó con los recursos de la sobretasa bomberil, donde un porcentaje se destinaría a la seguridad de Cali?
Reconozco que esa fue una de las tareas pérdidas, Cali debería tener cada año un presupuesto anual de $150.000 millones solo para el tema de seguridad, hoy el presupuesto es de $100.000 millones y cuando llegué era de $50.000 millones.
Uno de los grandes problemas de Cali es que solo un bajo porcentaje de los homicidios que se cometen son esclarecidos, ¿cómo afrontó esta situación?
Cuando llegamos, solo el 9 % de los homicidios que se cometían en Cali eran esclarecidos, eso era vergonzoso. Hoy estamos en el 30 %, que es la media nacional, no es el porcentaje ideal, pero se está avanzando. Estados Unidos tiene un promedio de 60 % de homicidios esclarecidos, pero Cali y Medellín tienen un problema y es el sicariato, que son difíciles de esclarecer porque no hay una relación entre víctima y victimario. Para lograr eso financiamos un programa que se llama el C10, que es un convenio de diez penalistas que paga el Municipio de Cali y que trabajan en la Fiscalía esclareciendo los delitos.
¿Usted cree que el nuevo ministro de Defensa -Carlos Holmes Trujillo- le dará a Cali el pie de fuerza de policías que necesita?
Puedo decir que sí he visto un cambio total de actitud del nuevo Ministro frente al pasado.
Háblenos de hechos concretos...
El exministro Botero vino una sola vez durante toda la gestión, y Carlos Holmes Trujillo, en menos de un mes, ya ha hecho dos consejos de seguridad y después de los hechos del 21N se comprometió con cosas concretas: trajeron a la ciudad cuatro pelotones antidisturbios del Ejército (150 hombres), que son soldados profesionales que estarán en la ciudad indefinidamente.
¿Los soldados se quedarán en Cali, así se presenten, por ejemplo, problemas de orden público en Cauca?
Tengo entendido que son solo para el Valle, pero en algún momento podrían prestar apoyo en el Cauca, pero su base es Cali.
Una de sus metas era reducir los homicidios a menos de 1000 este año, pero no la alcanzará...
No se cumplió por dos coyunturas complejas. Hubo un mes crítico, que fue septiembre; nos quitaron pie de fuerza para otras zonas del país porque en ese momento íbamos bien con la reducción de homicidios. Eran 150 hombres. Apenas sucedió eso damos la alerta y vuelve la Unipol (Unidad Nacional de Intervención Policial y de Antiterrorismo de la Policía Nacional), pero eso afectó las cifras y también nos quitaron pie de fuerza para apoyar la situación de orden público del Cauca. También hay que tener en cuenta que este año salieron de condena varios excapos del narcotráfico.
Al llegar a la Alcaldía usted se vuelve el pararrayos de Armitage, ¿por qué asumió ese rol?
Cuando yo llegué, el tema más álgido que tenía el Alcalde era el de la seguridad, el que políticamente le costaba más. Yo creo que los secretarios deben ser el pararrayos del Alcalde, en especial en los temas más sensibles, como la seguridad y la movilidad.