Bernardo Tobar, mejor conocido como ‘Grillo’ e hijo del mítico tirador deportivo caleño del mismo nombre, quien representó a Colombia en los pasados Juegos Olímpicos en esa disciplina, ve con preocupación el decreto que busca regular el uso de las armas traumáticas —que él prefiere llamar de bajo riesgo—, pues es con ellas que se forman la mayoría de atletas en este deporte del país.
Tobar, también politólogo y cuya causa cuenta con el apoyo de congresistas como Christian Garcés y María Fernanda Cabal, del Centro Democrático, busca que el Ministerio de Defensa reconsidere la iniciativa, incluyendo en la regulación excepciones para quienes hagan uso de estas armas con fines deportivos.
Un concepto que él considera equivocado de la Federación Colombiana de Tiro y Caza, que aseguró que estas armas no eran deportivas, tiene en vilo la formación y la práctica de unos diez mil atletas. Pide que se rectifique.
Lea además: Frentes de seguridad, la estrategia de la Policía Cali para frenar a la delincuencia
¿Cómo afectaría esta iniciativa para regular las armas traumáticas al tiro deportivo?
Lo primero es que no son armas traumáticas, eso es un concepto que dio la autoridad colombiana, me imagino que basada en el impacto que pueden generar. En realidad son armas de bajo riesgo, que entran dentro de la calificación de ‘Blank Guns’. Nos perjudicaría porque en Colombia, después de 1993, cuando apareció el Decreto 2535, las armas olímpicas entraron en el mismo saco de las convencionales y nuestra actividad deportiva entró en declive. A los deportistas nos toca hacer los mismos trámites que cualquier persona que quiera tener un arma para otras actividades.
El deporte sin masificación se muere y en mis 44 años de vida por primera vez veo una luz de esperanza de que el tiro deportivo se masifique y es a través de estas armas, que cumplen con las mismas características de un arma deportiva y entran en los reglamentos de las federaciones internacionales.
Aquí se estigmatizaron y se relacionan con la violencia y actos reprochables, entonces en el decreto se busca equiparar las armas convencionales con las mal llamadas traumáticas. Eso mataría al deporte.
¿Cómo empieza el problema?
Todo nace con un mal concepto de la Federación Colombiana de Tiro y caza, que dijo que estas armas no son deportivas. Industria Militar (Indumil) ya hizo la investigación y comprobó que sí son deportivas. Entonces llamo al Ministro de Defensa a que, si va a salir una regulación, que piense en el deporte.
¿Qué implicaría para un tirador que se apruebe este decreto?
Se habla de pedir salvoconductos, hacer exámenes psicofísicos, pedir la licencia y llevar las armas a hacer un proceso de marcación. Yo no me opongo a que haya un control, porque tiene que haberlo, pero a las armas hay que dejar de satanizarlas y verlas como un objeto de uso civil para el cual hay que educarnos.
Al Estado colombiano lo que le interesa es saber el arma por dónde entró, con qué permisos, en qué tienda reposa y a qué consumidor final se le vendió. Que la Policía tenga, como con los vehículos, la posibilidad de tener un código que le diga esta información del arma.
¿Qué proponen entonces?
Una de las opciones que hemos planteado y que no nos hemos inventado, sino que está basada en lo que hacen en Estados Unidos, es pintarles a las armas una franja naranja de un centímetro en la punta del cañón. Toda arma que cumpla con esas características es de estas y quien no la tenga marcada es porque anda haciendo una fechoría: que le caiga todo el peso de la ley.
¿Por qué dice que en Colombia se estigmatizó el uso de armas?
Porque lo relacionamos con lo malo y entonces creemos que aquí no gustan las armas. Nosotros tenemos una academia que los fines de semana pueden visitar hasta 150 personas diariamente. Allí le enseñamos a la gente a manejar de forma apropiada un arma, sin estigmas. Con eso se le baja intensidad a la violencia. Somos unas diez mil personas que hacemos esta actividad en Colombia.
¿En qué punto está la discusión?
En este momento estamos esperando que la Federación se retracte y acepte que sí son deportivas. Eso le bajaría intensidad a la situación y ya le corresponde al Estado colombiano definir qué vamos a hacer con ellas.
¿Por qué la Federación dio ese concepto?
A algunos miembros del comité ejecutivo, en cabeza del presidente, el señor A lex Tanaka, poco o nada les interesa el deporte. Son fichas que se ponen ahí y que no entienden la parte administrativa, que tal vez como deportistas no lograron alcanzar sus metas y pretenden cumplir sus sueños llegando a estos cargos. Algo así escuché en Tokio, que el sueño olímpico de un delegado. Y no, el que se gana el cupo es el deportista.
Nosotros no nos hemos sentido representados por la Federación y creo que ya es el momento de que ellos se hagan un lado. Con esto no me perjudican a mí, no es un tema personal. Sí, yo tengo muchas diferencias con él (Tanaka), pero sí tengo muy claro que el colectivo es más importante que cualquier diferencia personal. Yo lo invitaría a que baje la guardia porque así perjudica a unas quince mil personas que tienen sueños y familias y dependen del tiro deportivo.
¿En Colombia es el único país donde los tiradores se forman con armas de bajo riesgo?
Sí, es un fenómeno que llama mucho la atención. En Tokio pude hablar con Marco Carrillo, de Perú —donde no tienen el problema que nosotros sí, y pueden usar armas convencionales—, y me decía que nos lleváramos el tema para Perú.
Es que son armas que se prestan hasta para que los niños hagan ese tránsito. Yo me pregunto qué prefiere el Estado: enseñarle a un niño con un arma de bala 9x19, que es la convencional, o enseñarle a disparar con un arma que expulsa balas de goma. El arma va a estar, porque decir que no va a haber es un idealismo erróneo.
Es mejor enseñarle con armas amables, que pueden disparar hasta niños y personas con discapacidad. Podemos crear país y bajar índices de violencia enseñando el adecuado manejo de las armas. Creo que el tiro deportivo es la mejor herramienta para un país en posconflicto, porque las armas también existen para hacer cosas bonitas, como el deporte.
680 tiradores están afiliados a la Federación en Colombia.
16 regiones del país trabajan en la creación de Ligas de tiro.