“No son pocas las veces en las que hemos elegido candidatos cuya gestión ha tenido impactos negativos en nuestras vidas y territorios. Más preocupante es que muchas ocasiones ni siquiera nos han mentido, al contrario, hemos sido nosotros los que hemos votamos por un plan de gobierno cuyas propuestas no se orientan al bienestar social y democrático de la comunidad”.
Así reflexiona la politóloga Liz López sobre las erradas prácticas que suelen cometer votantes, candidatos y funcionarios en medio de una carrera electoral.
Este es el decálogo de lo que no se debe hacer durante una campaña política:
Crear o difundir ‘fake news’
“Es muy recurrente que la gente tienda a creer información sobre candidatos o propuestas políticas que no han sido corroboradas. Creen que son verídicas porque se las envía un conocido”, explica el docente e investigador Carlos Charry.
En efecto, políticos y ciudadanos, queriéndolo o no, terminan difundiendo noticias falsas que no le aportan transparencia al proceso electoral, puesto que “desvían la atención del electorado, perturbando el análisis sobre las propuestas de los candidatos”, agrega el investigador de derecho público David Murillo.
Por eso, se recomienda a los ciudadanos tomarse el tiempo necesario para verificar cualquier dato antes de difundirlo a través de las redes sociales, contrastándolos con fuentes oficiales.
Y también a los candidatos, para que eviten ser acusados de usar información falsa en provecho propio.
Hacer ataques personales
En una campaña electoral recurrir a ataques personales entre los candidatos o los allegados de estos “normalmente es la ausencia de civilidad en la discusión de las ideas y puede convertirse en una bola de nieve que nadie pare y se salga de cauce”, expresa el analista político Jhon Mario González.
Del mismo modo, el docente Carlos Charry dice que las agresiones o los insultos de un aspirante a otro o a su familia son sinónimo de un plan de gobierno poco definido, de la ausencia de argumentos y propuestas y que hacen parte de lo tradicionalmente llamado campaña sucia.
El politólogo Fernando Giraldo comenta que la “confrontación con los adversarios debe basarse en una lucha de ideas con respeto y un mínimo de decencia por el otro, no en ataques”, que en muchas ocasiones no son siquiera importantes políticamente para las candidaturas.
Politizar vacunación contra el Covid-19
Según los expertos, existe el riesgo de que algunos candidatos quieran obtener réditos políticos criticando el Plan Nacional de Vacunación, cuando este es el mecanismo a través del cual se está tratando de evitar que más colombianos se contagien de coronavirus.
“Puede que los candidatos lleguen a decir que el Gobierno ha actuado eficazmente y que piensan continuar con el éxito del Plan de Vacunación o utilizar la deficiencia y las demoras como un talón de Aquiles” en contra del Gobierno, señala el docente Carlos Charry para explicar por qué este tema debe ser asumido con mucha responsabilidad por parte de los políticos en campaña.
“Recurrir a la politización de la vacunación arriesga a que el Gobierno no tome las decisiones más técnicas posibles, sino las que gusten a la ‘galería’, agrega el analista Jhon Mario González.
Hacer promesas irrealizables
De acuerdo con la politóloga María Alejandra Arboleda, “plantear propuestas y promesas que no son realizables es caer en un ejercicio de populismo”.
Además, las iniciativas que se le ofrezcan al electorado deben ser ejecutables en el periodo constitucional del cargo al cual se está aspirando y estar directamente asociadas a la investidura del mismo.
Es por ello que se sugiere “construir unas propuestas y unas soluciones que realmente se puedan cumplir, y esto va aunado a la idea de que los candidatos no deben engañar al electorado”, agrega.
Por su parte, el docente Juan Pablo Milanese hace énfasis en la importancia del uso del lenguaje y en la forma en que se expresan los compromisos a alcanzar, pues “no es lo mismo decir voy a sacar a todas las personas de condición de pobreza durante mi Presidencia, a decir quiero sacar a la mayor cantidad de gente posible de la condición de pobreza”.
Discriminar por sexo, etnia o nacionalidad
La Constitución de Colombia deja en claro que no se puede discriminar a una persona por razones étnicas ni de su orientación sexual o su país de origen.
Frente a esto, el investigador David Murillo sostiene que “un candidato que realice cualquier acto de discriminación no solo debe obtener una sanción de parte de las autoridades judiciales, sino también un rechazo contundente por parte de la ciudadanía colombiana, absteniéndose de votar por él y su programa de gobierno”.
