Es posible que los senadores y los representantes a la Cámara colombianos mejoren su desempeño?, ¿qué hacer para que el Congreso de la República supere los señalamientos que recibe de parte de la opinión pública?
Más allá de los ‘méritos’ que el Legislativo y sus integrantes hayan hecho para merecer la mala imagen que tienen entre los colombianos, es claro que se trata de una de las instituciones más importantes para el país y su democracia.
Por eso, ahora que se inicia el primer periodo de sesiones ordinarias de este año, cabe reflexionar sobre qué debería ocurrir para que el Senado y la Cámara de Representantes, que encarnan uno de los tres poderes primordiales de la sociedad, cumpla con su función de creador de leyes y controlador político del Ejecutivo.
Ese fue el propósito del libro ‘Reformas al Congreso: mejorar su desempeño y superar las estimagtizaciones’, escrito por el analista político John Mario González y el exregistrador nacional Carlos Ariel Sánchez para la Fundación Konrad Adenauer.
“La lista de cuestionamientos o fallas del Congreso es amplia, pero se agrava cuando no se comprende su rol, sus limitaciones y posibilidades, máxime si su configuración institucional en la Asamblea Nacional Constituyente se produjo situándolo como enemigo”, plantea González.
Aquí un desglose de los principales problemas que aquejan al Legislativo (los que son su responsabilidad y los que no) y de las soluciones que debería implementar, no con el ánimo de limpiar su imagen sino para que esté a la altura de los ciudadanos que cada cuatro años eligen a sus integrantes.
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1. Según los autores, el Congreso ha sido objeto de una cacería de brujas, “un absoluto linchamiento mediático para la descarga de la cólera popular, pero que desconoce la compleja problemática política institucional que perjudica la actuación y el desempeño de la institución. Si se escoge un villano al que se le endilgan todas las culpas, cuando en realidad son compartidas por la sociedad, no se comprende el problema y menos se puede llegar a propuestas de solución”.
2. El Congreso trabaja duro, pero el problema es que trabaja muy mal, aseguran los analistas. “Hay unos desajustes institucionales muy complejos, pero que la gente pareciera no atreverse a sospechar. En Colombia, a los congresistas se les exige que concurran a legislar desde Bogotá, labor que copa, más de lo que se cree, su tiempo; también visitar sus comunidades y hacer campaña. Eso impone ritmos de trabajo de lunes a domingo y el político que no lo haga está condenado a desaparecer”.
3. Entre los hallazgos que encontraron en cuanto al funcionamiento del Legislativo, los autores dicen que los parlamentarios “hacen una campaña con enormes esfuerzos en lo financiero, en lo humano y en lo político, pero son elegidos y no tienen ningún poder real, es decir, solo tienen el poder del control político y de legislar y cuando regatean algo del poder burocrático, los estigmatizan”.
4. Agregan que otro hallazgo es la “perjudicial facultad del Congreso de presentar iniciativas sin ningún control, que atiborran el trabajo legislativo y distrae sus esfuerzos. Debe existir una limitación a la facultad de los congresistas de presentar proyectos de ley y de reforma constitucional”. Esto es, reformar el artículo 375 de la Constitución, que permite que diez miembros del Congreso puedan presentar proyectos de acto legislativo y que, de acuerdo con el artículo 154, un solo parlamentario pueda radicar proyectos de ley. ¿Qué se lograría?: “Reducir la avalancha de proyectos que dispersan la atención congresional, reducen la calidad de las iniciativas y los debates e implican derroche de tiempo y recursos. Cada año en el Congreso se radican 700 proyectos de ley y de acto legislativo. Ningún Congreso en el mundo puede estudiar con juicio semejante cantidad de iniciativas”.
5. Pero ahí no paran los hallazgos de los autores del libro: La brecha de conocimiento o asimetría de información entre el Congreso y el Ejecutivo es cada vez más amplia. “En otras palabras, los gobiernos cuentan con capacidades técnicas y expertos que los congresos no tienen, lo que ha desequilibrado la relación, aún más, en favor de los primeros”. También está, dicen, la disminución fáctica de sus facultades por “la reescritura del alcance de ciertas normas que hace la Corte Constitucional a través de su activismo en la interpretación jurisprudencial”.
6. ¿Qué factores externos afectan el desempeño del Legislativo? “La escasa cultura política en muchas regiones del país, que es el sustrato de quienes eligen. Adicional, los bajos niveles de confianza interpersonal en la sociedad colombiana, que puede ser el origen de la dificultad de obtención de consensos y que, en todo caso, se reflejan en la aguda fragmentación política y de partidos en el Congreso, derivada del hecho de que cada parlamentario ‘es dueño de su propia curul o votos’”. Y los analistas también relacionan en este punto que los congresistas tienen fuertes presiones de parte de los electores de tipo burocrático, de expectativas de colaboración laboral y eso afecta su acción legislativa.
7. Una propuesta consignada en el libro es ampliar las sesiones. “En la Constituyente se alcanzó a plantear que el periodo de sesiones no fuera de nueve meses al año sino de diez mes y medio. En este momento el Congreso sesiona casi los mismos días que en la reforma constitucional de 1936, cuando ahora las labores legislativas son más complejas y los congresistas necesitan de más tiempo para ejercer el control político y hacer las leyes”. De igual forma plantean que hoy existen las Unidades de Trabajo Legislativo, UTL, creadas en 1968 para cada congresista, pero no hay asesorías por bancadas, que son muy necesarias.