A las 6:00 de la tarde empieza a desfilar el caos en San Fernando. Los vehículos que atraviesan la zona con destino al Oeste esquivan los carros y motos que ya han estacionado sobre los andenes que dan hacia las discotecas, bares y restaurantes. Los residentes del sector, y que llegan en vehículos, esperan con insufrible paciencia que se despejen los accesos hacia sus hogares. Unos cuantos peatones se mueven entre el tráfico para llegar al otro lado de la calle. El ruido de motores y parlantes domina la rotonda del Parque del Perro, a veces irradiándose a los alrededores.

Esta es una escena que se ha convertido en un lugar común para los habitantes de San Fernando. Jenny, residente que prefiere reservar su nombre, recuerda que el detonante ocurrió en los años 80, cuando se inauguró el Teatro Esquina Latina en la sede que la Universidad del Valle tiene en este sector.

“En medio de la promoción de las obras de teatro, llegó gente foránea, ajena a la zona, la cual empezó a abrir pequeños negocios de comida. Poco a poco también vimos que incrementaba el consumo de alucinógenos y de licor casi a cualquier hora”, afirma la mujer, quien lleva más de cuatro décadas como residente del barrio San Fernando.

“Con el pasar de los años, se empezaron a otorgar licencias de uso del suelo a todo tipo de negocios”, asegura Jenny, quien agrega que solo hasta el 2014 se establecieron las reglas de juego a través del Plan de Ordenamiento Territorial (POT).

El documento reconocía a San Fernando como un barrio residencial neto, salvo por la rotonda y los alrededores del Parque del Perro, oficializado como un corredor gastronómico. Sin embargo, lo que se cuestionan algunos vecinos es que allí funcionen discotecas y bares.
“O lo que es peor: vemos ese mismo tipo de establecimientos, pero disfrazados como restaurantes y con eso evaden los controles de las autoridades. Esto es un problema histórico”, comenta Jenny.

Roy Alejandro Barreras, director de Planeación Municipal, explica que cuando un negocio empieza a operar no significa que ya haya expedido los permisos en una curaduría urbana, y es por eso que llega a funcionar sin las adecuaciones necesarias.

“Tenemos una gran debilidad de control en ese aspecto. Con la entrada en vigencia del Código de Policía en 2016, se ha vuelto muy difícil imponer sanciones urbanísticas, que son responsabilidad de los inspectores de Policía de las comunas. Pero al estar tan inundados de comparendos por convivencia, los procesos urbanos quedan sepultados. En Cali hay alrededor de 6400 de esos procesos sin resolver”, enfatiza el funcionario.

Y puesto que una de las adecuaciones que exige la licencia es generar plazas de estacionamiento para los clientes, se trata de una norma que no se cumple en el Parque del Perro. De ahí la razón de por qué los vehículos se estacionan en los andenes cuando visitan los locales.
Mauricio Girón, propietario del gastrobar La Cata, afirma que “el argumento en relación al POT se ha convertido en la punta de lanza de algunos vecinos. No voy a desconocer que hasta cierto grado tienen razón, pero desconocen que aquí se generan más de 700 empleos y nopueden amenazarnos con que nos van a cerrar. Debemos sentarnos a dialogar y reconocer que el sector se está transformando”.

Polémica: materas y Bulevar

Dos meses llevan instaladas las materas sobre la calzada izquierda de la Carrera 34 entre calles 4A y 3A, una decisión que se implementó a inicios de febrero por el Departamento de Planeación, después de que la Personería solicitara el levantamiento de las mesas de los restaurantes en los alrededores del Parque del Perro y que la Administración defiende como una posibilidad para darle más prioridad al peatón.

Sin embargo, la calzada izquierda hoy es administrada por los restaurantes ubicados en esa vía, lo que -a juicio de algunos residentes- favorece más a los primeros que a ellos mismos.

“Dado que el carril izquierdo de la Carrera 34 está cerrado, solo queda un carril -el derecho- para desembotellar el flujo que transita por esa vía con destino al Oeste y el de nosotros, los residentes. El cierre ya no permite hacer toda la rotonda al parque y puesto que hay más congestión, la contaminación aumenta.

Hace rato pedimos el levantamiento de las materas”, aseguró Julián Sánchez, habitante del barrio.

Ahora bien, la Administración afirma que dicha estrategia servirá como un piloto para el Bulevar de San Fernando y, por ende, las materas permanecerán en el lugar hasta junio, cuando se espera que inicien obras.

A grandes rasgos, el Bulevar San Fernando consiste en la peatonalización de la calzada izquierda de la Carrera 34, desde la Calle 5 hasta la Calle 3A, o sea hasta el Parque del Perro. Se trata de un proyecto contemplado dentro del plan de conexión urbana de la UPU 9-Manzana del Saber en 2017 y el cual la Alcaldía busca desarrollar con una inversión de $12.000 millones.

Barreras afirma que ya se cuenta con los diseños, que también contemplan la subterranización de las redes eléctricas de la Carrera 34 y el reemplazo de un colector de alcantarilla que está muy obsoleto. Además, precisó que ya hay un plan de movilidad paralelo a las obras y que ya contempla alternativas como hacer de la Av. Circunvalar (Carrera 27) una vía de doble sentido.

“En diálogo con la comunidad, también hemos hecho adiciones al proyecto, como corregir el tráfico de paso con destino a la Avenida Circunvalar y que ya no queremos que pase más por la Carrera 34. También ampliaremos los andenes e intervendremos el parque frente a Carulla. Ahí nos dimos cuenta de que si ampliamos el andén tres cuadras más hacia el Sur podremos conectar el Bulevar con el Corredor Ambiental Cristo Rey”, destaca el Director de Planeación.

Jhoan Solís, residente de San Fernando, opina que la peatonalización puso sobre la mesa la necesidad de hacer un diagnóstico sobre los impactos que tienen lugar en el barrio. “Creo que el Bulevar es un proyecto viable, aunque en primera instancia se debe atender el tema del estacionamiento en espacio público. Yo pienso que si ese proyecto no lo hacen, de igual forma continuarán los mismos problemas”, comenta.

Pero entre los residentes también hay detractores de la iniciativa, como Jenny, quien asegura que no será necesario ejecutarlo si se implementa un plan de movilidad, una serie de acciones administrativas para evitar más proliferación de negocios y la creación de incentivos por parte de la Alcaldía para que los establecimientos habiliten parqueaderos propios.

Sobre el ruido

- En un sector como San Fernando el límite máximo de ruido permitido durante el horario nocturno es de 55 decibeles. Sin embargo, el sector reporta un índice seis puntos mayor.

- Esto no solo es producto de los bares, restaurantes y discotecas, sino también del tráfico. Es decir, un impacto generalizado del ruido ambiente.

- Franklin Castillo, subdirector de Calidad Ambiental del Dagma, asegura que “en los últimos días han detectado excesos de ruido en los inmuebles colindantes a los establecimientos. Hemos hecho operativos de control y de educación en el barrio San Fernando”.