Y, por su parte, el docente Juan Pablo Milanese agrega: “Tener respeto por el otro y no discriminar debería ser uno de los mínimos, no solamente de la política, sino de la vida social. Los candidatos deben comprometerse con principios básicos de lo que es una vida social razonablemente armónica, incluso cuando la política no es una actividad armónica, sino conflictiva”.
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Participar en política, si es funcionario público
Los funcionarios deben abstenerse de hacer pronunciamientos políticos por “la incidencia que en favor de una u otra campaña puede hacerse desde un cargo político administrativo”, explica el analista Jhon González, con relación a presidentes, alcaldes y gobernadores.
De su lado, el docente Fernando Giraldo anota que “al estar en el poder, teniendo una posición destacada, su palabra es muy importante para la ciudadanía y su participación generaría un desequilibrio en la contienda electoral”.
En ese mismo sentido, la politóloga Liza López sostiene que “ser un funcionario público implica tener acceso a herramientas, datos, contactos y recursos que dan ventaja sobre el resto de la ciudadanía”, por lo que “se debe evitar que se utilicen los recursos del Estado para favorecer a algún candidato, situación que crearía condiciones inequitativas en la contienda electoral”.
Creer que las redes definen las elecciones
Las redes sociales toman cada vez más protagonismo en tiempos electorales y los candidatos hoy le apuestan en mayor grado a las estrategias digitales. Sin embargo, algunos parecen olvidar que no es ahí donde se define el escrutinio.
“Hacer una Investigación en las redes sociales y de escucha digital es fundamental, pero las campañas van mucho más allá de las redes sociales. Un aspirante no debe creer que la toma de decisión del voto se define en redes sociales, particularmente en Twitter, que es un microcosmos”, dice la politóloga María Alejandra Arboleda.
Las redes son “solo una arena de disputa electoral más, como también lo es la calle y los medios”, comenta el docente Juan Pablo Milanese y el también profesor universitario Fernando Giraldo añade que los comicios “se ganan únicamente el día de las elecciones y en las urnas”.
Ignorar las necesidades del votante
Desconocer las necesidades del electorado es un paso en falso para cualquier candidato, puesto que deja entrever que hay una desconexión “en términos de lo que los aspirantes proponen y de lo que las comunidades realmente necesitan”, apunta el docente Carlos Charry, mientras que la politóloga María Alejandra Arboleda dice que es fundamental investigar al votante para “construir un mensaje de campaña que conecte tanto con la mente como con el corazón del elector y presentar soluciones en relación a las necesidades, deseos y aspiraciones de los ciudadanos”.
“ Estar desconectado de la realidad del votante es un gran error para un candidato, el votante busca a alguien que esté cerca de sus percepciones y problemas”, añade la politóloga Liz López.
Discutir por política con familiares y amigos
“A raíz de la polarización que hemos venido teniendo en el país, vemos que ha habido una especie de radicalización de los sentimientos políticos al interior de los núcleos familiares y de amistad”, plantea el docente Carlos Charry.
Y en ese sentido, otros analistas concuerdan en que actualmente persiste una evidente fractura al interior de los hogares e incluso lugares de trabajo por posturas políticas antagónicas de los ciudadanos ante temas puntuales como la firma del Acuerdo de Paz y las movilizaciones sociales.
Lo cierto, afirman, es que debatir sobre política es un ejercicio necesario que enriquece los procesos electorales, pero debe hacerse “a través de diálogos en los que se expresen respetuosamente los argumentos y no simples opiniones” peyorativas, sostiene el investigador David Murillo.
Incentivar la compra o la venta de votos
La mayoría de expertos coinciden en que comprar o vender el voto es una de las acciones más graves que puede practicarse en la contienda electoral.
El mensaje que la investigadora Bibiana Clavijo comparte para los ciudadanos es claro: “Jamás vender su voto, quien empieza robando, llegará al poder a seguir robando”.
De la misma manera, el investigador David Murillo comenta que la corrupción al sufragante es un delito sancionado con pena de prisión de hasta nueve años y multa de hasta mil salarios mínimos legales mensuales vigentes y que además esta práctica “es una forma de perturbar a través de actos de corrupción el futuro del país y el buen uso de erario”.
Por eso, los expertos hacen un llamado al voto libre e informado por parte de la ciudadanía y a los candidatos, a no recibir financiamiento o recursos económicos más allá de lo que autoriza la ley.